Historia onubense de la humilde y todopoderosa manta

Célebre “Patio de Mora”, en la barriada del Molino de la Vega. Años cincuenta. Mucha humildad en estas viviendas y como alivio contra el frío las mantas
Célebre “Patio de Mora”, en la barriada del Molino de la Vega. Años cincuenta. Mucha humildad en estas viviendas y como alivio contra el frío las mantas.
Almacenes 'Macías' sabía mucho de la venta de tejidos en general.
Almacenes ‘Macías’ sabía mucho de la venta de tejidos en general.

Antonio José Martínez Navarro. Prenda suelta de lana o algodón, para abrigarse en la cama, ésta es la definición que reza en cualquier enciclopedia. En los siglos XVI, XVII y XVIII, se utilizaban, cuando se tenía incluso que dormir a la intemperie por falta de maravedíes para abonar algún mesón donde dormir a cubierto, para los viajes, unas mantas dobles.

En una sociedad paupérrima como era la del siglo XIX, cualquier prenda alcanzaba un valor incalculable para los bolsillos vacíos. Al margen de que por las viviendas de la centuria decimonónica entraba el aire frío por las puertas y ventanas que presentaban ranuras. Frías debieron ser las noches del crudo invierno de 1819 a 1920, en las que nevó copiosamente en nuestra Ciudad.
Con la aparición de la langosta, las mantas podían tener otro destino diferente al abrigo. Así, en los días finales de abril de 1877 el Ayuntamiento le solicita a la Junta de Agricultura, Industria y Comercio seis mantas para recoger el insecto de la langosta a modo de espuertas (Legajo, número 245):



<<Junta de Agricultura, Industria y Comercio. Con esta fecha tengo el honor de remitir a V. S. seis mantas o butrones para la recogida del insecto langosta, que esta Junta de mi presidencia se ha servido mandar a Vd. con motivo a la aparición de dicha plaga en el término de esta villa en los sitios Balcazado y Alquería. Lo digo a Vd. a fin de que se sirva acusarme el correspondiente recibo. Dios…1 de mayo de 1877. El Gobernador interino presidente, Antonio Soldán…>>.

Años cincuenta en los arrabales onubenses. La manta lo mismo le sirve para cubrir al perro que al niño/a que se supone está resguardado/a en ella.
Años cincuenta en los arrabales onubenses. La manta lo mismo le sirve para cubrir al perro que al niño/a que se supone está resguardado/a en ella.

Dos días más tarde, el Ayuntamiento agradecía el envío de las citadas mantas:


Puerto de Huelva

<<Sr. presidente de la Junta de Agricultura, Industria y Comercio. En 3 de mayo de 1877. El Ayuntamiento da a V. S. las gracias por las seis mantas o butrones que se ha servido remitirme con destino a la extinción de la langosta. Dios…>>.

Días más tarde, el Gobernador agradece el envío de las seis mantas o butrones (Legajo, número 245):

<<Junta Provincial de Agricultura, Industria y Comercio de Huelva. Se han recibido en este Gobierno de mi cargo los seis butrones que tiene el gusto de facilitarle con el fin de extinguir la langosta aparecida en este término. Dios… Huelva, 16 de agosto de 1877. El Gobernador presidente. M. Bethencourt…>>.

Pero como pasara un cierto tiempo y no se devolvieran las mantas prestadas, la propia Junta de Agricultura las solicitaba (Legajo, número 245):

<<Junta de Agricultura, Industria y Comercio de Costa de Huelva. Langostas. Espero merecer de su atención se sirva devolver a este Gobierno las seis mantas que se facilitaron para recoger el insecto de la langosta, para guardarlas en el almacén de esta Junta, teniéndolas siempre dispuestas cuando esa Alcaldía las necesite. Dios… Huelva, 23 de junio de 1877. El Gobernador presidente, M. Bethencourt….>>.

Tendría que ser en la segunda mitad del siglo XIX cuando se pusieran en marcha los Asilos Nocturnos, para ancianos y huérfanos, cuyos rectores recibían las mantas, donadas por el Ayuntamiento o personas adineradas, con mucha alegría que siempre era inferior a la de los acogidos en sus Asilos.
Todavía en enero de 1932, tenía déficit de mantas el Asilo Nocturno que contaba con 32 camas, de las cuales 17 no tenían ropa. Meses más tarde, se encargaron, de manera urgente, diversos colchones y mantas.
Langostas.

Célebre “Patio de Mora”, en la barriada del Molino de la Vega. Años cincuenta. Mucha humildad en estas viviendas y como alivio contra el frío las mantas
Célebre “Patio de Mora”, en la barriada del Molino de la Vega. Años cincuenta. Mucha humildad en estas viviendas y como alivio contra el frío las mantas.

A partir de la terminación de la contienda, sólo podían permanecer en el Asilo los forasteros que la veleidosa Fortuna los hubiera traído a Huelva. Se les permitía dormir cinco días, transcurridos los cuales se les instaba a que se marchasen a su tierra, abonando los gastos para el viaje y la comida que se consumiría en el mismo, el propio Ayuntamiento.

En 1876, un sargento acuerda el transporte en carro de 204 mantas que debía dejar en el pueblo inmediato de San Juan del Puerto. Así se realiza, pero al llegar…. (Legajo, número 244):

<<Excmo. Sr. Gobernador Militar de la provincia. En 9 de mayo de 1876. Excmo. Sr. don Antonio Martín. Rafael Cano de esta vecindad prestó el servicio de bagajes con su carro de su propiedad conduciendo a la villa de San Juan del Puerto doscientas cuatro mantas en virtud de reclamación de V. E. de 18 de abril último.
El sargento encargado de la custodia de las indicadas mantas se negó al abono de dos pesetas 25 céntimos que debía entregar al dueño del carro; y como el interesado reclama con justicia el abono de dicha partida ruego a V. E. se sirva acordar lo que proceda para que el reintegro se efectúe desde luego. Dios…>>.

Las condiciones de los reclusos de la cárcel de Huelva eran tan malas en 1891, que les faltaban hasta mantas para poder abrigarse. Así, leemos en el Legajo número 274:

<<Resguardo número 109. El Sr. Presidente de la Audiencia de lo Criminal de esta ciudad con fecha 16 del actual dice a este Goibierno lo siguiente: “Tengo el honor de participar a V. S. que por efecto de la crudeza del tiempo y de las malas condiciones de salubridad de este establecimiento se ha agravado de tal suerte el estado sanitario de los individuos recluidos en el mismo, que ha de procederse a la mayor brevedad a la adquisición de mantas para el conveniente abrigo, no podrán cortarse los funestos resultados que puede originar el gran número de enfermos que el frío produce entre los reclusos: pues muchos de ellos carecen de petates y de mantas teniendo que dormir en el suelo lo que transcribo a V. S. para que en con celo que tanto le distingue dicte las órdenes oportunas a fin de que tan lamentable estado en que se encuentran los reclusos tenga algún lenitivo facilitando la Diputación y el Ayuntamiento de esta capital las mantas necesarias a aquel establecimiento penal”.
Lo que traslado a V. S. para su conocmiento y a fin de que por esa Excmas. Corporaciónes Provincial y Municipal se faciliten ropas a los reclusos del correccional y penal de este partido, que en tan lamentable estados se encuentran vista la cruda estación del tiempo por que atravesams. Dios…. Huelva, 20 de enero de 1891. Féliz J. Carazzony…>>.

Dos días más tarde, contestaba el alcalde al ruego de la petición de mantas para los reos de la cárcel de Huelva (mismo legajo):

<<Ilmo. Sr. Gobernador Civil de esta provincia. 22 de enero de 1891. Ilmo. Sr.: Enterado de cuanto V. S. se sirva manifestarme en su oficio de 20 del actual, tengo el gusto de manifestar a V. S. que esta Alcaldía está pronta por su parte a remediar cuanto le sea posible la triste situación de los desgraciados reclusos de la cárcel de esta ciudad, a cuyo efecto encarece a V. S. tenga a bien expresar el número de mantas que se considere preciso para que esta Alcaldía facilite en unión de la Excma. Diputación Provincial, a lo que supongo está animada de los mismos propósitos, un número proporcional de aquellas. Dios…>>.

En el último tercio del siglo XIX y primera mitad de la siguiente centuria, se organizaron Asociaciones que ayudaron a aliviar el frío y el hambre de los menesterosos. Todavía el día 12 de marzo de 1953, se constituye el Secretariado de la Caridad en la Parroquia de Nuestra Señora de los Dolores, estando presidido por doña Emilia Rivero de Summers, esposa del Gobernador civil.
En otro punto de la Ciudad, la Asociación de la Caridad nacía para atender (en lo que buenamente pudiera, ya que había mucha pobreza) las muchas necesidades que había en las chozas miserables de La Restinga, los Chorritos, Santa Lucía, El Muro y la Fuente Vieja.

La labor de esta Asociación en los años cincuenta y sesenta, fue determinante para aliviar la paupérrima situación de la zona. Como ejemplo, a los dos meses de existencia el Secretariado ya había distribuido más de cuatro mil de aquellas pesetas, en: Colchones, 6. Mantas, 8. Canastillas completas, 5. Prendas varias, 20. Estreptomicina, 30 gramos. Acucilina, 65 gramos. Otros específicos o fármacos valorados en 700 pesetas. Leche, 55 litros. Con el transcurrir del tiempo, llegaron a adquirir viviendas modestas a favor de familias que vivían a la intemperie, pagar reparaciones y alquileres de casas…

Se puede afirmar, sin temor a errar en el aserto, que aquellos contornos se constituían en uno de los peores lugares de la Ciudad. Era el colmo de la abominación, ya que en ellos todo faltaba: alimentos, medicinas, higiene, formación cultural básica y, sobre todo, cariño hacía sus moradores. Apiñados en aquellas miserables casuchas, en invierno sus habitantes padecían de sus rigores (lluvias, frío, inundaciones, etc.) y en verano era horrible el hacinamiento y los olores nauseabundos que en derredor existían.

Ante semejante abismo de sufrimientos y miserias otro hombre se hubiese desalentado, pero el Padre Genaro no titubeó ni un solo instante. Su deber estaba allí, su obligación era elevar el nivel de vida y espiritual de sus hermanos gitanos. Efectuó con prontitud una tarea de saneamiento, de abastecimiento de víveres, medicamentos, mantas y ropas…

Un gran día fue el de la traída de aguas y su administración organizada a través de fuentes…
En la primera mitad del siglo XIX, además de algunos comercios de tejidos, concurrían a diario a la llamada “Placeta de los Mercaderes” numerosos grupos de personas, cabalgaduras, animales y carruajes, vendiendo los unos y comprando los otros vacas, terneros, ovejas, cabras, mulos, asnos, yeguas y caballos, gallinas, pavos y conejos, semillas de todas clases, cereales y legumbres, frutas y hortalizas, leches y mantequillas, aperos de labranza, cuerdas, látigos, arreos y herramientas, mesas, sillas, utensilios de cocina, trajes, mantas de diversas calidades, sabanas y toda clase de telas, vajillas y ajuares completo para los novios, sombreros, zapatos y alpargatas, toda clase de plantas, pescados, mariscos; pero, en ocasiones, algunos artículos comestibles dejaban que desear en lo referente a higiene y salubridad y los otros artículos por su procedencia más o menos legítima. Además, la Placeta se quedaba pequeña ante tanta concurrencia y apenas si se podía dar un paso por ella, al margen de que la categoría de Huelva como capital de provincia exigía un Mercado digno, con los últimos adelantos.

En el tramo final del siglo XIX, destaca la Camisería “Inglesa”, establecimiento que comenzó su actividad comercial en los años finales del citado siglo y se mantuvo abierto gran parte de la primera mitad del siglo pasado.
Este negocio, situado en la calle Concepción y regentado por Machuca y Martín, estaba destinado a la sociedad elitista de Huelva y a la numerosa colonia británica asentada en la capital y provincia que acudían a adquirir artículos ingleses legítimos y un surtido magnífico. Así, a través de uno de los numerosos anuncios que esta prestigiosa Camisería mandó insertar en la prensa local vamos a conocer su extensa gama: “Impermeables para señoras, caballeros y niños, camisetas y calcetines lana, medias para sport, bufandas, chalecos de fantasía, guantes de todas clases, pyjamas, mantas de lana para viajes, corbatas, cuellos y puños, paraguas, bastones, tirantes, ligas, perfumería y artículos de viaje, chanclos goma marca “Bostón”, sombreros y gorras impermeables, baúles “Viena” de madera fina y de mimbre. Depósito de camisetas lana del Doctor “Jaergue”. Extenso surtido en batista y franela para camisas”.

En la pasada centuria, han sido varios los establecimientos que han vendido mantas en todas sus gamas de calidades. Así, en los años cincuenta, según reza en los anuncios insertados en el diario “Odiel”, las gabardinas, trincheras e impermeables se podían adquirir en la firma “Raya y Martín”, de la Placeta.
En estos años, llegada la Navidad, algunos establecimientos, entre ellos Diego Fidalgo, realizaban las rebajas llamadas “de fin de año” en las que ponían “a menos precios que los actuales de fábrica, trajes para caballeros, abrigos, impermeables, paraguas, pellizas, cobertores, mantas, alfombras y gran número de retales”.
En las últimas décadas son numerosos los establecimientos que han expendido grandísimos surtidos de tejidos, confecciones para señoras, caballeros y niños, lencería, camisas, bisutería, bolsos para señoras y marroquinería, colchas, mantas, cobertores, toallas y todos los artículos que en el ramo se podía exigir, como “La Tienda Chica”, Comercial “Gicos”, “El Barato”…

Un artículo muy solicitado por algunos huelvanos cuyos trabajos les obligaban a pasar frío eran las mantas llegadas de Valencia. En la prensa local del año 1927 se comunicaba el robo de una de estas mantas y se apreciaba el valor que el dueño le daba a la misma:

<<El carrero Ricardo Mora Ortiz ha denunciado que del carro que conducía le han sustraído una manta de las llamadas valencianas>>.

También eran muy apreciadas las mantas zamoranas.
En 1914, la Hermana Mayor de la Hermandad del Rocío de Huelva en un generoso impulso de su alma rociera aquel año donó a su Hermandad seis magníficas varas de plata y una séptima para la Presidencia, fabricadas en los talleres de Enrique Sánchez Toribio, las mantas de las mulas de la carroza de la Virgen y el estandarte, de terciopelo verde, bordado en oro.
A través de la sesión municipal celebrada el día 11 de abril de 1919, conocemos que el Ayuntamiento abonaba a la Guardia civil establecida en nuestra capital, diversos gastos, entre ellos el de las mantas. Así, leemos; “se ha abonado una cuenta de 296 pesetas de mantas para la Guardia civil…”.

El día 18 de agosto de 1924, una lancha torpedera embiste a la canoa “Enriqueta”, falleciendo una mujer y su hija. Días más tarde aparecieron en la superficie tres mantas con objetos de baño, una caja conteniendo medicina, un saco de azúcar, un saco de café, una boina, un capote de marinero, tres camisas blancas, un traje de mahón entrevés, un pantalón caqui, un camisón de color, una chaqueta, un pantalón de mochín, una toalla de baño envolviendo efectos de niño y señora… Eran los restos del naufragio de la canoa “Enriqueta”.
La Asociación de Caridad distribuía entre los pobres mantas, comida…, como así lo proclama el “Diario de Huelva” del 17 de noviembre de 1928:

<<Mañana domingo, a las tres de la tarde, en el Convento de las Hermanitas de la Cruz, sito en la Plaza de Isabel la Católica, se verificará el anual reparto de mantas con que la benemérita Asociación Onubense de Caridad obsequia a los pobres de Huelva en esta época en que el invierno empieza a mostrarse riguroso.
Para este simpático y caritativo acto hemos recibido atenta invitación del vicepresidencia de dicha Asociación, don José Oliva Atienza…>>.

En el diario “Odiel” del viernes 11 de febrero de 1937 se reflejaba diversos donativos al Ejército del general Franco:

“En este mismo Centro oficial (Gobierno Civil, añadimos nosotros), nos hicieron entrega de la siguiente nota:

<<”Unos Amigos” han entregado los siguientes donativos a beneficio del Ejército:
Doscientas madejas de algodón de lana, de una libra cada una. Cien madejas de lana blanca, de una libra. Cien de lana orificada, de una libra. Tres yardas de gasa. Cuatro frascos de Aquí-Clavina. Cuatro frascos de permanganato de potasa. Catorce vendas, de seis pulgadas de ancho, y cien mantas…>>.

Durante esta guerra civil, las prendas de abrigo se constituyeron en objetos importantes dado que los soldados luchaban en el frente de batalla a la intemperie. Y en este punto surgió la picaresca: Muchos civiles se internaban en el campo de batalla y robaban las mantas y otros efectos que habían pertenecido a soldados a los que la veleidosa fortuna los había convertido en cadáveres. Enterado de este trapicheo el General en Jefe del Ejército del Sur, mando fijar el 3 de noviembre de 1938 un Bando, aparecido en el diario “Odiel”, que decía:

<<Don Gonzalo Queipo de Llano Sierra, General Jefe del Ejército del Sur
Hago saber:
Tengo noticias de que existen mantas reglamentarias del Ejército, en poder de la población civil. Esas prendas proceden de ventas clandestinas o han sido encontradas en los campos de batalla y deben ser recuperadas por el Estado, al que pertenecen. En su consecuencia,

ORDENO Y MANDO:
Artículo 1º. Todas las mantas del tipo reglamentario en el Ejército, que se encuentran en poder de la población civil, en todo el territorio liberado de este Ejército, deberán ser entregadas en el plazo de ocho días, contados desde la publicación de este bando, en los Establecimientos de Intendencia, o en las Comandancias de Puestos de la Guardia civil, donde no existan aquéllos.

Artículo 2. Los jefes de los Establecimientos de Intendencia y comandantes de puestos de la Guardia civil, remitirán noticias de las mantas recogidas, en cumplimiento del artículo anterior, al jefe de los Servicios de Intendencia de la Segunda Región, quien ordenará el transporte de las mantas a los lugares donde convengan almacenarlas, y dará cuenta de ello a mi Autoridad.

Artículo 3º. La negativa a la entrega de las mantas de referencia y su ocultación, serán considerados como delitos de auxilio a la rebelión militar y sus autores sufrirán la sanción que impone el Código de Justicia militar.
Todos los que conociendo la existencia de tales delitos no los denuncien, cumpliendo un deber elemental de patriotismo, serán considerados encubridores de aquellos y auxiliares también de la rebelión y por tanto, sometidos igualmente a los Tribunales Militares de Justicia.
Sevilla, 26 de octubre de 1938 (III Año Triunfal) Gonzalo Queipo de Llano>>.

Cuando en Huelva existía servicio de alquiler de coches de caballos destacaba la Cochera Onubense, empresa muy antigua ya que comenzó su actividad en las primeras décadas del siglo XX. Estaba domiciliada frente a la Estación de Sevilla, tenía siete u ocho caballos y los cocheros usaban libreas y magníficas mantas de cuadros con iniciales áureas del nombre de la Empresa, que colgaba desde el pescante al interior del coche hasta la bigotera.
Hasta que se impusieron los entierros con vehículos de motor, la funeraria de Domingo Domínguez transportaba a los fallecidos al cementerio mediante carrozas tiradas por dos caballos; más tarde, aumentó ésta en dimensiones y sofisticación. Era una Carroza Estufa y estaba tirada por dos o cuatro caballos empenachados y con mantas, siendo muy famoso el tronco de dos caballos negros, de colas largas, llamados “Bohórquez” y “Garvey”, denominados así por ser originarios de Jerez de la Frontera, que daban una seriedad y belleza en cualquier servicio fúnebre que realizaba.
En las Comisiones Permanentes del día 23 de abril de 1941 leemos:

<<Se acordó tener por vistos sin reparos alguno que oponer a las siguientes cuentas: “…Otra de pesetas doscientas ocho con ochenta céntimos de doce mantas de algodón para el servicio de Desinfección; otra de pesetas doscientas setenta de dieciocho toallas para el repetido servicio…>>.

El sábado 24 de enero de 1942, se desplazaron a La Alquería varios miembros de la Falange Española de Huelva para donar a los pobres del citado lugar alpargatas, pellizas, calcetines, almohadas, sábanas y otros enseres para combatir el frío reinante.
Trasladémonos, con el poder que nos otorga la pluma, a los años cincuenta del siglo y seamos uno de aquellos esforzados onubenses que se desplazan a la playa de la Punta del Cebo o Sebo. El tren se va deslizando lentamente, hasta llegar al Muelle de Riotinto, donde el maquinista vuelve a tirar de la cadena con frenesí. Las fuertes pitadas hacen apartar del camino a unas gallinas que tranquilamente picoteaban en las inmediaciones. Mientras tanto, dentro de los vagones todo es alegría y buena amistad. Mantas, sandías, botijos, pelotas, sombrillas y bastones, se confunden con la abigarrada muchedumbre que se asoma como puede por las ventanillas de los vagones. El paisaje se hace agradable. Enormes eucaliptos, sembrados allá por los años diez, nos cortejan por el camino. El trayecto, paralelo a la ría por la Avenida de Francisco Montenegro y a unos pasos de la orilla del Odiel, con sus aguas tranquilas.

El día 17 de diciembre de 1968, a las ocho de la noche, Carlos Agüero se introdujo en su prisión de cristal bajo la atenta mirada de varias personas que se personaron para testificar el acto del cierre y precinto de la caja en la que permanecería, sin comer ni beber un número determinado de días. En ésta se había depositado un colchón de espuma, dos mantas, utensilios para escribir, cuadernos, varios bolígrafos, la documentación del escritor cubano, su pasaporte, un batín, una manta eléctrica, una radio de transistores…

La urna estaba instalada en la casa número 1 de la calle Villa Rosa, a la que tenían acceso, previo pago de módica cantidad de dinero, todas las personas que deseasen entrar, fuese de día o de noche. Los fondos recaudados en este experimento fueron destinados a la Asociación de Incapacitados Psíquicos de nuestra ciudad. El día 15 de abril de 1978, el diario “Odiel” da cuenta en sus páginas de un pavoroso incendio que casi epilogaba la historia de la Discoteca “Pussicat”, sita en los números 2 de la calle Villarrasa y 12 de la Avenida Federico Molina Orta, respectivamente. Como medida preventiva fueron desalojadas las citadas viviendas, cuyos vecinos, abrigados con mantas en su mayoría, presenciaron desde la calle la marcha del incidente.
El sábado 29 de enero de 2000, fondeaba en la bahía de Huelva el barco “Dilay”, consignado por la Empresa “Congrasur” que vino a cargar ceniza de pirita y, en otra bodega, acogió ayuda humanitaria procedente de la Armada española, del Ejército del Aire y del de Tierra con destino a remediar las terribles consecuencias que habían producido en Turquía varios seísmos.

El material que traía en una bodega, llegado desde San Fernando, Cartagena, Zaragoza y Sevilla, estaba compuesto por ocho mil mantas, doce mil chaquetones, mil sacos de dormir, tres mil cazadoras, tres mil pijamas y tres mil camisas.
El sentimiento humanitario de los onubenses se hizo notar en esta llegada del “Dislay”. Así, los estibadores que intervinieron en la carga de la ayuda que se logró reunir en esta zona sureña, prestaron desinteresadamente su colaboración para que este envío fuese realidad.

En las frías noches invernales de nuestra Ciudad, la manta se constituye en elemento indispensable. Afortunadamente en la actualidad, por muy bajo que sean los ingresos económicos de cualquier familia, ésta puede disponer de las mantas necesarias para no pasar frío. En este sentido, ¡en algo ha avanzado nuestra sociedad!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Mercedes
Aniversario Holea
Huelva Comercio
feria vimar
csif
unia
matsa
Hospital Quirón
Cocehu
Aguas de Huelva
Las cosas del toro
Atlantic Copper becas
Ayuntamiento de palos de la frontera
Caja Rural hipoteca joven
cepsa
Diputación de Huelva