José Luis Rúa. Ha sido una sorpresa muy agradable el poder observar tranquilamente la obra de Pepe Garcés colgada en Nova Cacela. Sorpresa, porque este artista no se prodiga en exposiciones ni mucho menos. Su retiro obligado por la edad, le lleva a poder caminar de manera más suelta por locales donde la pintura o cualquier otra manifestación cultural se manifiestan de la manera más natural posible.
Garcés quiso enamorarse de los pinceles a temprana edad y para ello se iba con su amigo Ángel Guerrero, a practicar al aire libre. Con la bicicleta como medio de transporte, iban en busca de los paisajes más sorprendentes de su Ayamonte del alma. Veía con admiración la facilidad con que D’Esury plasmaba en el lienzo lo que la vista les ofrecía, pero por alguna razón, dejó los pinceles y los tubos, por las gubias, el serrucho, el martillo, las pinzas o la maza.
A Pepe Garcés se lo conoce por sus enormes trabajo como ebanista, tallista y dorador, además de sus trabajos clásicos como carpintero. Y entre sus recuerdos guarda un cariño especial para sus obras en el respiradero del Cautivo de Ayamonte, la restauración completa de Jesús Caído o la Oración en el Huerto. Estuvo en Rociana, para poner a punto un paso de cruces, y también en Alosno y en Punta Umbría con el arreglo de la Virgen del Carmen, y en Canela. En 1992 fue el responsable de la restauración del retablo mayor de la Iglesia de las Angustias de la ciudad fronteriza.
Pero hoy, muestra su pintura en un lugar no muy lejano al otro lado de la frontera que nos marca este Guadiana inmenso. En Nova Cacela cuelga una veintena de obras de distinto formato, obras en las que Garcés se recrea con paisajes del antiguo Ayamonte, paisajes llenos de barcos de la época, y vistas de muchos de los campos y playas que nos rodean. Recorre las calles de Sanlúcar de Guadiana o del vecino Alcoutin, baja por Guerreiros, se detiene en Castro Marín, pasea por Monte Gordo para detener sus pasos en su Ayamonte de siempre. Y el autor, nos muestra con su estilo personal, donde los verdes y azules básicamente conforman la línea cromática de su obra, paisajes familiares, algún bodegón al uso y sobre o cerca del agua, barcas, muchas barcas, barcos, pateras o galeones. Así que nunca veremos al hombre, normalmente, en ninguna de sus representaciones cotidianas.
Y decía, que si su vida fue la carpintería, sus aficiones le llevaron por los interiores de la fotografía, actividad que domina como nadie. Sus premios le avalan y sus obras le respaldan. Así que Pepe Garcés, desde su retiro nostálgico, nos ofrece por segunda vez en su trayectoria, una exposición individual que bien se merece una visita. La exposición estará abierta hasta finales de noviembre en las paredes de este establecimiento con encanto, Nova Cacela, en la vecina Vila Nova de Cacela. Felicidades amigo, un obra autentica cargada de nostalgia.