Luis González, un traductor onubense en la Oficina Económica y Comercial de la Embajada de España en Costa de Marfil

Un momento del viaje del onubense por Kenia. En la foto, en el mirador del Gran Valle del Rift.
Un momento del viaje del onubense por Kenia. En la foto, en el mirador del Gran Valle del Rift.
Luis González llegó  Abiyán, capital de Costa de Marfil, a principios de 2016.
Luis González llegó Abiyán, capital de Costa de Marfil, a principios de 2016.

Rosa Mora. El hecho de que Luis González Batanero resida a día de hoy en el extranjero no sorprenderá a quienes lo conozcan. Su pasión por viajar y conocer diferentes culturas se remonta a su adolescencia. Ya en el instituto recuerda cómo era de los primeros en unirse a los intercambios que proponían,  y en el verano de 2006 no dudó en irse sin compañía de nadie a buscar trabajo a la capital belga, Bruselas.

Con los Masai, una de las tribus más conocidas de África, en un viaje que el onubense realizó a Kenia.
Con los Masai, una de las tribus más conocidas de África, en un viaje que el onubense realizó a Kenia.

El control de diferentes idiomas supone siempre un plus para todo aventurero, interés por otras lenguas que llevó a Luis a matricularse en la licenciatura de Traducción e Interpretación por la Universidad de Granada. Lo que no imaginaba entonces era que gracias a esta formación académica, unida a su actitud vitalista e inquietud por conocer en primera línea otras culturas acabaría residiendo en los lugares donde ha vivido.


Festival de Cine de Huelva

Una de las calles comerciales de Abiyán.
Una de las calles comerciales de Abiyán.

Desde principios de 2016 el onubense reside en Abiyán, capital de Costa de Marfil, donde como becario ICEX realiza unas prácticas en la Oficina Económica y Comercial de la Embajada de España en este país africano. Con anterioridad, Luis González -con Máster en Interpretación de Conferencias, cursado en Granada y Máster en Gestión Internacional de la Empresa, en Madrid- ha vivido un año en República Checa y durante varias temporadas -que suman en total 4 años- en Francia.

Sobre estas experiencias hemos conversado con el onubense.


Puerto de Huelva

Vista del Monte Kilimanjaro, desde el Parque Nacional de Amboseli, en Kenia.
Vista del Monte Kilimanjaro, desde el Parque Nacional de Amboseli, en Kenia.

– Cuéntanos, ¿Qué te ha llevado hasta Costa de Marfil?
– La casualidad. O mi hermano Diego. O mi amiga Bea. O los malos recuerdos de París. O quién sabe. Al acabar la carrera, me vi trabajando en París, compartiendo habitación con Bea. Después de tres años y muchos cambios -de vida, trabajo y piso-, volví a Granada a estudiar otra vez. Al terminar, Diego me animó a presentarme a las pruebas del ICEX. Pensé que no me seleccionarían, pero aquí estoy, de becario en la Oficina. Durante el curso, estuve en contacto con el hermano de Bea, que era becario en París y me dio algún consejo útil. Más tarde, empezó a trabajar en Costa de Marfil y fue quien me quitó un poco el miedo del cuerpo: yo solicité China, pero tenía muchas papeletas de acabar en destino francófono. A París no quería volver, así que incluí Abiyán entre mis opciones.

Una imagen de la calle en la que vive Luis. El onubense trabaja como becario en la  Oficina Económica y Comercial de la Embajada de España en Costa de Marfil.
Una imagen de la calle en la que vive Luis. El onubense trabaja como becario en la Oficina Económica y Comercial de la Embajada de España en Costa de Marfil.

– Y exactamente, ¿Cuáles son tus funciones en la Oficina Económica y Comercial de la Embajada?
– Como becario ICEX estoy en un programa de formación/prácticas de dos años. El primero (después del Máster en Madrid) es en estas oficinas, de las que hay como unas 100 por el mundo. La idea es que las Oficinas sirvan para ayudar a la internacionalización de la empresa española. Los becarios, al menos en mi experiencia, somos uno más en el equipo, y participamos en casi todas las actividades: ferias, estudios, informes, servicios a empresas, etcétera.

Luis cuenta cómo en Costa de Marfil tienen la costumbre de quemar la basura en la calle. La imagen está tomada desde su ventana.
Luis cuenta cómo en Costa de Marfil tienen la costumbre de quemar la basura en la calle. La imagen está tomada desde su ventana.

– Ésta no ha sido tu primera experiencia en el extranjero. 
– Siempre me ha gustado viajar, y lo he hecho cuando he podido. Desde intercambios con el instituto, a viajes con la familia o amigos. La primera vez que me fui solo fuera, busqué trabajo en Bruselas durante el verano de 2006. No fue muy bien la cosa, pero no me desanimé. En 2008, freí patatas durante todo el verano en Disney, en París («là où les cauchemars deviennent réalité», Allí donde las pesadillas se vuelven realidad ), seguido de un año Erasmus en Praga estudiando chino -aunque suene a broma, es una de las mejores escuelas de lenguas orientales de Europa-. El verano de 2009 lo pasé entre un voluntariado en el sur de Francia, y muchos trenes por Italia. Al terminar la carrera, en 2010, fui uno de tantos en emigrar, y acabé en Disney de nuevo. Aguanté nueve meses, y, cuando una amiga dejó su trabajo y su piso en el centro de París, me quedé yo con ambos. Allí estuve, de trabajo en trabajo y de mini piso en mini piso, hasta octubre de 2013, cuando decidí que ya estaba bien de frío y lluvia y volví a Granada.

– Estancias en países europeos que distarán mucho del lugar en el que resides ahora, ¿Cómo es la ciudad en la que vives?
– Caótica. Llena de contrastes. Abiyán tiene de todo, realmente. Bueno y malo. Ha ido creciendo de forma desordenada en torno a una laguna y, en cierta medida, me recuerda un poco a Huelva -salvando las distancias-¡Tiene hasta canoa! A mí me gusta eso de pasar de un barrio muy lujoso a un callejón con chabolas y chiringuitos en los que la gente come con las manos al doblar una esquina.

Un momento del viaje del onubense por Kenia. En la foto, en el mirador del Gran Valle del Rift.
Un momento del viaje del onubense por Kenia. En la foto, en el mirador del Gran Valle del Rift.

– ¿Algún rincón favorito?
– Cualquier maquis -los bares típicos de aquí, que son un concepto muy parecido al del chiringuito, pero los de verdad, no esos pseudopijos de blanco y palés que hay ahora-. En especial, uno montado por un vietnamita que, según cuenta la leyenda, se escapó a nado del barco en el que lo tenían esclavizado y rehízo su vida por aquí.

El onubense considera Abiyán una ciudad segura y tranquila.
El onubense considera Abiyán una ciudad segura y tranquila.

– ¿Qué aspectos te han llamado más la atención de Costa de Marfil?
– Que no hay que fiarse de lo que se cuenta. Es cierto que el país ha pasado por un par de décadas duras de verdad. También es verdad que Abiyán no es todo el país, pero aquí yo vivo estupendamente. Tranquilo y seguro, con un clima aceptable -para los que estamos acostumbrados a los veranos infernales de Huelva-. Luego, las salidas que he hecho por los alrededores, me han impactado. En apenas cinco o seis kilómetros se pasa de rascacielos, puentes y autopistas a caminos de barro, cabañas de adobe, plantaciones y jungla. Contrastes que hacen mi vida aquí de lo más interesante.

Costa de Marfil es un país con bastantes contrastes en pocos kilómetros. En la imagen, niños de la ciudad de Abiyán.
Costa de Marfil es un país con bastantes contrastes. En la imagen, niños de la ciudad de Abiyán.

– ¿Algún aspecto al que te haya sido complicado adaptarte?
– A los cortes de agua y de luz aleatorios. Aquí no hay apenas, pero vienen en el momento más inoportuno. Tampoco me entusiasma que la basura se queme por toda la ciudad.

– ¿Qué valoras de forma más positiva de esta experiencia que estás viviendo?
– La posibilidad de conocer y aprender. Ser consciente de que lo que se ve y oye desde fuera suele ser mentira. Los viajes por el continente, Kenia, Burkina Faso, Benín y Ghana, por ahora, aunque cuento con salir algo más en el tiempo que me queda por aquí, que me permiten ver que el mundo es mucho más grande y, también, mucho más pequeño de lo que pensaba.

– Y tu familia, ¿qué pensó cuando le comunicaste que te marchabas al país africano?
– Hubo de todo. Supongo que, principalmente, miedo y preocupación. Pero es que yo mismo algo intranquilo, a pesar de que ya tenía buenas referencias.

En sus días libres, Luis aprovecha para conocer el país. En la foto, un pueblo situado a unos 30 kilómetros de Abiyán.
En sus días libres, Luis aprovecha para conocer el país. En la foto, en Mbato-Bouaké, un pueblo situado a unos 30 kilómetros de Abiyán.

– ¿Qué echas más de menos?
– Las aceras. Andar. Tomarme una caña en una terraza al sol. Los amigos. La familia. (No necesariamente en ese orden).

– Y después de Costa de Marfil, ¿Sabes cuál será tu próximo destino?
– Por el programa en el que estoy, puede ser cualquier sitio. En unos meses sabré algo más. No me cierro a nada, aunque, la verdad, me apetece la idea de trabajar en España -siempre he trabajado en el extranjero- y mantenerme allí por mí mismo.

El distrito financiero de Plateau -al fondo-, visto desde Marcory Résidentiel, un barrio lujoso de 'expatriados'
El distrito financiero de Plateau -al fondo-, visto desde Marcory Résidentiel, un barrio lujoso de ‘expatriados’

– ¿Cuáles son tus aspiraciones?
– Seguir aprendiendo y viajando. Poder irme de cañas al salir del trabajo. Ver a mis amigos y a mi familia más a menudo.

– Qué mensaje mandarías a los onubenses.
– Lo que dijo Gandalf: “Fly, you fools”. Ahora que está tan de moda eso de sacarse los Bs o Cs… que aprovechen. Viviendo fuera o, simplemente, viajando, se conoce y aprende mucho más que en cualquier clase o curso al que se pueda uno apuntar.

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