Carlos Arroyo. Plaza de toros de Cortegana, con tres cuartos largos en los tendidos en tarde calurosa, se lidiaron toros de Sobral, bien presentados, nobles y de buen juego en líneas generales, sobresaliendo cuarto y sexto, encastados y con recorrido, para los diestros:
Manuel Jesús “El Cid”, de tabaco y oro, pinchazo y estocada casi entera, división; media estocada tendida y tres descabellos, ovación.
Iván Fandiño, de lila y oro, pinchazo y casi entera desprendida, ovación tras petición; dos pinchazos, bajonazo y estocada, silencio.
David de Miranda, de azul rey y oro, estocada, dos orejas; dos pinchazos y estocada, oreja.
Saludaron en banderillas Iván García en el 2º, Manolo Contreras en el 3º y Fernando Pereira y Pedro Muriel en el 6º.
Una corrida muy bien presentada y de excelentes hechuras para embestir la que presentó el ganadero de Sobral para la tarde de Cortegana, algo de agradecer para los amantes del toro bravo que por tantas plazas nos desencantamos con el toro anovillado o feo para embestir. Ejemplo de corrida de toros para una plaza de tercera categoría. Y en el juego dado, tampoco desencantó a nadie, porque la corrida tuvo la suficiente presencia y seriedad en su comportamiento para mantener la atención del aficionado. Y de nuevo fue David de Miranda el que más expuso durante la tarde y el que se erigió en triunfador de la misma.
Arranca una fuerte ovación en el quite por tafalleras con la quietud habitual, con las astas del toro rozándole las espinillas. El torero es una estaca. Brinda al público y comienza el trasteo por el pitón derecho, donde el toro tiene algo más recorrido y suelta menos la cara. Consigue conducir las embestidas con cadencia en algunos momentos.
Remata con manoletinas. La gran estocada le proporciona las dos orejas por parte de un público entregado. El sexto es más encastado y requiere más temple. Le cuesta más acoplarse al torero porque el toro tiene teclas que tocar. Cuando le encuentra la distancia, el toro se entrega y va largo, llegando los mejores momentos de la faena. Hay naturales soberbios. La espada se lleva un premio mayor, quedando en una oreja.
El primer toro, un cárdeno de bellísima estampa, tiene clase y recorrido. Se lesiona en los cuartos traseros durante la lidia en banderillas y el presidente decide no devolverlo ante el enfado general del respetable que no deja al torero de Salteras realizar la faena. A pesar de ello, hay momentos de plasticidad y buen toreo. La división se puede repartir en pitos para el palco empresarial y los aplausos para el torero. El cuarto toro es el más noble y templado de la corrida, sobre todo por el pitón izquierdo, la mano del torero, y bien que lo aprovecha el diestro, zurdo, sevillano. Excelente toreo al natural cadencioso, templado y de mando. Recordó al mejor Cid, también con el fallo a espadas, que tantas tardes se llevó el triunfo y que ayer volvió a cercenar la posibilidad de premiar el buen trasteo.
Iván Fandiño se llevó el lote más descafeinado de la tarde. El primero tuvo algo de más empuje, pero la falta repetición, careciendo la faena de ligazón, por lo que no puede llegar a los tendidos. El torero pone lo que le falta al toro, y se premia su actuación con una petición no atendida por el presidente del festejo. El quinto no fue el bueno.
El toro más apagado, sin recorrido ni repetición, se llevó por la borda el trasteo insustancial del torero de Orduña. Tampoco estuvo certero Fandiño con la espada, por lo que todo quedó en el silencio a su actuación.
