Ana Rodríguez. Hasta Fulda, en el corazón de Alemania, hemos viajado este lunes para conocer a David Hernández Díaz, un onubense de 25 años y natural de Huelva capital que lleva cuatro asentado en esta ciudad germana a la que llegó inicialmente para hacer una estancia Erasmus de un año.
Estudiaba por entonces Turismo en la Universidad de Huelva y, aunque su primer impulso fue echar la beca para Italia, país que le resultaba especialmente interesante por su atractivo arqueológico, sus coordinadores le recomendaron que se decantara por Alemania al convenirle más aprender el idioma de este país.
Tras concederle la plaza, el onubense, que de pequeño se había formado en Huelva en los colegios Santo Ángel y Safa Funcadia, se instaló en Fulda, ciudad donde se encontró tan a gusto y vio tantas posibilidades de futuro que decidió quedarse allí y empezar unos nuevos estudios en su Universidad.
Actualmente, David cursa el grado de Negocios Internacionales y también trabaja en un hotel de la cadena Maritim en jornada de estudiante, en concreto en servicio para congresos, conciertos y otros eventos, además del buffet almuerzo. «El hotel es muy llamativo, pues las salas multiusos y el comedor se encuentran en un palacete del siglo XVIII, con frescos en la sala central del edificio», explica el joven, quien nos cuenta cómo está resultando su experiencia en Alemania.
– David, ¿cómo es Fulda?
– Fulda es una pequeña ciudad de unos 70.000 habitantes, rodeada por varias colinas. Conserva su casco urbano al estilo barroco, con varios palacios y una bella catedral. Es una ciudad de peregrinación por San Bonifacio, enterrado en dicha catedral (antigua Abadía) santo que desde Fulda extendió el catolicismo por toda Alemania.
Fulda es una ciudad famosa en la región de Hessen por su peculiar carnaval, en el cual los ciudadanos pertenecen a distintas agrupaciones que tienen su propia vestimenta que recuerda al siglo XVIII, cada una con su banda y charanga, amenizando un lunes de carnaval con asistencia de público de ciudades de alrededor, llegando a unas 80.000 personas.
– ¿Cuál es tu lugar favorito de tu nueva ciudad?
– Uno de mis lugares favoritos de la ciudad son los lagos que hay en un parque, lugar para relajarse y leer un libro.
– ¿Es tu primera estancia en el extranjero?
– Meses antes de venirme a Alemania, durante el verano de 2012, estuve en Austria trabajando para una familia con un niño y una niña como au-pair. Además asistí a un curso de verano en la Universidad de Viena. Debo decir que tuve una suerte extraordinaria, pues era la primera vez que salía de España solo, pero con esta familia tan agradable me sentí desde el primer instante como en casa. Aprendí y conocí muchas cosas de la cultura y geografía austríaca, así como el idioma, el alemán, con un matiz con respecto al de Alemania. Me fue tan bien con ellos que al verano siguiente repetí. Actualmente sigo teniendo contacto con ellos y de vez en cuando organizamos una excursión para no perder las buenas costumbres
– ¿Cómo fueron tus primeros días en Fulda?
– Al llegar tuve la suerte de que no me encontré solo, pues gracias a una compañera de mi madre supe que el hermano de esta chica residía en la misma ciudad y fue un gran alivio el que te recibiera alguien de tu propia ciudad natal, aún sin conocerle. Por lo que los primeros días los pasé en casa de Javi, al que le estaré siempre agradecido por esa acogida. A la semana fueron llegando mis compañeros de la Universidad de Huelva y me trasladé a un piso en el centro de la ciudad, en el que vivíamos un iraní, un ucraniano, mi compañero de Cortegana, Maikel, y yo. La convivencia fue bien, a pesar de algunas diferencias culturales, como es normal, fue un año bastante bueno. La Universidad creó un grupo internacional, pues esta Universidad acoge a estudiantes de todo el globo y compartimos muchas experiencias, visitas a otras ciudades… Me sentí tan bien y empecé a ver tantas posibilidades en cuanto al futuro, que empecé a plantearme el quedarme.
– ¿Cuál era tu nivel de idiomas al llegar?
– En la Universidad de Huelva hice el A1 de alemán, y en Viena también hice otro curso de verano, pero era tan básico que apenas me atrevía a hablarlo. El primer semestre, al estar en un grupo de internacionales (gente de Colombia, Chile, Ucrania, Rusia, Corea del Sur, Uzbequistán, Irak, EEUU, Perú, Iran, Pakistán, Jordania, Camerún…), nos comunicábamos en inglés la mayoría del tiempo y el alemán lo empezamos a aprender con los cursos a los que nos matriculamos allí. En el segundo semestre ya empecé a hablar con alemanes conversaciones básicas como de dónde vengo, cómo me llamo, qué hago aquí…
– ¿Cómo es vivir ahí? ¿Es muy diferente a España?
– Vivir en Alemania cambia completamente tu vida. Las costumbres son muy diferentes, los horarios te trastornan a veces, pues eso de almorzar a las 12.30 del mediodía aún me cuesta. La comida es otra de las diferencias, lo que predomina es el lomo de cerdo empanado (schnitzell) y salsas por doquier, además de mucha col y otras verduras y hortalizas. Por suerte me gusta cocinar y me preparo mis platos preferidos, si no acabaría de salchichas y de lomos empanados hasta las orejas jeje.
– ¿Cuál es la imagen que tienen de España los alemanes?
– Los alemanes encuentran a España como un país muy rico en cultura, gastronomía, con gente alegre y amable. Con respecto a la política española, se asombran al ver la problemática y desastre que tenemos actualmente y no se explican la situación.
– ¿Te has encontrado allí con muchos españoles?
– Los españoles estamos por todos lados, y en esta ciudad no iba a ser menos. Con el paso del tiempo he ido conociendo a muchos españoles, tres de ellos choqueros como yo, y otros muchos de diferentes ciudades de España como Sevilla, Córdoba, con los que he entablado muy buena amistad. También he conocido a españoles de los que emigraron hace 50 años, los cuales decidieron hacer su vida aquí por las condiciones que se les presentaba.
– Cuéntanos alguna anécdota que te haya ocurrido durante tu estancia.
– Un día iba por la calle hablando con un amigo y al cruzar en un semáforo una chica alemana nos paró muy feliz porque éramos españoles y quería aprender más español de lo poquito que sabía, quería que hiciéramos un tándem y tal, lo que no se había dado cuenta de la emoción es de que nos había parado en plena carretera y el semáforo ya estaba en rojo, y por increíble que parezca, no se escuchó ni un pitido de ninguno de los coches que allí esperaban a que termináramos de cruzar. Fue algo surrealista.
Otra anécdota, un día estaba esperando a que el semáforo se pusiera en verde para cruzar, sin embargo, un señor mayor con poca paciencia, al ver que no venía ningún coche cruzó. Al llegar a la otra acera, una chica de unos 30 años a lo máximo con su hija de la mano empezó a espetarle al señor mayor que qué poca vergüenza tenía al cruzar en rojo delante de su hija dándole mal ejemplo de lo que no se debía hacer. El señor ruborizado, empezó a pedirle disculpas a la madre y a la niña de apenas cinco añitos. Otro aspecto interesante de los alemanes.
– Ahora que lo dices, ¿cómo son los alemanes?
– Debo decir que muchos de los estereotipos que tenemos en mente de los alemanes, como siempre, no son verdad. Como en todos lados, hay alemanes serios y que no tienen ese humor que esperaríamos de un español, pero he de decir que he pasado muy buenos momentos con muchos de los que he conocido. Un aspecto muy característico es que cuando un alemán te pregunta si vas a ir a la fiesta del viernes de la semana que viene, o a una cena, no vale como respuesta un quizás, aquí lo tienen todo meticulosamente controlado y ellos organizan sus cosas con semanas e incluso meses de antelación, para que después no se diga que uno no había avisado. Por tanto un sí o un no es la respuesta indicada. La puntualidad suele ser otro de los aspectos más importantes, aunque hay alguno que nunca ha visto un reloj en su vida 😀
Por la ciudad es casi imposible escuchar un pitido de un coche, tienen mucha paciencia por cualquier percance que suceda, y para los peatones la gente está muy concienciada en cuanto a que se debe cruzar en verde.
– ¿Como es un día cualquiera de tu vida en el lugar donde vives ahora?
– Pues me suelo levantar temprano, a eso de las 7 como muy tarde, y dependiendo del día, unos trabajo y otros tengo clases. El horario de trabajo va en función del horario de estudio, de forma que no coincida uno con otro. Depende de cómo se presente el fin de semana, el viernes quedo con los amigos y salimos a tomar algo a un pub del centro. Los fines de semana, si no trabajo, paso el tiempo libre con mi pareja y amigos, salimos a tomar algo y dar un paseo por la ciudad, o visitamos otra ciudad en coche, en bicicleta…
– ¿Te has marcado algún nuevo objetivo o reto?
– Mi principal reto y objetivo es acabar el grado que he empezado a estudiar aquí y poder comenzar mi vida laboral, por ahora, en Alemania. Si me sale trabajo en otra parte del globo, allí estaré para cubrir el puesto, pues me gusta conocer otros países y su cultura, su gente. En España no me he planteado el volver, pues no veo que pueda darme una vida laboral y económica estable por el momento.
– ¿Qué piensa tu familia y amigos de tu aventura?
– Mis padres y hermanas, a los cuales les estoy muy agradecidos, son los que primero me apoyaron en todas mis decisiones, además me siguen guiando con sus consejos. Sin ellos no habría llegado donde me encuentro ahora. Mis padres han creído como yo que es una buena oportunidad que debo aprovechar. También cuento con el apoyo de mis amigos, que desde el primer momento me animaron a seguir lo que yo quería.
– ¿Recomiendas a todo el mundo que viva un tiempo fuera de España?
– Es recomendable al cien por cien el vivir una temporada fuera, donde no tienes a la familia ni a los amigos. Por duro que parezca, te hace conocerte a ti mismo, a aprender a valerte solo y comenzar a desarrollar tu independencia, a cometer y solucionar errores, en definitiva, crecer como persona.
– Para terminar: un mensaje a los onubenses.
– Para tener una mente más abierta, coge una mochila y embárcate en una aventura, descubre cuán grande es el mundo y las posibilidades que te ofrece.