Benito A. de la Morena. El verano va pasando y seguimos sin acuerdos, ¡ya está bien! Mucho palabreo barato, poca enjundia reflexiva, menos aún pensar en la mayoría y por supuesto, de mi bienestar nadie se percata.
Mi cabreo, perdón, enfado, va en aumento y me siento vilipendiado pues solo estoy disponible para cuando ellos quieren, además, me engañan con falsas promesas haciendo sentirme estúpido, también me siento pagano pues usan de mi economía para sus fines y no veo nada claro el beneficio colectivo.
Unos me dicen que son jóvenes y que por eso actúan así, que les falta experiencia; otros me cuentan que llevan toda su corta vida viviendo aún de los demás y que tienen exceso de confianza en sí mismos, cosas de la pos-adolescencia, pero sobre los de más edad me indican que son petulantes y se aprovechan de la indecisión para implantar sus decisiones, pero la verdad es que nadie se pone de acuerdo y el verano está pasando.
Yo solo quiero que se definan, que sepamos a donde debemos ir, que luego todo se complica y los acuerdos son necesarios, yo diría que imprescindibles. Cierto que aún queda septiembre y hay posibilidades de corregir este angustioso desatino, pero cada vez me siento más inquieto e indignado.
Yo suelo ser una persona tranquila, sosegada, reflexiva y que no disfruta con los problemas, pero creo que ya he llegado a mi tope de aguante y por ello he pensado dar un ultimátum…. a mi suegra, a mis hijos y a mi esposa para que, de una puñetera vez, se pongan de acuerdo a que playa quieren que vayamos a pasar los quince días que aún me quedan de vacaciones.
Y si esto pasa en una pequeña familia, ¡cómo no va a suceder en otros lares que, según dicen, también son importantes!
1 comentario en «La dictadura de la minoría»
La diferencia está, mi querido amigo, en que las discrepancias en la familia responden a apetencias y preferencias. Cada uno es libre de desear ir a un sitio u otro, en fución de su edad, su personalidad, sus placeres preferidos, sus amistades, …
Pero en los políticos actuales no son estos los condicionantes, sino otros ocultos.
Dice Usted: «Yo solo quiero que se definan, que sepamos a donde debemos ir …»
¿Lo saben ellos o cada día les surge un nuevo interés que condiciona todo?
«Vergoña» , diría nuestro amigo Francisco.