Ana Rodríguez. «Pienso volver algún día, espero que quieran contar conmigo de nuevo en Huelva». Con este deseo ha hecho las maletas, más cargadas de recuerdos que de ropa, el sacerdote Marco Antonio Martínez Moreno, un hombre muy conocido y querido en nuestra ciudad que durante una década ha sido vicario y coordinador de Pastoral del Colegio Salesiano ‘Cristo Sacerdote’ de Huelva. Su traslado al centro que su Comunidad tiene en Jerez de la Frontera es ya un hecho, una noticia que ha sido recibida con mucha tristeza en la capital onubense, donde este hombre se ha hecho querer, y mucho, gracias a su carácter bondadoso y su labor incansable por ayudar a todos, siempre con una sonrisa.
Para Marco Antonio estos diez años han sido «una década prodigiosa» y «emocionante» por la que estará «eternamente agradecido a Huelva»… y Huelva a él, como bien lo atestiguan las numerosas muestras de afecto y gratitud con las que lo están premiando en estos días los onubenses. Y es que este modesto sacerdote se ha convertido en el alma de la Asociación Juvenil Carabela, una entidad que educa en la integración a niños y jóvenes de las barriadas Diego Sayago (Torrejón), Hispanidad, Licinio de la Fuente, Verdeluz, Santa Marta, Nueva Andalucía y La Orden Alta. Además, su manera más abierta de difundir el mensaje de la religión cristiana ha calado hondo, estando su estilo en línea con el del Papa Francisco y su corriente de humildad, diálogo y comprensión.
Viendo cómo ha reaccionado tanta gente con su partida, a sus 48 años Marco Antonio echa la vista atrás y sabe que no se equivocó con el camino que eligió siendo aún muy joven. Nacido en el seno de una familia sevillana acomodada, sus padres no encajaron muy bien al principio la noticia de que uno de sus seis hijos quería ser sacerdote. «Yo tenía la vida resuelta, podía dedicarme al negocio familiar, pero no quería algo hecho, quería hacerlo yo y ser feliz porque yo lo había creado. Esa viveza interior me ha facilitado mucho las cosas, el saber que estoy aquí porque quiero. Sabía que me esperaba y me espera mucho trabajo, sacrificio y esfuerzo, pero el cariño de la gente te compensa con creces», afirma Martínez.
Pasó su infancia en Alcalá de Guadaira, donde estudió en el colegio salesiano de la localidad. Allí conoció a los que serían su ejemplo a seguir, los hermanos Don Miguel y Don Eduardo. Fue entonces cuando un jovencísimo Marco Antonio decidió hacia dónde encaminaría sus pasos: «Yo quería ser como ellos, que lograban traer a los chavales y hacerlos felices, y si para eso había que ser cura, pues pensé, me haré cura. Luego, con el paso de los años vas purificando motivaciones y ves que no todo es casualidad, que estabas predestinado».
Con 19 años ingresó en la comunidad salesiana como novicio, ordenándose finalmente en 1996. Se licenció en Teología, Filosofía y Psicología, viviendo de manera itinerante entre las provincias de Cádiz, Badajoz, Sevilla y Granada, además del año y medio que pasó en Torreblanca prestando servicios sociales por declararse objetor de conciencia cuando lo requirieron para hacer el Servicio Militar. Finalmente, en 2006 lo destinaron a Huelva, ciudad en la que años antes había recalado una temporada precisamente para echar una mano con los chavales de El Torrejón en el marco de la, por entonces, reciente Asociación Juvenil Carabela, fundada en 1990, y en la gestión de la parroquia que la Diócesis de Huelva había cedido a los salesianos.
Durante los últimos 10 años, Marco Antonio ha sido vicario y coordinador de Pastoral del colegio onubense, donde, por supuesto, ha ejercido también como profesor, dando clases de Música -toca el piano-, Religión, Ética y Educación para la Ciudadanía a adolescentes de entre 13 y 17 años. Pero su verdadera aportación, su gran reto personal, ha sido revitalizar la Asociación en la que tiempo ha ya había trabajado. Por ello, a su llegada en 2006, además de recuperar viejos amigos, lo primero que hizo fue visitar a los representantes políticos de la capital y, como no, al obispo, para exponerles sus planes y pedirles su colaboración y apoyo.
Por supuesto, no pudieron decirle que no a esta entidad sin ánimo de lucro, abierta y participativa, basada en educar en valores como el sacrificio, la naturaleza, el triunfo del bien, la esperanza, el esfuerzo, etc. más que entretener. En ella llevan más de 25 años trabajando con los chavales de los barrios más cercanos, pero también con todos aquellos que, gracias al boca a boca, saben de ella y de sus actividades y quieren participar en las mismas. «Vienen de toda Huelva, desde Isla Chica hasta el centro y el crío que viene repite porque ve un ambiente muy diferente. Tenemos futbolines, gente que va a hablar y a escuchar, un grupo de madres que hacen el papel de mamá Margarita, la madre de Don Bosco, que dan ánimo, median, bordan, llevan un taller de cocina, preparan un quiosco que les cuesta el dinero siempre, etc. La casa salesiana de la Asociación está abierta todos los días, hay gente de todos los tipos y es esa variedad la que nos hace más fuertes«, explica el sacerdote sevillano.
Clases de judo, capoira, cocina, campamentos, teatro… incluso se han hecho famosos por sus increíbles musicales -‘Peter Pan, El Musical’; ‘High School Musical’; ‘Grease’, ‘Disney El Musical’ y ‘Frozen El Reino Helado’-, con los que casi siempre cuelgan el cartel de ‘no hay billetes’ en la Casa Colón.
Decenas de actividades para trabajar con los chavales, pero también con sus familias, pues este acercamiento a los niños permite detectar posibles conflictos en el seno del hogar en los que la mediación se hace necesaria. En este sentido, Marco Antonio pone de relieve que «trabajamos dentro del Distrito V, donde hay más de 40 entidades con las que nos reunimos mensualmente para ver los casos concretos y ayudarnos entre todos. El trabajo en equipo es el arma perfecta para conseguir mejores resultados«.
Por otro lado, muchos de los monitores que enseñan a los niños estuvieron antes en el lugar de éstos y es que los salesianos subvencionan a algunos chavales -tienen una escuela en Sevilla de Tiempo Libre- el título de Monitor de Tiempo Libre, «para que luego puedan ejercer como voluntarios con nosotros, pero también encontrar empleo en otros lugares. En Lepe, por ejemplo, hay una empresa de actividades de aventura en la que el 90% de los animadores se han formado con nosotros», señala el salesiano.
Otro de los aspectos que ha cambiado mucho desde que Marco Antonio llegó a Huelva ha sido la manera de celebrar la eucaristía, en la que, en la última década, ha tenido un papel protagonista los jóvenes. Y es que, para el sacerdote «el cura es uno más» en las celebraciones, siendo los chavales de entre 10 y 30 años, organizados en grupos, los encargados de preparar la misa de cada domingo. «Cada grupo seleccionaba los cantos, poníamos vídeos, hacíamos teatros, bailes, leían las peticiones… incluso hemos sorteado peces, porque yo soy mucho de los animales», manifiesta Martínez. Una eucaristía, por tanto, nada convencional, que era necesario ver y vivir para comprenderla, para observar el efecto que provocaba en la gente.
Debido a su genuinidad, empezó a llegar noticia de estas celebraciones por toda Huelva, siendo muchos los que iban por curiosidad y luego se ‘enganchaban’, generando un efecto llamada que ha funcionado durante una década. Personalidades onubenses muy conocidas apoyaron esta manera de proceder del sacerdote, incluso TVE y Canal Sur llegaron a emitir sendos reportajes sobre las eucaristías familiares del padre Marco Antonio. Y es que su filosofía es hacer de la misa una gran fiesta, llena de alegría, en la que los asistentes disfruten… una manera de pensar que no todo el mundo comparte, pero con la que el sevillano siente que se mantiene fiel a sus maestros, a Don Miguel y Don Eduardo, que le inocularon un modo diferente de transmitir la fe a los demás.
De cualquier forma, y como Marco Antonio destaca, «todo lo que hemos hecho habría sido imposible sin la cantidad de buenas personas que hay en Huelva, sobre todo jóvenes. La gente se ha volcado con la Asociación, tenemos un equipo de 60 voluntarios con horario reglado, que en su día a día son barrenderos, médicos, profesores, parados… personas a las que el vínculo que las une es querer ayudar».
Y es que, qué duda cabe que la A. J. Carabela ha sufrido un crecimiento exponencial en los últimos años, convirtiéndose en un referente por la multitud de iniciativas que ha conseguido sacar adelante (¿quién no conoce a esta entidad por alguna de sus facetas?). Una labor que no ha pasado desapercibida y que ha sido reconocida en los últimos años con distinciones como el Premio Huelva Joven 2012, el Premio Cepsa al Valor Social 2012, la Medalla de la Ciudad de Huelva al Colegio Salesiano Cristo Sacerdote y el Premio Onubense del Año 2012 en la persona del propio Marco Antonio Martínez Moreno, quien también tuvo el honor en 2014 de dar vida al rey Melchor en la Cabalgata del 5 de enero.
Después de todo el esfuerzo, el sacerdote se marcha a Jerez con la tranquilidad de haber hecho los deberes, dejando la Asociación onubense en su mejor momento, pues actualmente cuenta con 600 socios cuya inestimable colaboración permite atender mensualmente a 1.200 familias de manera directa. Marco Antonio ha logrado, no sin ayuda, que cada vez sean más lo que remen en la misma dirección, que cientos de personas, a título personal, y en función de su trabajo y posibilidades, echen una mano de la mejor manera que pueden.
Quizá el botín de esta gesta se deba a que los onubenses han visto más al hombre que ama y se preocupa de sus jóvenes que al cura, de hecho, Martínez nunca se pone el clergyman porque piensa que «la gente tiene que saber quién eres por lo que haces, no por cómo vas vestido. Todos saben que soy cura sin necesidad de verme con el hábito. A muchos de los chicos que me dicen que no quieren nada con la iglesia les digo que no me vean como cura, sino como un amigo y que, a partir de ahí, juzguen por ellos mismos».
Siguiendo esta línea ha logrado llegar al pueblo, acercándose a él de manera llana, hablándole de lo sencillo y lo cotidiano porque, como bien ejemplifica el sacerdote, «a un chico con 16 años que está enamorado, con las hormonas revolucionadas, que siente que sus padres no lo comprenden… hay que hablarle de Dios partiendo de su realidad. Conectar con él diciéndole que Dios también fue hombre y que cuando hablamos de él lo hacemos de lo humano. Lo que nos conecta con Dios son las personas, si en las personas vemos a Dios, entonces podemos empezar a entendernos».
Después de una década tan significativa y tanta complicidad, al salesiano la marcha se le está haciendo muy difícil, sobre todo por los incontables homenajes y muestras de cariño que está recibiendo y que no son más que una pequeña parte de todo lo que él ha dado. Hasta un grupo de adolescentes ha estado recogiendo firmas para llevárselas al alcalde y al obispo a fin de que el sacerdote se quede un Huelva, un gesto que, aunque no tenga utilidad alguna, es un detalle precioso que pone de relieve hasta qué punto Marco Antonio se ha hecho imprescindible en la comunidad.
En estos momentos de despedida, Martínez afirma que «empezar es fácil, además voy a Jerez, que es una casa en la que ya estuve, pero irte es como si te arrancaran un pulmón. Hay que superar 10 años y es una etapa muy importante de mi vida, mis primeros años de sacerdote en madurez. He recibido mucho más de lo que he dado y lo hecho es por el equipazo de gente buena que me he encontrado. Uno lidera, apunta, pero la batalla la han librado ellos, sin cámaras ni aplausos».
Humilde hasta el final, Marco Antonio se marcha de Huelva con la esperanza no sólo de regresar algún día, sino de que lo sembrado haya agarrado tan fuerte en esta tierra que siga dando su fruto con los cuidados de otros agricultores. ¡Buena suerte!