Mari Paz Díaz. La reciente inauguración del Paseo de la Ría ha abierto un nuevo espacio para el ocio de los onubenses en una ciudad como Huelva, que ve así cumplido su anhelado deseo de acercarse a la Ría, a la orilla del río Odiel. Rodeado de 12.000 hectáreas de espacios naturales y frente al emblemático Muelle de la Compañía de Minerales de Riotinto, son muchos los ciudadanos que ya han acudido a la zona para conocer este lugar, que en pocos días se ha convertido en uno de los rincones más fotografiados de la capital.
El Paseo de la Ría dispone de más de 1.250 metros de longitud y 80 metros de anchura, un espacio a lo largo del cual se han dispuesto cuatro anfiteatros cubiertos de pérgolas para proporcionar sombra, un millar de pinos, 83 bancos, 125 sillas, 30 papeleras, 5 fuentes y diez quioscos destinados al ocio y la restauración, como el que gestiona Mosquito Club, que ya está en funcionamiento en el margen situado frente al Nuevo Estadio Colombino.
El proyecto, que ha supuesto una inversión superior a 23,1 millones de euros, ha sido diseñado por el estudio José Antonio Martínez Lapeña- Elías Torres Arquitectos. Un lugar, en definitiva, de esparcimiento que espera que los onubenses hagan como suyo para pasear, disfrutar de la ría o, simplemente, para relajarse.
Un espacio que nos recuerda que la ciudad de Huelva ha contado con anterioridad con otros lugares que eran los elegidos por los onubenses a la hora de salir. Sí, a lo largo de la historia, la capital onubense ha contado con varios paseos, algunos muy emblemáticos, paseos que han ido cambiando a medida que ha ido transformándose el paisaje urbano de la capital.
Para recordarlos, hemos querido acercarnos al libro de Juan Carlos Castro Crespo titulado Huelva ilustrada. 3.000 años de paisaje urbano, una publicación editada por el Colegio Oficial de Arquitectos de Huelva y Gestocomunicación en el año 2008, donde se hace un recorrido por diferentes aspectos de la arquitectura de la capital, incluyendo los Paseos. Un estudio que seguiremos para la realización de este artículo, en el que también contamos con la ayuda de Emilio Romero y José Antonio Portero, que nos han proporcionado un importante material gráfico, que compaginamos con otras fuentes, imprescindibles para reconocer los espacios a los que nos referimos.
En concreto, según recoge Castro Crespo, uno de los primeros espacios de ocio de la Huelva Contemporánea nos lleva precisamente a la Ría. Porque, a finales del siglo XIX y principios del XX, los onubenses disponían del llamado Paseo del Muelle, situado justo donde ahora se encuentra el Muelle de Levante, por lo que hoy ha desaparecido, a excepción de algunos de sus árboles centenarios. Al parecer, su ubicación exacta sería frente a la Ría, cruzando las líneas de tren de Sevilla y Zafra.
Como se puede apreciar en las fotografías de la zona, este lugar era de unas dimensiones considerables, contando con una buena hilera de bancos de hierro y madera, así como de farolas, y estando decorado con numerosas acacias, como era habitual en la época, aunque luego también se sembraron palmeras.
En esta época, los onubenses también podían elegir el pasar un día en el campo en el Parque Moret –como también puede hacerse en la actualidad- o, bien, disfrutar de las vistas del Paseo del Conquero, que iba hasta el Santuario de la Virgen de la Cinta.
“Su inicio se entendía desde la misma calle San Andrés, siendo conocido como el mejor “paseo de invierno” de Huelva –recorriendo la hoy avenida Manuel Siurot que concluye en el Santuario de la Cinta. Por tanto, este paseo era la vía de comunicación entre el casco viejo y el Santuario”, explica el autor de La Huelva Ilustrada. A lo largo de este tramo, los viandantes podían admirar algunos edificios emblemáticos de la arquitectura de la capital onubense, como el Instituto de Enseñanza Secundaria, obra del arquitecto Pérez Carasa. Pero, sin duda, lo más atractivo de aquel paseo eran las vistas que aún hoy se pueden admirar desde El Conquero, que no dejaban a nadie indiferente.
Un espacio que ha sido objeto de diferentes remodelaciones a lo largo del siglo XX, siendo las más significativas las que llevó a cabo la Cámara Agrícola de Huelva entre 1901 y 1905, así como el diseño ejecutado con motivo del Plan de Andalucía 1992, a través del cual, el Consistorio de la capital desarrolló los miradores del Conquero. Sin embargo, se trata de un lugar emblemático de Huelva sobre el que diversos colectivos reclaman una actuación más contundente para ponerlo en valor.
Mención aparte necesitaría el Parque Moret, que más que un paseo es un lugar de naturaleza de grandes dimensiones en la zona de La Orden que comenzó a gestarse a principios del siglo XX, hacia 1909. Un proyecto que nació con el objetivo de complementar precisamente el Paseo de La Cinta en una zona privada, que era propiedad de Claudio Saavedra Martínez, conocida como Huerta del Italiano. Un espacio de cuatro hectáreas, con arboleda, casa y pozo, que se adecentó como parque mediante la introducción de jardines, merenderos e, incluso, glorietas para la representación de obras teatrales. Un lugar que tras años abandonado ha vuelto a recuperarse recientemente para el uso y disfrute de los ciudadanos.
Aunque si existe una zona de Huelva que ha sido un lugar de ocio de forma recurrente en diferentes épocas, ésta es el Paseo de Santa Fe, que, anteriormente se llamó Paseo Eduardo Dato, además de que era conocido popularmente como Paseo del Chocolate. Era, sin duda, el lugar de paseo por excelencia de Huelva.
A modo de curiosidad podemos apuntar que, tal y como recoge Castro Crespo, sobre este espacio se planteó un proyecto que abría la posibilidad de conectar la parte alta y baja de la ciudad, es decir, que uniría la Plaza de San Pedro con la Plaza de las Monjas, de ahí que el paseo llegara hasta la calle Puerto, cuando en sus inicios sólo transcurría por dos partes del tramo actual. Sin embargo, aquella ambiciosa iniciativa urbanística, que databa de 1907, nunca se llevó a cabo, a pesar de que años más tarde, en 1947, el ayuntamiento intentara retomarlo sin éxito.
En otro punto de la ciudad se encontraba el paseo de la Alameda Sundheim, que se desarrollaba, como ahora, desde la Casa Colón hasta el Barrio Obrero, prácticamente en todo el largo de la calle. Una vía que en la Huelva de antaño estaba ocupada por grandes casas con enormes jardines, donde vivían las familias pudientes de Huelva, que se hacían en este lugar sus casas de campo, pues entonces se trataba de las afueras de la ciudad. Todavía hay alguna vegetación en esta calle que recuerda las palmeras, dragos o plataneras de aquellos jardines.
Entre las construcciones de este área destacó la Villa San Carlos, hoy convertida en sede del Colegio Funcadia, la Escuela de Peritos de Minas, que se construyó en la que fuera la casa de campo de Sundheim –hoy desaparecida y situada en el terreno que ocupa el Museo Provincial de Huelva– o el que fuera el primer campo de fútbol del Recreativo de Huelva, El Velódromo. Más tarde se construiría La Casona, un edifico que data de los años treinta del pasado siglo XX.
No debemos, sin embargo, confundir la Alameda Sundheim con el Paseo de La Alameda, situado en este caso en la zona que en la actualidad ocupa el Paseo de la Independencia y Plaza de la Merced, conocida antaño como la Vega Larga.
Históricamente, desde el año 1822, siempre había existido el deseo de urbanizar la zona de La Alameda, una iniciativa que se iniciaría en 1840, al menos en cuanto al arreglo del camino de tierra se refería. Para encontrar un adecentamiento mayor de la zona hubo que esperar un poco más, puesto que no fue hasta finales del siglo XIX (1899), cuando en la llamada Alameda de Matheson –hoy Paseo de la Independencia- se colocaron dos hileras de bancos de mampostería, acompañados por palmeras, que se habían cultivado en 1892, y que se colocaron de forma paralela. Una vegetación que se completó, además, con la instalación de acacias hacia 1912, llegando hasta la Plaza Toros. Vegetación que en gran parte ha llegado hasta nuestros días, aportando una gran personalidad a la zona.
Por último, en este recorrido por los paseos de la ciudad de Huelva, nos quedamos con el de la Punta del Sebo, origen del actual Paseo de la Ría, al menos en parte de su trazado. Un itinerario que, enmarcado en todo momento por numerosos eucaliptos, se iniciaba en el arco del Muelle de la Compañía de Riotinto hasta el Monumento a Colón. A lo largo de este paseo, los onubenses se encontraban con numerosas fuentes, balnearios y los raíles del tren de la Punta del Sebo, que llevaba a los bañistas hasta la playa de esta zona de Huelva (pueden recordarlo en el artículo El olvidado tren que unía Huelva con la Punta del Sebo).
En definitiva, son lugares que forman parte de la historia de Huelva, pero también de la vida cotidiana de los onubenses, de ayer y de hoy. Porque, si nos fijamos bien, no ha cambiado mucho la forma de comportarse del ciudadano a la hora de elegir su lugar de paseo en la ciudad. ¿O si lo ha hecho? Como siempre, es una elección que deben realizar los propios onubenses. Ahora, con la apertura del Paseo de la Ría, se abre una nueva opción para los momentos de ocio. Será decisión de todos hacerlo suyo, más aún cuando el acercamiento a la Ría siempre se ha planteado como un anhelo colectivo. ¿Será así? Sólo el futuro nos dará la respuesta.