Ana Rodríguez. Natural de Huelva, aunque muy vinculado a Valverde del Camino, Fernando José Cruz Vera es un onubense de 35 años que lleva tres viviendo en el extranjero. En concreto, este profesional de la enseñanza se mudó en junio de 2013 a México, país donde nació su esposa. Aunque la conoció en España, la circunstancias laborales llevaron a la pareja a mudarse al otro lado del charco en busca de un futuro mejor, una decisión de la que no se arrepiente nuestro paisano, ya que ha logrado desarrollar su carrera profesional de manera satisfactoria en el Estado de Jalisco.
Fernando José creció en la barriada de La Orden, aunque toda su familia es originaria de Valverde del Camino, localidad donde pasaba los fines de semana y vacaciones durante su niñez y adolescencia. Sus primeros años de vida transcurrieron entre un centro educativo que había en la Plaza de los Templetes y el Colegio Tres Carabelas, siendo de los primeros alumnos de esta escuela, en la que cursó desde cuarto de Primaria hasta séptimo de EGB. Fue entonces, a los 12 años, cuando su familia cambió su residencia a Valverde del Camino, terminando allí las etapas de Educación Básica, BUP y COU.
A los 19 años, Fernando José regresó a Huelva para comenzar sus estudios de Maestro en Educación Primaria en la UHU. En este sentido, el onubense confiesa que «aunque en un inicio no sentí una vocación profesional muy marcada por la enseñanza y la intervención psicosocial, poco a poco, sobre todo una vez comencé mi experiencia profesional en esta área, la vocación fue surgiendo de manera cada vez más significativa, hasta el punto de hoy en día configura uno de los aspectos más importantes en mi vida«.
También estudió Cruz la licenciatura en Psicopedagogía y posteriormente opositó para la función docente en la especialidad de Orientación Educativa en el año 2006, quedando en bolsa de trabajo de la Consejería de Educación. En junio de ese mismo año comenzó a trabajar como educador de convivencia en un centro de atención a menores con medidas judiciales en el municipio de Aljaraque. «Los inicios no fueron fáciles, nunca antes había desarrollado una actividad como ésta, e incluso pensé no encajar en ella. Poco a poco la experiencia cada vez mayor, y sobre todo gracias al equipo de profesionales con el que por suerte me topé y donde sigo manteniendo grandes amigos, hizo que cada vez mi motivación por la intervención con menores y familias fuera creciendo de manera exponencial», afirma el onubense.
Pero en 2013 tomó la decisión de cambiar de aires y junto a su esposa comenzó una nueva vida en México de la que ahora nos habla:
– ¿Por qué decidiste irte fuera?
– La situación por la que pasa el país de incertidumbre económica y laboral principalmente, unida ésta a un interés personal y profesional por poder enfrentarme a nuevas realidades y proyectos profesionales, que de alguna manera enriquecieran aún más la experiencia que hasta entonces venía acumulando, fueron quizás los factores más decisivos para tomar esta decisión.
– ¿Por qué México?
– Mi relación con México nace unos siete años antes de venir a vivir aquí. En 2006 conocí a la que hoy es mi esposa, ella es de nacionalidad mexicana. Desde 2006 hasta 2013 ambos residimos en Huelva, y prácticamente todos los años veníamos a México durante el mes de vacaciones. Probablemente, ése es el motivo principal por el que decidimos venir aquí y no a otro lugar.
– ¿En qué trabajas en México?
– Actualmente, trabajo como supervisor de internado (aunque hago un poco de todo) en Hogar Cabañas, un albergue que pertenece al Gobierno del Estado de Jalisco. Éste cuenta con algo más de 200 años de historia, aunque ya no se encuentra en las instalaciones originarias. El antiguo Hospicio Cabañas resulta uno de los edificios emblemáticos de la ciudad de Guadalajara (Jalisco), actualmente convertido en museo e instituto cultural.
El Hogar Cabañas, alberga alrededor de unos 450 niños y niñas, así como adolescentes, que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad. En él se le da atención integral (al menos se intenta) a estos niños y niñas, en cuanto a desarrollo psicológico, alimentación, salud, educación, etc.
Durante este año he comenzado a vincularme directamente con otro proyecto profesional. Desde el pasado mes de febrero trabajo, de manera puntual, en una Escuela de Secundaria y Bachillerato llamada SIGNOS. Ésta resulta un espacio de aprendizaje, pertenencia y expresión, muy ligado a la Educación Ambiental, que se encuentra a los pies del Bosque de la Primavera, uno de los lugares con mayor relevancia medioambiental de la ciudad.
– ¿En qué ciudad de México vives?
– Vivo y trabajo en el municipio de Zapopan, según tengo entendido es el segundo municipio más grande que integra el área metropolitana de Guadalajara, con una población de alrededor de un millón cuatrocientos mil habitantes. El área metropolitana, que de alguna manera es conocida en general como la ciudad de Guadalajara, tiene alrededor de cuatro millones y medio de habitantes, aunque esto depende mucho de las fuentes consultadas, ya que en otros casos se habla de que alcanza hasta los seis millones.
Guadalajara es la segunda área metropolitana más grande de toda la República, detrás de Ciudad de México, y con una población quizás algo mayor que el área metropolitana de Monterrey (Nuevo León). Guadalajara conocida popularmente en el país como la Perla Tapatía, es capital del Estado de Jalisco. De alguna manera, salvando las grandes diferencias culturales, Jalisco me recuerda en gran parte a Andalucía. Es este lugar cuna de muchos elementos culturales que de alguna manera identifican a México más allá de sus fronteras: cuna del tequila, los mariachis, la charrería, etc.
– ¿Cómo es la ciudad?
– La ciudad de Guadalajara, tal y como ocurre en muchos otros puntos de México, se caracteriza por presentar grandes contrastes económicos, sociales y culturales. Es fácil encontrar colonias (barrios) de un nivel socieconómico muy bajo junto a otras donde el nivel socioeconómico es muy elevado. De alguna manera el que es pobre es muy pobre y el que es rico es muy rico. No obstante, pareciese como si comenzase a surgir, en las últimas décadas, una clase media ciertamente acomodada. Por ello, el paisaje urbano cambia notablemente de un lugar a otro. El centro histórico y algunas colonias colindantes a éste tienen ciertos rasgos coloniales. Por ejemplo, en el centro histórico es típico encontrar calandrias: coches de caballos en los que puedes recorrer esa parte de la ciudad y que de algún modo recuerdan a los que puedes encontrar en el centro de Sevilla.
– ¿Cómo fueron tus primeros días allí?
– Los primeros meses no fueron fáciles, centrado en poder obtener mis permisos de residencia y trabajo en el Instituto Nacional de Migración, a la vez que buscaba sin parar un puesto de trabajo que se adecuase a mis necesidades personales y profesionales. Mientras eso ocurrió, trabajé de mesero (camarero) en un restaurante español los fines de semana, a la vez que laboraba como profesor de Primaria en un pequeño colegio. A los 10 meses después de mi llegada comencé mi labor profesional en el Hogar Cabañas, lo que me permitió poco a poco irme adaptando a esta nueva realidad.
– ¿Cuáles son los principales obstáculos que has tenido que superar en este tiempo?
– En primer lugar, conseguir el permiso de trabajo, los trámites en Migración (pese a la ventaja que me suponía estar casado con ciudadana mexicana) son largos y costosos. Posteriormente, adaptarse a una nueva realidad cultural en el día a día, junto con un fuerte sentimiento al extrañar a la familia, amigos, comida, supusieron un obstáculo más a superar. Hoy día me siento muy adaptado a esta nueva realidad, aunque aún son numerosas las ocasiones en las que echas de menos tu tierra, su comida, su gente, y su forma de vivir.
– ¿Cómo es vivir ahí? ¿Es muy diferente a España?
– Claro que existen muchas diferencias: la comida, los horarios de trabajo (aquí se trabaja mucho más), el tráfico, las fiestas, la música, etc. No obstante, considero que quizás son muchas más las similitudes que las diferencias, sobre todo con nuestra Andalucía (de alguna manera considero que en el sur de España somos mucho más latino que en otros lugares de nuestro país). El idioma, pese a las diferencias de un dialecto a otro, también tiene muchas similitudes con el andaluz, al menos el andaluz occidental. Creo que una vez llegas a México y poco a poco te vas adaptando a la nueva realidad lingüística y cultural, tu atención se centra más en lo que nos une que en lo que nos diferencia.
– Cuéntanos alguna anécdota que te haya ocurrido durante tu estancia…
– Habrán sido tantas, que ahora mismo no soy capaz de señalar alguna. Muchas de ellas supongo que han sido con el idioma, usar palabras y expresiones de allá que aquí tienen una interpretación diferente. Además el mexicano usa mucho lo que ellos llaman ‘albúr’ que viene siendo jugar con el lenguaje, usar los dobles sentidos de manera muy continua, y a la que poco a poco ya creo conseguí adaptarme.
– ¿Cómo son los mexicanos?
– Los mexicanos suelen ser personas cercanas y abiertas, sin pretender caer en tópicos, son buenos anfitriones y suelen acoger al extranjero de manera muy afectuosa. El hecho de ser extranjero, y en concreto español, pese a ciertas creencias y con alguna excepción, suele abrirte más puertas que las que te cierra. Además, son mucho más tranquilos tanto a la hora de hablar como a la de actuar, y al final debes acostumbrarte a ello si pretendes sobrevivir aquí.
– La seguridad allí, ¿es un problema?
– Puedo hablar del Estado de Jalisco y en concreto de Guadalajara. La seguridad es un problema casi en los mismos términos que ocurre en grandes urbes europeas, estadounidenses, etc. Aunque oyes hablar de violencia, robos, extorsiones…, el día a día, al menos desde mi experiencia, es tranquilo, algo diferente a la visión que nos muestran muchas de las noticias que llegan de aquí a Europa. No obstante, siempre es bueno mantener ciertas medidas de seguridad, pero no más que las que debes adoptar si caminas por ciudades como Barcelona, Madrid, Sevilla, etc. En otros Estados colindantes parece que el problema de la seguridad es algo más complicado.
– ¿Cuál es tu lugar favorito de tu nueva ciudad? ¿Y de la provincia de Huelva?
– En el área metropolitana de Guadalajara, podría señalar: Chapultepec, es una avenida medio céntrica rodeada de bares (tipo pubs), antros (tipo discotecas) y muchos lugares para comer, bailar, beber, y pasear; el centro histórico de Tlaquepaque es uno de mis lugares favoritos, Tlaquepaque es otro de los municipios que integran la zona metropolitana.
En Huelva capital recuerdo muchos lugares, como los Cuartelillos, el bar Mandala en el Conquero (hace poco estuve por allí), la Merced, etc. Y en la provincia, no puedo dejar pasar por alto las playas (la playa de La Bota), la Sierra de Aracena y, por supuesto, Valverde del Camino.
– ¿Te has marcado algún nuevo objetivo o reto?
– De momento, poder ir conociendo mucho más la nueva realidad de la Escuela SIGNOS, donde espero poder participar y apoyar en la consolidación de su proyecto y, por qué no, poder comenzar nuevos proyectos que ahora tan solo traigo (traemos) en mente.
– ¿Qué piensa tu familia y amigos de tu cambio de residencia?
– Pues depende de cada quien, pero supongo que la mayoría de familiares y amigos lo han vivido y viven con ese sentimiento de ambivalencia que de alguna manera nos caracteriza a todo ser humano, en el que converge el deseo de que uno se encuentre bien y haga lo que le guste hacer y el querer que estés mucho más cerca de ellos o incluso volver.
– ¿Cuáles son tus planes futuros?
– Intentar pensar en el futuro más a corto plazo, y vivir mucho más el presente, aunque ¡qué difícil es! Lo que ocurra mañana dependerá en parte de lo que haga hoy. De alguna manera me gustaría poder vivir haciéndole caso a un gran amigo moguereño, que siempre me repite una y otra vez lo de que lo único que existe es el aquí y el ahora, justo donde menos solemos vivir…, solemos estar más en el allí, en el ayer y en el mañana.
– ¿Recomiendas a todo el mundo que viva un tiempo fuera de España? ¿Por qué?
– Sin lugar a dudas, creo que sin necesariamente tener que vivir toda una vida fuera de tu país, el hecho de estar fuera algún tiempo relativamente largo te da la oportunidad de enfrentarte a experiencias y, por lo tanto, a obtener aprendizajes a los que difícilmente puedas acceder desde la comodidad que te ofrece tu tierra natal.
– Para terminar: un mensaje a los onubenses.
– Pues extender a todas y todos los onubenses la invitación a conocer un país como es México, al que nos une parte de la historia y muchas otras cosas más (tanto lo bueno como lo no tan bueno), y en concreto Jalisco y su capital Guadalajara. Creo que el conocerlo ayudaría a desmontar muchos tópicos y creencias que, de alguna manera, desde el otro lado del charco seguimos manteniendo hacia esta parte del mundo. Y, por supuesto, animar a todas y a todos a conocer otros lugares, por muy lejanos que estén, porque desde la distancia también aprendes a valorar mucho más nuestra tierra: nuestra Huelva, nuestra Andalucía y también nuestra España.
Muchas gracias