Mari Paz Díaz. Hay mucha gente que nos sigue sorprendiendo cada día en la provincia de Huelva. Héroes anónimos que merece la pena conocer. Así sucede con el enfermero Juan Antonio Manjavacas García-Del Pozo, que trabaja desde hace cerca de tres décadas en el área de Urgencias del Hospital Infanta Elena, y cuya labor va mucho más allá de su actividad profesional, porque, a lo largo de toda su vida, ha sido -y es- un ejemplo de solidaridad con aquellos que lo han necesitado en diferentes partes del mundo.
Nacido en Manzanares (Ciudad Real), su trayectoria vital está unida a Huelva desde el año 1987, cuando llegó a la provincia por motivos laborales, dado que entonces no encontraba nada por su tierra y un compañero que estaba en el Hospital de Riotinto le comentó que había vacantes en Huelva. Fue así como este Diplomado en Enfermería por la Universidad Complutense de Madrid recaló en el Infanta Elena, hospital en el que se encuentra en el servicio de Urgencias desde entonces. Y eso que, en principio, tan sólo se venía a Huelva para un año. Sin embargo, esta tierra acabó cautivándole tanto que ya se siente como uno más.
También ha sido en Huelva donde ha formado una familia. Fue aquí donde conoció a su mujer, natural de Cartaya y enfermera del mismo Infanta Elena, con la que tiene un hijo. Un pilar fundamental para Juan Antonio, ya que siempre le ha apoyado a la hora de desarrollar su labor humanitaria.
Sí, porque este onubense de adopción siempre ha compaginado su actividad laboral con una profunda vocación humanitaria, vocación que ha sentido desde muy joven, lo que le ha llevado incluso a hacer estudios de medicina tropical en Madrid. A causa de esta inclinación solidaria contactó a inicios de los años ochenta con diferentes grupos sociales y con una congregación misionera, si bien después decidió salirse de la congregación y estudiar Enfermería.
Cuando terminó la mili, le surgió la oportunidad de salir fuera para poner en práctica su vocación. Su destino fue Tanzania, donde estuvo tres años trabajando con tribus masais. «Mi experiencia con los masais me cambió mi concepción de la vida de forma radical. Allí no había médicos, sino que éramos dos enfermeros nacionales y el trabajo que teníamos era inagotable. Dependíamos de la ciudad para todo, para abastecernos, los traslados, etcétera. La asistencia que podíamos realizar se desarrollaba de una manera crítica, porque las camas que teníamos en el centro de salud eran de madera y muchas veces los enfermos tenían que dormir en el suelo», recuerda Manjavacas.
Entre otras tareas, este enfermero afirma que «teníamos que atender a toda la población, lo que suponía un trabajo inmenso, porque teníamos que ver a los enfermos, administrar vacunas e, incluso, cada dos semanas, visitábamos en avioneta zonas más alejadas». Así estuvo tres años de su vida, una etapa que recuerda con mucho cariño y que se desarrolló hasta que regresó a España de vacaciones.
Efectivamente, en un principio regresó por un periodo de vacaciones, por lo que no descarta volver en algún momento de su vida. De hecho, lo primero que hizo al llegar a España fue buscar financiación para regresar, porque su labor en Tanzania era totalmente altruista, tan sólo a cambio de alojamiento y comida, por lo que dependía totalmente de la congregación religiosa. Sin embargo, como él mismo dice, «por ahora no he vuelto, pero nunca se sabe, porque estoy de vacaciones». Y es que a Juan Antonio le encantaría repetir esta intensa y satisfactoria experiencia.
En cualquier caso, Manjavacas ha continuado fomentando su capacidad solidaria y humanitaria siempre que ha tenido oportunidad. Le fue posible después de conocer al responsable del SAMU en Sevilla, Carlos Álvarez Leiva, con el que comparte la misma filosofía ante las catástrofes y de asistencia sanitaria, «por lo que me embarqué con esta organización para ayudar en todo lo que pudiera, asistiendo en diferentes puntos del mundo a los afectados por desastres y cuyas estancias supusieran un periodo más corto, de entre 20 y 30 días, lo que me permitía compatibilizar la ayuda con la familia». Y es que tiene claro «que mi prioridad es el amor y el matrimonio».
Entre otras labores, con el SAMU ha estado ayudando tras el tsunami de Indonesia durante veinte días, formando parte de un grupo muy amplio de personas que trabajaban para el Programa de la Agencia Española de Cooperación. Unos días que considera que «fueron una excelente experiencia».
Del mismo modo, en el año 2010 también acudió con el SAMU a Haití tras el terremoto, donde formó parte del primer grupo de intervención. Unas vivencias a partir de las cuales ha continuado activo, es decir, preparado para acudir a cualquier situación de emergencia que se pudiera producir. De este modo, estuvo pendiente de la guerra de Liberia, para la que estuvo preparado por si se ponía en marcha un proyecto de Exteriores, que al final no surgió, como tampoco acudió finalmente a las inundaciones de India, para las que le avisaron por si hubiera sido necesario. Otros destinos para los que estuvo alerta, aunque finalmente no acudió o no se hizo la asistencia, han sido Filipinas, Nepal y Perú, entre otros. Todo ello se debe a que, para Juan Antonio Manjavacas, el formar parte de un proyecto humanitario es una forma de vida.
Una filosofía que compagina con su trabajo como enfermero en el servicio de Urgencias del Hospital Infanta Elena, donde se encuentra desde hace 28 años. Un trabajo que asegura que «no es nada fácil, aunque es una labor muy bonita y dinámica. A mí, me encanta, pero hay que reconocer que es una de las áreas de más carga y actividad en un centro hospitalario, si bien, en los últimos años ha cambiado mucho, sobre todo en nuestra actuación en materia de emergencias», explica. Un área de atención fundamental para los ciudadanos, ya que abarca un abanico muy amplio de posibilidades, lo que le ha reportado experiencias de todo tipo.
Por todo lo anterior, han sido los propios onubenses los que han considerado que Juan Antonio Manjavacas es un ejemplo a seguir, de ahí que recientemente haya sido elegido ‘Empleado Público del Año en Huelva’ en la categoría de Sanidad, dentro del marco de los premios organizados por el diario Huelva Buenas Noticias y el sindicato CSIF.
«Este premio ha sido toda una sorpresa, que he recibido con gratitud, incredulidad y orgullo. Sobre todo, me quedo con el apoyo que he recibido de los compañeros y de la familia desde el primer día que me enteré que estaba nominado a este certamen. Así que cuando escuché mi nombre durante la gala de entrega de premios casi no lo podía creer, ni siquiera sabía qué decir en ese momento, porque no lo esperaba», nos confiesa Juan Antonio.
A pesar de su sorpresa, su elección como ‘Empleado Público del Año en Huelva’ en la categoría de Sanidad ha contado con un importante respaldo, como lo demuestran las numerosas felicitaciones que Juan Antonio Manjavacas ha recibido desde la entrega del galardón. Así que, para finalizar, este quijote del siglo XXI tan sólo tiene palabras de gratitud para las personas que lo nominaron, «agradeciendo enormemente a todos aquellos que me votaron, así como felicitar a HBN y al CSIF la labor que desarrollan y la puesta en marcha de esta iniciativa pionera». A Juan Antonio, ¡muchas felicidades!