Juan Carlos Jara. El final del Recreativo está cerca. La longeva vida del pionero de nuestro fútbol, más amenazada y frágil que nunca, terminará pronto, muy pronto. Los empleados de la entidad albiazul, erguidos y con la cabeza bien alta pese a tanto maltrato acumulado, lo anunciaban de forma clara y certera hace tres semanas: “Podría ser el último partido de nuestro viejo Decano”, proclamaron a los cuatro vientos y traspasando incluso fronteras unos días antes del duelo en el Nuevo Colombino ante el filial del Granada. Y no les faltaba razón. Podría ser ése el último como puede serlo el de este domingo o alguno de los próximos, de los muy próximos.
El futuro del Recreativo pende de un hilo y solo una fuerte inyección económica podría evitar lo que digo al principio: que su vida se acabe muy pronto. Por muchas vueltas que demos al asunto y por muchos y buenos deseos que proclamemos al viento, el Decano del fútbol español tiene, a esta hora en la que redacto estas pocas líneas, los días contados.
Aquí se necesitan millones de euros que tapen agujeros urgentes surgidos de la ineptitud, y quizás algo más por lo que va diciendo un juez, durante la gestión más reciente. Afición, empleados de las distintas áreas del club, futbolistas y técnicos están poniendo sobre la mesa los únicos argumentos que sirven en este momento para remar hacia una todavía utópica salvación. El resto de actitudes, más de cara a la galería y sin verdadero arrimado de hombro, conducen a poco ante tan dramática situación.
Millones de euros en forma de inversión. Cinco o seis para empezar y unos cuantos más en el bolsillo para seguir caminando hasta una orilla en la que recuperar el resuello. Ésa es la solución para el Decano y todo lo demás son cantos al viento. Cualquier actitud que no prepare este estéril terreno para la llegada del capital -complicado, pero no descartable mientras haya vida- sirve más de estorbo que de ayuda. Y deprisa, que el tiempo se acaba. Puede ser, como decían los empleados, en el próximo partido. El final está cerca y es casi imposible alejarlo. Déjense de historias. Remuevan lo irremovible. Únanse por el objetivo y localicen la pequeña ranura por la que escapar de este infierno que va a acabar con el Decano. El final del Recreativo está cerca.