HBN. Trabajador de la administración local. Diplomado en Educación Social. Máster en Gestión de Recursos Locales. Monitor de tiempo libre en movimiento Scout. Amante de la cultura, el deporte y la naturaleza. Aficionado al montañismo y el senderismo. Padre volcado en sus dos niñas. Francisco Javier Gutiérrez, de 46 años, es todo eso y mucho más, porque entre sus intereses principales está también el voluntariado como forma de vida. Entró a formar parte de Cruz Roja hacia el año 1985, con tan sólo 15 años, cuando eran muy pocos en Huelva. Con el esfuerzo de todos, crearon Cruz Roja Juventud y se empezó a trabajar con jóvenes de las barriadas del Torrejón y La Navidad. Son los inicios de un camino que aún hoy sigue recorriendo.
-¿Por qué elegiste a Cruz Roja para desarrollar tu labor voluntaria?
-Creo que no elegí Cruz Roja, fue ella la que me eligió, al principio recuerdo que me atraían las ambulancias, poder portar el símbolo de Cruz Roja, participar en prácticas de socorrismo, subir en las lanchas de salvamento o acompañar en una Hermandad de romería con los Land Rover, todo era muy emocionante con esa edad. Hoy, tras unos años inactivo en la organización, me rescató Miguel Ángel Rodríguez, amigo y responsable de Voluntariado en Huelva. Mi formación es de Educador Social, la formación y madurez me hacen ver la importancia que Cruz Roja tiene para muchas personas cercanas, la gran labor social que realizamos en barriadas desfavorecidas, con niños/as enfermos, con ancianos, en asentamientos, en empleo y formación…
-¿En qué programas colaboras y en cuál es tu tarea?
-Actualmente estoy en el departamento o programa de Voluntariado, Cruz Roja es una organización de voluntarios y voluntarias principalmente, va en nuestro ADN y principios y a estas personas hay que recibirlas, explicarles qué es Cruz Roja, dónde y cómo pueden participar, yo estoy junto con otros compañeros/as en ese primer encuentro. Compañeros como Juan Ignacio, Manuel, Juan Daniel, Carmen… son la primera cara que ven las personas que quieren participar en Cruz Roja, por lo que considero muy importante nuestra labor.
-¿Qué le aporta a tu vida tu trabajo en Cruz Roja?
-Me aporta ilusión, ganas y alegrías. Ver que cada semana estoy con personas de diferente formación, edad, sexo y nacionalidad que quieren dar su tiempo, conocimientos y experiencias por los demás, eso da esperanzas. Son los voluntarios y voluntarias de muchas ONG los que han ayudado a que esta crisis económica no sea además una crisis moral, es la ayuda del voluntariado lo que hace que muchas personas con necesidades se levanten cada mañana y luchen por mejorar su situación. En casa se vive el Voluntariado, mi mujer, Almudena, sale con la Unidad de Emergencia Social de Cruz Roja (UES). Creo firmemente que debemos dejar este mundo un poco mejor de como nos lo hemos encontrado, y ser voluntario es mi manera de contribuir a ello.
-¿Podrías contarnos algún momento que recuerdes especialmente?
-Mis primeros contactos con Cruz Roja fueron cuando aún estaba en el puerto. La actividad consistía en reunir un grupo de chicos y as los viernes por la tarde para realizar actividades sencillas. Después, cuando inauguramos la nueva Asamblea en la Merced, pudimos tener sala propia, ya pasamos a ser nosotros los monitores, los voluntarios que podíamos proponer actividades y trabajar con otros jóvenes, hacíamos talleres de teatro, revelado de fotografía, salidas al campo de fines de semana, todo orientado a niños y niñas de barriadas desfavorecidas, fueron los primeros intentos de Cruz Roja Juventud de acercarse a los más vulnerables dentro de nuestro entorno.
También recuerdo con especial cariño el primer campamento de verano que organizamos para niños/as de la Casa Cuna de Ayamonte y de la Ciudad de los Niños, fueron 15 días en el Albergue de Punta Umbría, chicos y chicas que no tenían forma de veranear, de salir de su entorno, hicimos talleres, juegos y dinámicas, pero sobre todo los escuchábamos, aún conservo una cartulina con las dedicatorias de todos ellos que nos hicieron a los monitores.
Después pasé a Cruz Roja del Mar, estaba en Punta Umbría, pintamos y arreglamos la asamblea local, estábamos en los puestos de socorro, fueron muchos los días pendientes de la playa, atendiendo pequeñas heridas y quemaduras, y algún que otro incidente más grave, recuerdo el agradecimiento de los padres cuando venían a recoger a su hijo perdido, el compañerismo de los voluntarios/as y las experiencias en las lanchas de salvamentos.
Y fue especialmente emotiva la celebración en Madrid del 125 aniversario, me hizo sentir aún más orgulloso de pertenecer a una gran organización, asumir los principios sobre los que se rige Cruz Roja, y compartirlos con tantos compañeros y compañeras, es una forma de vivir.
–¿Cómo animarías al voluntariado?
-Ser voluntario/a es una manera de entender la vida, es ayudar a los más cercanos, a los más necesitados, y en este proceso crecemos. Crecemos como personas en humanidad, en experiencias, en agradecimientos recibidos, en formación. Ser voluntario es un gen que poseemos desde el nacimiento, debemos buscarlo y desarrollarlo, porque permite ser más felices y ver la vida con esperanza y alegría, y las personas más alegres viven más y mejor