M.P.D / R.M. Los onubenses han tenido la oportunidad de vivir este Miércoles Santo un momento grabado ya en la historia de la Cofradía de la Santa Cruz, Santo Sudario de Nuestro Señor Jesús de la Providencia y María Santísima Madre de Gracia. Desde su fundación en 1998, y dejando atrás la Parroquia de Santiago Apóstol (en el Molino de la Vega), templo desde el que no podía salir, la Catedral de la Merced ha sido testigo de las salidas procesionales de esta joven cofradía, circunstancia que ha variado esta Semana Santa siendo desde noviembre de 2015 la parroquia de la Concepción sede canónica de la hermandad. Una cofradía, la más joven de todas las que conforman el Miércoles Santo onubense, que año tras año va haciéndose un hueco cada vez más respetable en la Semana Grande de Huelva.
Centenares de onubenses se han agolpado a las puertas del céntrico templo para acompañar al paso de misterio de esta cofradía, que iniciaba su estación de penitencia de forma puntual, a las 19.20 horas. Junto al cambio de sede, gran novedad de la Santa Cruz esa Semana Santa, la hermandad ha estrenado la talla del canasto frontal del paso, que está siendo realizado por Francisco Verdugo. No se puede olvidar que el paso es el proyecto más ambicioso que está desarrollando esta joven hermandad onubense, realizado según el boceto de Sánchez de los Reyes.
Otra particularidad de esta hermandad son sus enseres basados en elementos arquitectónicos civiles y religiosos de Huelva, como los ciriales que portan los acólitos basados en la fuente de la Casa Colón o los faroles de acompañamiento de la Cruz de Guía, inspirados en unos que posee la Hermandad de la Cinta. Dado este sentimiento de pertenencia a la ciudad, no es de extrañar que entre sus proyectos futuros se encuentren las tareas de caridad, además de las de formación y apostolado. Y es que su objetivo es recuperar el estilo de las cofradías de finales del siglo XIX, con un silencio elegante, siendo una hermandad de capa.
En cuanto al acompañamiento musical, la Capilla Musical Madre de Gracia, propia de la cofradía, volvía un año acompañar a la Santa Cruz durante su recorrido, en un cortejo que conformado por unos 120 nazarenos, que visten hábito, capa, antifaz y escapulario azul marino, con escudo bordado en oro y cíngulo crema.
Una hermandad de silencio que un año más ha hecho gala de su semblante de elegancia y seriedad, y que, lugar a dudas, la Santa Cruz marca el contrapunto al fervor y al cariz festivo que la Victoria y la Esperanza marcan en el Miércoles Santo onubense.