Isabelo, la eficacia del coraje

Real Club Recreativo de Huelva: Pérez Domínguez, Isabelo, Martínez Oliva, Peguero, Chinchón, Sierra, Plácido, Robles, Sampedro, Robles, Sampedro, Carlos, Ricardo.
Real Club Recreativo de Huelva: Pérez Domínguez, Isabelo, Martínez Oliva, Peguero, Chinchón, Sierra, Plácido, Robles, Sampedro, Robles, Sampedro, Carlos, Ricardo.

Antonio José Martínez Navarro. En Tharsis, tierra sobrecogida bajo el peso indeclinable de sus minas, nació el día 18 de septiembre de 1943, Isabelo Ramírez Martín, en el seno de una familia donde había muchas bocas que alimentar y entraba un solo sueldo, el de su padre. Afortunadamente, sus padres tenían la ayuda de su abuelo que era capataz de la vía y ganaba un buen sueldo y que, al tener sólo una hija soltera, podía ayudarles y no es que lo ganara mal su padre pero si la familia no pasaba hambre, sí que tenían necesidades, porque los años de la postguerra fueron terribles ya que escaseaban todos los artículos.

Sus primeros recuerdos están unidos a la minería. Isabelo se crio al lado de la corte principal de mineral que tenía Tharsis. La familia vivía en aquellas casas de la Compañía minera en las que no había agua corriente, ni cuarto de baño ni nada, sólo dos habitaciones de madera y tejas el techo. Estas casas estaban muy próximas al lugar de las operaciones del metal. Así, cuando sonaban las detonaciones de las explosiones para sacar el mineral, estaban tan cerca las viviendas y eran tan profundas las sacudidas que alcanzaban a sus moradores en una epilepsia inaudita. La única defensa consistía en meterse debajo de la cama para que no les cayera nada del techo.


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Isabelo no necesita cerrar los ojos para ver aquella Tharsis entera y viva, como si en vez de un pueblo minero fuese una criatura. Como si fuese un liliputiense estado británico en Andalucía, recuerda su Economato, su guardia personal, sus colegios, su hospital, sus médicos…. Era la cultura inglesa en toda su efervescencia. Y recuerda que era tal la sumisión a los británicos que a los obreros que trabajaban a sus órdenes les era imposible hacer una huelga, ya que los sueldos te los abonaban mediante vales. Acompañado de su madre venía en el ferrocarril de Tharsis a Corrales, cogían la canoa y pasaban al Muelle y se acercaban a la “Tienda Chica”, el “Barato” y otras donde pagaban mediante vales, ya que no les daban dinero.

De izda. a derecha: Isabelo, Chinchón y Espíldora.
De izda. a derecha: Isabelo, Chinchón y Espíldora.

Isabelo recuerda su niñez con mucho cariño, porque con cualquier objeto que tuviese inventaba un juego: la “villarta”, salto del moro… y sobre todo aquellas pelotas de trapo que hacían con una media. Sus primeras patadas las dieron jugando descalzos o con una alpargata de esparto que la metían en alquitrán y la sumergían en arena para que no se deteriorara.


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El colegio era comunitario. Estaba bajo los auspicios de la Compañía que, incluso, ponían los maestros. Al igual que en cualquier otra ciudad, tenían sus equipos de barrio: “El Coto”, “El Casino”, la “Plaza Vieja”… Él pertenecía y jugaba en la “Plaza Vieja”, ya que nació al lado de ella. La denominación le venía porque más tarde hicieron otra plaza. Todos los interminables partidos que jugaban terminaban con el mismo epílogo, a pedradas entre los dos bandos que habían dilucidado la victoria.

A los catorce años y con el Certificado Escolar debajo del brazo salió del colegio y como sus posibilidades económicas le vetaban estudiar, empezó a trabajar con un carrillo de tres ruedas repartiendo pan de la Panadería. Dos años más tarde, era uno de aquellos esforzados que hacen el pan. En esta época, jugaba en el Tharsis y aquí abrimos la compuerta de la anécdota: le tuvieron que falsificar la partida de nacimiento para poder jugar de amateur, esto es, tenía 17 años y le pusieron 18. Para tal acción, tuvo que ir al Juzgado el brigada, que era muy aficionado, y como tenía mucha mano y el ardid era para hacer deporte…. En este equipo, tenía un entrenador inglés, don Juan Timoney y estando en los años cincuenta empleaba métodos que en la actualidad se están empleando en el fútbol como novísimos. Era un entrenador muy adelantado que había tenido la satisfacción de jugar en la primera división inglesa. Después llegó un entrenador de Sevilla, Raimundo de Bort que ya se había percatado de su inmenso potencial futbolístico y quiso llevárselo al Sevilla. Y en efecto, probó con el equipo hispalense: Jugaron un partido en Écija alineándose con este equipo y contra el Sevilla Atlético. Le gustó al Sevilla y quería llevárselo a la ciudad de la Torre del Oro. Pero su madre no quiso: él estaba trabajando, había muchas necesidades que cubrir en su casa y no podía perder el trabajo. Además, no era una cosa que le diera mucho producto ya que el Sevilla Atlético estaba en Tercera División. Continuó desarrollando su oficio de panadero y en estos instantes se pudo marchar a jugar con el Ayamonte, club dirigido por Juan Luis, hermano de Ruiz Estévez, el que regentaba la empresa de camiones de transporte. Éste se había personado en la panadería para hablar con el dueño de la misma, para que lo dejara un año de excedencia, pero no quiso dejarlo, ya que en el oficio de panadero todos los puestos están contados, es decir, si falta uno el pan no sale, al margen de que se necesita un tiempo de adaptación y de aprendizaje y como el dueño de la panadería no quiso, casi se olvidó del fútbol. No obstante, en las filas del Tharsis jugó en las provincias onubense, gaditana y sevillana e incluso llegó a enfrentarse al “Atlético de Huelva” y al “Titán” en el campo del Politécnico.

Pero por el fútbol perdía la razón. Así, estuvo tres años jugando en el equipo que formó la Auto-Escuela “Castro”, en el que destacó porque Isabelo es tan listo en el terreno de juego como fuera de él.

ISABELO3Y le llega el servicio de las armas. Realiza la instrucción militar en Cerro Ovejo y después fue destinado al cuartel de Infantería “Nuestra Señora del Carmen”, en Huelva. Y estando allí, un árbitro que le había pitado en categoría Regional, el Sr. Feria, que por cierto era hijo de Tharsis y muy amigo de Martín Berrocal, habló con éste y le dijo: “En el cuartel hay un chaval de Tharsis que lo he visto jugar un montón de años y creo que para el Recreativo te puede valer”. En aquellas fechas, el Club Decano había sido estrenado por Lebrón durante dos temporadas y, en aquella estaba bajo la disciplina técnica y táctica de Guillamón, internacional del Sevilla. Le llamó Martín Berrocal e Isabelo se acercó a las oficinas del Club Decano. Le preguntó que si quería jugar al fútbol y le dijo que sí. Pero, con la condición de que lo quitara del Cuartel. Sebastián Zabala habló con el Teniente Coronel y le dieron licencia incluso de pernocta. La verdad es que Isabelo estaba encantado de la vida: Paraba en una pensión, situada frente a la Cárcel antigua, con lo que le permitía estar muy cerca de las metas más importantes para él en aquellas fechas: el Estadio y el Cuartel.
Y comenzó a jugar en el Atlético onubense, que militaba en Tercera División. Aquello fue para Isabelo cristalizar un sueño, alcanzar un deseo anhelado. Comenzó la impacientemente esperada temporada y le dijo al entrenador: “Vengo de un pueblo donde no he tenido entrenadores. Lo único que le pido es que me prepara bien físicamente. La técnica ya se demostrará si la tengo o no”. Y cuando llevaba diez partidos en Tercera División lo llamaron de la Secretaría. En aquellas fechas, el primer equipo del Recreativo estaba dirigido por Ramón Cobos (famoso jugador que había jugado en el Atlético de Madrid). En aquella oficina de la calle Méndez Núñez estaba la plana mayor del Recreativo: Zabala, Berrocal….

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Una alineación habitual del Club Decano: Romero, Isabelo, Sivianez, Navarro, Martín, Alcorta, Lora, Lápiz, Joaquín, Torres y Rincón.

Con tono y actitud resuelta le dijo: “Aquí estoy, qué queréis…”.La respuesta que le dieron fue: “El primer equipo quiere contar contigo, esto es, queremos pasarte del Atlético onubense al Recreativo de Huelva”.
Tenemos que destacar que entonces se alineaban en el club albiazul siete jugadores que habían sido internacionales en la Selección española (López, Rentería, Merodio, Marcadia, Urquijo, Mauri, Maguregui, Plácido…). “Yo quiero pasar, pero si paso es para jugar. Para estar sentado en el banquillo no me interesa”. Eso le gustó mucho al entrenador. Berrocal le dijo: “No, eso no es cosa mía, el entrenador que está aquí es el que dirige”. El entrenador fue muy rápido: “Prepárate que por la mañana sales con el equipo”.

Todo se hizo con la celeridad del rayo, pero había que poner una cantidad de dinero en el contrato. A lo que dijo Isabelo a Berrocal: “yo te firmo en blanco. Lo que quiero primero es jugar. Y si juego bien, después me pagas”.
Debemos consignar que el servicio militar se le acababa a Isabelo y si tenía que irse a Tharsis, jugar le sería muy complicado, ya que, a pesar de tener 21 años, aquellos jóvenes estaban siempre bajo el mandato de sus padres.
Berrocal puso una cantidad e Isabelo la aceptó. El debut de Isabelo con el primer equipo del Recreativo fue el 8 de diciembre de 1965, en el Sadar, frente al Atlético Osasuna, en partido valedero para la Copa del Generalísimo. Con barro helado en el césped, el equipo andaluz perdió por dos goles a uno. Recordemos aquella histórica alineación: López, Isabelo, Martínez Oliva, Poceiro, Cardo, Ruíz Mesa, Hachero, Rentería, Merodio, Ricardo y Plácido..
Recordemos los partidos jugados por Isabelo aquella temporada:
12.12.1965: Alicante: Hércules, 2 Recreativo de Huelva, 1.
26.12.1965: Valencia: C. D. Mestalla, 3 Recreativo de Huelva, 3.
2.1.1966: Melilla: C. D. Melilla, 0 Recreativo de Huelva, 0.
6. 2.1966: Huelva: Recreativo de Huelva, 1 Calvo Sotelo C. F., 0.
13.2.1966: Valencia: U. D. Levante, 3 Recreativo de Huelva, 1.
20.2.1966: Huelva: Recreativo de Huelva, 1 Atl. Ceuta, 0.
27.2.1966: Madrid: Rayo Vallecano, 2 Recreativo de Huelva, 0.
13.3.1966: Badajoz, 0 Recreativo de Huelva, 2.
19.3.1966: Huelva: Recreativo de Huelva, 1. Hércules C. F., 1.
27.3.1966: Cádiz: Cádiz C. F. 1 Recreativo de Huelva, 0.
3.4.1966: Huelva: Recreativo de Huelva, 5 C. D. Mestalla, 1.
Los directivos del Recreativo juzgaron que era un defensa de garantía y lo llamaron para renovar. Se lo consultó a su padre, muy amante del fútbol, y le dijo: “Muy bien, tú sigue en el Recreativo”.
Pero ya en este nuevo contrato sí que le pidió dinero.
“Esto no puede ser….”, contestaron los de la junta recreativista.
A lo que contestó Isabelo muy categórico: “No está en la plantilla fulano y zutano que ganan dinero y trabajan igual que yo. Además, he jugado muchos partidos y ya sabéis lo que ofrezco y hay equipos de campanillas que me quieren, al margen de que tú puedes ganar dinero conmigo”
“No, no, pero tú eres de la cantera”.
“No, yo he venido de Tharsis aquí y no os habéis gastado ni una peseta en mi formación, así que si no estáis conforme me dais la carta de libertad que me voy….”.
Llamaron a Martín Berrocal que estaba en la empresa y dijo con el convencimiento de que iba a ser obedecido: “Que venga para acá Isabelo”.
Se acercó el futbolista y le dijo: ¿Qué te pasa a ti?”.
“Que me quiero marchar a mi casa. No me dan lo que pido y yo creo que lo he trabajado y lo merezco. Te dije al principio de temporada que yo no quería dinero hasta que jugara, ya que lo he hecho y he rendido no quiero cobrar como el que más, pero tampoco como el que menos”, dijo con mucha claridad Isabelo.
“Tú cuánto quieres”.
“Yo quiero 200.000 pesetas”.
El astuto Martín Berrocal le dijo: “¿Quieres 150.000 pesetas en la mano?”. A lo que contestó Isabelo: “si me lo pagas todo, sí”. Y así lo hizo el empresario.

Y debutó Isabelo con el Recreativo en aquella temporada 1966-67, jugando el 11 de septiembre de 1966 contra el Lérida, equipo que fue vencido por el equipo andaluz por un tanto a cero.
Después, fue una pieza insustituible en la defensa recreativista frente al Málaga, Europa, Cádiz, U. D. Levante, Algeciras (Copa de España), Rayo Vallecano, Real Mallorca, Ceuta, Badalona, C. D. Castellón, Condal, Real Murcia, C. D. Mestalla y Real Betis.

Y el año 1967 lo comenzó Isabelo de forma muy especial: Jugaba el Recreativo en Inca contra el Constancia (1 de enero de 1967, partido que finalizó con empate a 0) y como después se tenía que desplazar el Recreativo a jugar en Lérida contra el titular de la citaba población, la junta creyó que era más económico permanecer en la ciudad insular, en donde cogerían un barco que trasladaría a la expedición a Barcelona.
Y estando entrenando en el Nou Camp, y hospedado en el Hotel “Condado”, le llamó por teléfono Casimiro Benavente, entrenador del Recreativo (que por cierto no quería que se marchara del equipo), indicándole que tomara el avión rumbo a Madrid, ya que le había traspasado. ¿A dónde estoy traspasado?: “Creo, le respondieron, que al Sevilla.

Había un representante del Real Madrid que le dijo que no se fuera. Pero los señores Martínez Oliva y Blanco lo aconsejaron: “Isabelo, vete a Sevilla, que la suerte sólo pasa una vez en la vida por delante, y pudiera ocurrir que este hombre te llevara a un equipo y luego no triunfaras….”.
En Puerta de Hierro, de Madrid, lo esperaba el Sr. Martín Berrocal. Lo llevó a su casa, donde estaba su padre, don Hermenegildo, y doña Ursula. Con esta familia estuvo un día y medio. A renglón seguido, lo llevó a Sevilla, firmó contrato con el Sevilla F. C., se fue a jugar con este equipo a Pontevedra y a Huelva regresó quince días más tarde para recoger sus prendas personales.

Y el Sevilla se encontró con un lateral rápido, fuerte, exacto en el pase, que marcaba la distancia para hacer el quite limpio y elegante…
En el conjunto hispalense estuvo dos épocas: En la primera estuvo tres o cuatro años bajo la disciplina de un entrenador que ha pasado a la Historia por su dureza, Marx Merkel, popularmente conocido como “Mister Látigo”. Su trato con él fue clave. Así, estando lesionado lo hizo trabajar, se enquistó la lesión y tuvo que ser operado. Cuando se recuperó, Isabelo dijo que no quería tenerlo como entrenador, ya que “no tenía corazón, nada más que cerebro y quería, principalmente, que sus jugadores estuviesen fuertes como mulos”. Coincidió que uno que había estado en el Sevilla como técnico, Juan Arza, estaba en Vigo, se enteró y lo llamó él y también el entrenador Pasieguito, del Sabadell, ambos conjuntos militaban en Primera División. Y Juan Arza le dijo: “Isabelo, vente conmigo, que me hace falta un lateral y se fue a la ciudad gallega. Pero el Sevilla sabiendo que tenía un jugador completo, no quiso venderlo y sólo lo cedió.
Y de nuevo volvió a demostrar en el Celta de Vigo que su juego se caracterizaba por su rapidez, buen dribling, visión de pase al espacio libre y excelente preparación física, ayudando a su equipo para que quedara en quinta posición en el Campeonato de Liga y tuviera derecho a jugar la Copa de la UEFA. En Vigo lo querían mucho y allí nació la primera de sus hijas. Pero ocurrió que aquel año el Sevilla iba mal en la competición y despidieron a Mark Merkel y tuvo que reintegrarse al equipo sevillista y lo curioso es que, ganando menos dinero. En el Sevilla estuvo tres temporadas en la última de las cuales descendieron a Segunda División, vino de secretario técnico Bucker y quiso renovar la plantilla. Isabelo tenía sólo 27 años de edad y como venía de una grave lesión le dijo el citado Bucker: “Quizás no contemos contigo, a pesar de que te queda un año de contrato”. A lo que respondió Isabelo: “Si yo busco o me sale equipo, ¿me dais la carta de libertad? A lo que respondió afirmativamente su interlocutor. El Sevilla fichó a un entrenador holandés que había llevado la dirección técnica de su selección en el Campeonato del mundo jugado en Argentina, Mr. Halmes. Y casi al unísono le llamó Chinchón indicándole que Maguregui corajudo, incansable, correoso y rápido y había pensado en Isabelo. Se fue a Santander y fichó para enfundarse la camisola del equipo montañés. Un día, en un partido que este equipo jugaba en el estadio del Sardinero contra el Barcelona el entrenador del Sevilla lo vio y dijo: “¿Cómo se ha ido este jugador de aquí sin que yo lo sepa”. En aquellas fechas, Isabelo tenía dos hijas y como a una de ellas cayera enferma porque el duro clima invernal de Santander no la beneficiaba y la evolución médica podía ir a peor, vio la posibilidad de marcharse de la citada ciudad norteña. Ese mismo año, el Recreativo de Huelva había subido a Segunda División de la mano de Enrique Ales, lo llamó Martín Berrocal y le dijo si quería firmar con el Decano. Aprovechó la oportunidad para venirse a la ciudad del Tinto y del Odiel. En esta nueva etapa con el Recreativo estuvo siete años en los que dejó su sello indeleble. Una temporada llegó a Huelva como entrenador Naya y coincidió que sólo saca a Isabelo en partidos jugados fuera de casa. Y ocurrió que en el último e intrascendente encuentro de la competición jugaba el Recreativo en Getafe y en la misma fecha hacía la Primera Comunión su hija. Isabelo le pidió permiso para permanecer en Huelva aludiendo que no se jugaba nada el equipo albiazul y para él significaba mucho el acto religioso. Naya le dijo que debía desplazarse a Getafe a lo que contestó el tharsiseño: “Lo siento mucho, pero yo me quedo con mi hija, ya que estoy terminando mi carrera deportiva”.
A pesar de este incidente, el presidente del Recreativo, José Antonio Muñoz Lozano, le dijo que siguiera un año más. Él había continuado activo, tenía 37 años y se dio cuenta que otra generación llamaba ya a las puertas con mayor fuerza y no quiso arrastrarse por esos campos de Dios y le dijo al presidente que se retiraba. “Bueno, le dijo Muñoz Lozano, pero te voy a dar la dirección de un equipo juvenil”. A partir de aquel instante, su vinculación a los colores albiazules ha sido algo más que una mera relación temporal a que obliga un contrato, con una relación oscura pero tremendamente eficaz. En este sentido, ha pasado por todos los escalafones del Recreativo de Huelva: Juvenil, Atlético de Huelva, Recreativo Amateur, segundo entrenador del primer equipo y primer entrenador (cuando cesaron a Fuertes), Coordinador de la cantera… y siendo un hombre de fútbol vocacional no nos extraña que haya estado en el equipo del “San Roque” (cinco años); Ayamonte (ocho temporadas, en las que lo ascendió tres veces a Tercera División); Moguer (también lo ascendió a Tercera); La Palma del Condado (donde lo llamaron cuando estaba el conjunto en serio peligro de descender de categoría y lo mantuvo), Gibraleón… De cualquier forma, a Isabelo le quedaba una ilusión en el fútbol: entrenar al equipo de su patria chica y a pesar de que acababa de ascender al Ayamonte se fue a entrenar al Tharsis que estaba en categoría Regional. En este club estuvo un año pletórico de sensaciones.

Antes de continuar su trayectoria como entrenador debemos detenernos en su quehacer internacional. En este sentido, las circunstancias no le favorecieron demasiado y hasta fueron crueles, en forma de lesiones, con Isabelo. Así, cuando llevaba año y medio en el Sevilla le llamó el Seleccionador nacional Sub 23. Jugó su primer encuentro en esta categoría en Barcelona, frente a Francia que venció a España por 0-1. En su segundo encuentro, la “rojita” empató a cero con Luxemburgo. Y cuando iba a ser llamado para la Selección A o absoluta, el infortunio, en forma de lesión grave, se cebó con él.

El día 25 de agosto de 2006, estaba viendo en el Stade Louis II, de Mónaco, la final de la Supercopa entre el Sevilla y el Barcelona (donde se impuso el equipo andaluz por tres goles a cero), cuando lo llamó Juan Manuel, presidente del Ayamonte, para que entrenara a su club y así lo hizo, pero cuando estaba desarrollándose la primera vuelta de la competición le dijo que no continuaba, ya que no disfrutaba del fútbol. Tenía sesenta y dos años de edad, dos nietos y su mujer también tenía derecho a que disfrutara de su compañía, cosa que la propia esencia de este deporte (veinte años participando en Tertulias, comentando partidos en Canal Sur, en la Cadena SER…) se lo había prohibido.
Desde hace seis años es Presidente de la Asociación de Veteranos del Recreativo de Huelva, cargo en el que sustituyó a Paco Cruz.

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