Machismo en el semáforo

Juan Carlos Jara. El Ayuntamiento de Valencia ha colocado falda al muñequito de los semáforos, ése que indica a los peatones si pueden cruzar la calle o deben pararse hasta que se interrumpa el tráfico de vehículos. El consistorio de la capital del Turia sigue de esta forma la estela de una iniciativa que ya cuenta con antecedentes similares en Fuenlabrada o en Sagunto. Caray, los tiempos avanzan que es una barbaridad.

Pero vamos a ver, ¿quién ha dicho a estos señores -o señoras- que el muñeco de los semáforos es un hombre? ¿Y quién ha dicho que lleva pantalones? Por favor, díganme dónde están los pantalones. Yo no los veo. No veo tampoco un cinturón ni unos tirantes. Ni le veo zapatos, ni le veo camisa, ni le veo gafas al muñequito… Por cierto, yo quiero semáforos con muñeco con gafas, pues no uso falda pero sí gafas y me siento muy discriminado. Yo lo único que veo cuando voy a cruzar la calle es una figura verde o roja de un ser humano, sin sexo alguno. Sí, lo digo en serio, no distingo en él órganos sexuales, aunque algunos, al parecer, le habrán visto un pene -o dos, quién sabe-. Y sí, es cierto: tampoco distingo una vulva. Pero es que ni siquiera me había planteado que un muñeco de semáforo pudiera tener pene ni vulva. Ni debajo de una falda ni debajo de un pantalón.


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Necesitamos que la mujer salga por fin de ese pozo de la desigualdad que, según las estadísticas, sigue ocupando desde casi el inicio de los tiempos. Necesitamos que encuentre trabajo con medidas a su favor y no con normativas que provoquen que la contratación de un hombre sea más rentable. Necesitamos que alguien coja de una vez el toro por los cuernos, sin florituras y con menos comunicados al aire cada 8 de marzo. Necesitamos a sindicalistas que defiendan de verdad, por encima incluso de lo que defienden seguir siendo liberados en su empresa, el papel de la mujer en nuestra sociedad y la necesidad que tiene -en este caso, la misma que el hombre- de estar muchas más horas al lado de sus hijos.

Necesitamos que el dinero público se gaste menos en asesores y en caprichos innecesarios y más en políticas que de verdad favorezcan el avance de la sociedad. No he conocido ninguna manifestación multitudinaria que recorra las calles pidiendo una falda para los muñequitos de semáforo pero sí he visto a personas desesperadas pidiendo a voz en grito un poco de ayuda ante una situación injusta. Y nadie les hizo caso. Qué lástima que algunos dirigentes, entre tanto problema actual, tengan tiempo para cambiar muñecos y no para cambiar nuestras vidas a mejor.


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Y puestos a pensar, ya que la noticia se las trae, a mí la medida del Ayuntamiento de Valencia me parece más machista que feminista. ¿Por qué deben llevar faldas las mujeres? ¿Por qué no pueden vestirse como quieran? ¿Por qué yo tengo que llevar pantalones? No acabo de entenderlo. Y para los encargados de los semáforos en todo el país, una última cosa: ya que están, no se olviden de mis gafas, por favor.

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