Mari Paz Díaz. La juventud y la investigación son dos campos que no están reñidos, tal y como hemos podido comprobar en otras ocasiones. Hoy les presentamos otro de estos perfiles que por su esfuerzo están consiguiendo llevar el nombre de esta provincia a espacios científicos tan destacados como el Centro Andaluz de Biología del Desarrollo. Su nombre es Juan Quintero, un joven onubense al que le ha gustado el mundo de las ciencias desde niño, así que cuando acabó sus estudios de Bachillerato tenía claro hacia dónde dirigir sus pasos. En concreto, eligió la carrera de Biotecnología, un Grado que ha cursado en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla durante cuatro años.
Tras finalizar sus estudios el pasado año 2014 quiso completar su formación matriculándose en el Máster en Biotecnología Ambiental, Industrial y Alimentaria que ofrece esta misma universidad. Un posgrado que continúa realizando en su segundo año con un proyecto de investigación que está llevando a cabo en el Centro Andaluz de Biología del Desarrollo (CABD).
Un centro al que considera que se encuentra vinculado prácticamente desde que inició la carrera, al igual que el resto de sus compañeros, puesto que «gran parte de los profesores que nos han impartido clases trabajan en él. Si bien no fue hasta el último año cuando la relación fue más directa, al ser un investigador de dicho centro el que tutorizó mi proyecto de fin de Grado. Tras finalizar este proyecto, no ha sido hasta septiembre de 2015 cuando he vuelto al Centro Andaluz de Biología del Desarrollo (CABD), con el objetivo de realizar mi Proyecto de Fin de Máster (PFM)». Pero, además, a partir de aquí, Juan permanecerá vinculado un año y medio más a este centro mixto cofinanciado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la Junta de Andalucía y la Universidad Pablo de Olavide (UPO), después de haber obtenido una beca que concede la propia universidad, una ayuda que le ha llenado de satisfacción al ser todo un privilegio poder continuar investigando.
En la actualidad, este joven onubense trabaja en el proyecto de investigación que tendrá que defender al final del curso académico, pensado para que los estudiantes adquieran conocimientos prácticos que complementen su formación académica. En concreto, su investigación se centra en el aislamiento y caracterización de un factor que se encuentra en cepas vínicas de la levadura Saccharomyces cerevisiae. Esta levadura es la que se utiliza convencionalmente para la fermentación del vino, el pan o la cerveza, entre otros productos.
«El factor que estoy estudiando se denomina factor killer, y es sintetizado por algunas de estas levaduras para eliminar a otras de su misma especie. La fermentación de los alimentos, a nivel microbiológico, es tremendamente interesante: a modo de resumen, podríamos decir que hay un sustrato, una materia prima muy rica en nutrientes de la que una gran cantidad de microorganismos se quieren alimentar -como el mosto que dará lugar al vino, por ejemplo-, por lo que se empieza una lucha por ver quién metaboliza esos nutrientes. Hay una gran cantidad de estrategias que utilizan para conseguir esto, unos crecen más rápido, por ejemplo, otros soportan ciertas condiciones en el medio que el resto no, y otros empiezan a excretar sustancias que son tóxicas para los demás. El factor killer se incluiría en este último grupo», nos explica.
Las utilidades prácticas de su investigación son múltiples, por cuanto «tener más información nos podría ayudar a entender de una manera más clara la dinámica de poblaciones en la fermentación de vinos, donde existen muchas cepas que presentan el factor killer. Cuanta más información tengamos sobre dicha dinámica, más fácil podrá ser para una bodega dirigir la fermentación para la obtención del vino deseado. A su vez, el poder dirigir la fermentación del vino de una manera más eficaz se traduciría en una reducción de las malas cosechas, lo que podría ahorrar grandes pérdidas al sector enológico, un aumento general de la calidad del vino, que beneficiaría a los consumidores, y una mayor tasa de éxito al experimentar con otras cepas de levadura para la obtención de vinos con diferentes características».
En estos momentos, la investigación se centra en estudiar la relación entre el factor killer y una población de levaduras muy ligadas a la fermentación vínica, denominadas levaduras de flor. Establecer esta relación podría ayudar a despejar algunas incógnitas que existen alrededor del comportamiento de este tipo de levaduras durante la fermentación.
Un proyecto que se inició en septiembre de 2015, por lo que prácticamente acaba de comenzar, de ahí que a medida que se vaya desarrollando se plantearán, si todo marcha bien y se obtienen resultados satisfactorios, difundirlo y pensar en alguna publicación de carácter científico.
Tras este trabajo a Juan Quintero le gustaría «empezar una tesis doctoral en el campo de la Biotecnología Alimentaria una vez finalice mis estudios de Máster y mi contrato laboral con la universidad. Desde hace tiempo me ha interesado mucho la investigación, y ahora se ha reforzado ese interés. Sin embargo, el panorama científico español es desolador, sobre todo para los jóvenes investigadores, y las oportunidades para conseguir una beca o un contrato predoctoral cada vez son más escasas. Si bien me gustaría hacer el doctorado en España, no descarto la idea de viajar al extranjero si finalmente no consigo trabajo aquí».
Con todo, Juan asegura que «la divulgación de la ciencia es clave para su desarrollo, ya que a fin de cuentas los científicos trabajamos para la sociedad, para mejorarla de una manera u otra, y que la gente de a pie entienda qué hacemos, es algo de vital importancia. La desinformación y la ignorancia es el mayor enemigo de la ciencia, pues crea desconfianza y recelo, así que os doy las gracias por acercar algo de mi trabajo a vuestros lectores».