Redacción. El veterano concurso literario de cartas de amor «Villa de San Juan del Puerto» ha llegado a su vigésima edición. En la noche de este pasado viernes, fueron entregados los premios a la mejor carta escrita del municipio y a la que el jurado seleccionó de fuera del mismo. La alcaldesa Rocío Cárdenas y la concejal de Cultura Teresa Camacho, presidieron este acto celebrado en el Centro Sociocultural y que fue retransmitido en directo vía streaming para todo el mundo, entregaron los premios a la sanjuanera Gema Martín y al valenciano Rubén Moratalla. El consistorio rindió homenaje a las diez parejas que en 2016 cumplen sus bodas de oro.
La convocatoria llenó el salón de actos. La alcaldesa destacó «el amor es una palabra muy amplia, es el valor central de este acto y hoy nos conocerán muchas personas por hablar precisamente de ello, regalándonos sus sentimientos por escrito». La concejal de Cultura nombraba a los casi doscientos escritores que desde numerosos países del mundo enviaron sus cartas. Tocó conocer la mejor carta de amor local. El premio, de las diez presentadas en este apartado se lo llevó Gema Martín Rebollo por una misiva sin título que decía «No puede ser verdad. No puede ser que esto se acabe. ¿Es esto que siento, lo que la gente llama romperse el corazón?». Martín, que era la segunda vez que se llevaba el galardón, recogió el cheque de manos de la alcaldesa y agradeció la acogida que tuvo por parte de los asistentes tras su lectura que hizo pública.
Seguidamente, Rocío Cárdenas desvelaba la autoría de la mejor carta no local de esta edición. Fue la titulada «Querida Ángela» que envió el valenciano Rubén Moratalla Mayo a quien la primera edil le comunicó el premio en directo vía telefónica en presencia del público. Su misiva decía «¿Sabes quién soy? Soy aquel niño de primaria que jugaba con tus coletas en el patio y te quitaba el sitio en tu columpio favorito».
Así fue la primera parte del acto dedicado al día de San Valentín que prosiguió con el homenaje que cada año el consistorio dedica a las parejas que llegan a las bodas de oro. Se recordó a las 36 que contrajeron matrimonio en 1966, de las cuales, 10 cuyos miembros aún viven y residen en la localidad fueron invitados expresamente.
Acompañados de sus familiares respondieron a la invitación del Ayuntamiento Francisco Rebollo e Isidora Méndez; Manuel Cárdenas y Magdalena Escobar; el nieto de Francisco Ramos y Juana Núñez; Manuel Salazar y Clotilde Minchón; Juan Minchón y Milagros Cabrera y Juan Romero y Antonia Caminero. Recibieron de la alcaldesa un pergamino y un ramo de flores. Mariano Sánchez y Manuela Prieto; Esteban Domínguez y Carmen Rodríguez; José Martín y Ángeles Rodríguez y Antonio Moreno y Ana Moreno no se encontraron presentes por razones de salud. Con la foto de familia de los premiados y homenajeados finalizaba este entrañable acto lleno de sentimientos y emoción.
Os dejamos los textos ganadores:
No puede ser verdad. No puede ser que esto se acabe. ¿Es esto que siento, lo que la gente llama romperse el corazón?
A alguien le oí una vez, que «aceptamos el amor que creemos merecer». Por eso, yo cuando lo tuve, no podía pensar que mereciera un amor tan grande como el tuyo.
Un amor sin guión, mejor que muchos de esos que salen en las películas. Un amor así podría dejar cortas a muchas grandes novelas. Un amor de esos que no avisan, que no ves venir. De los que llegan aunque no quieras abrirle la puerta. De los que desarman. De los que no tienen explicación. Un amor, que lo mismo quema que hiela. Amor que produce vértigo. Ese amor que cuando llega, pides al mundo que se pare, hasta poder comprender que es lo que está sucediendo. Un amor prisionero y libre a la vez. Uno de esos que no tienen lógica, ni pretendes buscársela. Un amor de esos que llegan como una dulce voz tras un silencio muy largo. Un amor del bueno.
Cuando la vida te premia con algo así, solo hay una cosa, que frena a tu corazón para que no se te escape por la boca mientras gritas a los cuatro vientos que eres la persona más afortunada de la tierra. El miedo. El miedo de que ese amor se acabe. Y aunque siempre presumí de valiente. Tengo que reconocer, que con este amor, el miedo me ganó la pelea.
Por eso, si el miedo tuviera razón, y algún día el amor se acabara…
Llévate los sueños, déjame solo las ganas de dormir.
Déjame los besos justos, para cumplir con el resto del mundo.
No te dejes por aquí mis ganas de amar.
Quédate tú, la luz de aquellos atardeceres.
Aprovecha las entradas de aquel concierto en el Marlin.
Guarda en tu maleta, las risas a carcajadas.
No me dejes ni un suspiro, que todos te pertenecen.
Llévate toda la felicidad que encuentres por los cajones.
Y perdóname Amor mío, perdona si me quedo con lo vivido juntos, pero eso no podrá arrebatármelo nadie.
Y busca bien. Busca por cualquier rincón del mundo a alguien que te espere como mayo espera su agua. Busca a alguien que llame hogar a tus brazos. Alguien que siempre te bese con ganas de más. Busca a quien quiera dejarte su mundo, si alguna vez se desmorona el tuyo. Busca a una mujer que te desee con tanta fuerza, que no le importe que la tomen por loca. Busca quien soporte tus largas noches de insomnio sin perder la sonrisa. Intenta dar con alguien, que quiera seguirte con los ojos cerrados y sin preguntarte el destino.
Y de verdad .Busca a alguien, que pueda quererte una milésima parte de lo que te quiero yo.
Y hablo en presente. De lo que te quiero yo. De lo que te quiero, te quise y te querré siempre. Porque a mi nada me podrá impedir que te quiera con toda mi alma.
Perdona Amor, por poco te despierto. El miedo ha querido jugarme una mala pasada .Que idiota. Aun no me acostumbro a la tranquilidad que me da tu espalda contra la mía.
Temerosa Enamorada
Autora: Gema Martín Rebollo (Mejor carta de amor local, San Juan del Puerto)
Querida Ángela,
¿Sabes quién soy? Soy aquel niño de primaria que jugaba con tus coletas en el patio y te quitaba el sitio en tu columpio favorito. Soy el chico que en secundaria se copiaba de tus exámenes, aquel que llenó de coca-cola tu vestido el día de la graduación. ¿Me recuerdas? Soy aquel joven que en bachillerato te escribía notitas y que un día te robó entre bromas un beso, a pocas horas del examen final. Quizá me recuerdes si te digo que soy aquel que llamaba cada noche a tu casa cuando comenzamos la universidad, recibiendo una gran cantidad de “noes”, pero también algún que otro “sí” cuando te invitaba a dar un paseo. Soy aquel que depuró la técnica de la emoción en sus palabras, sólo para mandarte cartas que tuvieran un poquito más de amor cada día. Soy yo. ¿Me reconoces? El mismo que temblaba cuando rozaba tu mano en el cine, mientras tú aún me veías como el niño que un día jugó con tus coletas.
Yo supe desde muy pequeño que te quería. Incluso cuando pensaba que no se podía querer a nadie más aparte de padres y hermanos, yo comencé a sentir algo diferente por ti. El tiempo fue variando los matices a su antojo y, caprichoso, quiso que sintiera el deseo más profundo de abrazarte y besarte cuando descolgabas el teléfono y oía esa dulce voz de niña, que se había convertido en mujer delante de mis ojos. ¿Ya sabes quién soy? Soy aquel que una mañana de otoño, la mañana más mágica, recibió de tu boca un “sí, quiero”, consiguiendo que su vida estuviera completa. O casi, porque Pedro y Carla pusieron el broche de oro a la más bella de las historias.
Es cierto que vivimos momentos duros, cientos de noches llenamos nuestra almohada de lágrimas recordando a nuestros padres, pero siempre lo hicimos juntos. Cada noche que me acuesto a tu lado siento que las sábanas tienen memoria, ellas recuerdan mejor que nosotros todo y cuanto nos hemos amado. Cada noche busco y encuentro belleza en las arrugas de tu piel, y me siento el hombre más afortunado por haber contemplado tu rostro durante todas las épocas de tu vida. Y debo decir que de anciana sigues teniendo la misma magia, en movimientos más lentos, pero creo que es eso lo que me sigue enterneciendo. ¿Me recuerdas ahora? Pedro y Carla nos han hecho abuelos, han tenido los niños más preciosos del mundo. Sé que tú piensas lo mismo, aunque los mires y no puedas saber quiénes son. Y aunque tampoco vayas a leer esta carta. Sólo quería hablar contigo, con alguna época de Ángela en la que puedas entenderme, para que puedas decirle a la Ángela de ahora que tenemos todo lo que un día quisimos tener, que vivimos rodeados de amor, y que todo eso lo hemos conseguido juntos.
Te quiero como el primer día. Cómo puede un niño querer a la niña de coletas con la que jugaba en el patio.
Autor: Rubén Moratalla Mayo (Mejor carta de amor no-local, Valencia)