Ángela Ortega, la sensibilidad de una enfermera en la última etapa de la vida

Mari Paz Díaz. Enfrentarse a la pérdida de un ser querido no es nada fácil. Nadie nos prepara para este momento en el que tenemos que despedirnos de alguien que lo ha sido todo para nosotros, que nos ha acompañado en nuestros pasajes más felices y que nos dieron su apoyo cuando lo necesitábamos. Sabemos que la vida está ligada a la muerte, pero es una certeza que suele ocultarse en la sociedad occidental. Por este motivo, quizás sea en esa última etapa de la vida cuando sea necesaria tener más sensibilidad, tanto con los familiares como con la persona que está a punto de marcharse.

Sin embargo, esa sensibilidad especial tan necesaria a veces se hace difícil cuando el proceso de la muerte se produce en el entorno hospitalario. Consciente de ello, la enfermera del Complejo Hospitalario Universitario de Huelva, Ángela Ortega, decidió poner en marcha una investigación con la finalidad de analizar el proceso de morir en Andalucía desde la perspectiva de los cuidadores informales de los pacientes. Un estudio en el que se pone en evidencia que el buen trato dado a las personas es clave en el buen morir.

Según nos explica Ángela Ortega, «la muerte sigue siendo un elemento que no hemos metido en la clave de la normalidad. Lo tenemos difícil porque vivimos en una sociedad muy medicalizada, donde parece que los avances pueden controlar cualquier circunstancia difícil. Y es cierto que vivimos más tiempo, pero, a veces, existe la creencia de que los médicos siempre podrán hacer algo. Sin embargo, cuando llega el momento, y se les dice que no se puede hacer más nada para alagar la vida, la gente se lleva una sorpresa, porque culturalmente el tema de la muerte es tabú, no se educa para ello. Vivimos en una sociedad acostumbrada a ganar y a conseguir todo rápido. No estamos preparados para la pérdida, algo que genera mucha frustración. Por eso, considero que la muerte es un elemento que hay que introducir, para no vivirlo como algo difícil, sino desde un punto de vista maduro. Hay que aprender a disfrutar de esta última etapa de la vida. Y la gente que es capaz de hacerlo encuentra un enriquecimiento».

Ante esta situación, esta enfermera afirma que «cuando se habla de que al paciente se le va a enviar a cuidados paliativos, los familiares se llevan un palo tremendo, aunque, realmente, cuando conocen cómo se acompaña ese proceso, se muestran muy agradecidos por todos los recursos de acompañamiento y la atención especializada que le ofrecemos».

Desde el punto de vista de los profesionales, Ángela ha constatado durante su investigación que los sanitarios pueden adquirir o favorecer desde el currículum y la formación esa sensibilidad tan necesaria en esos momentos tan duros, es decir, que aconseja mejorar la preparación de los profesionales hospitalarios de otras unidades en el proceso del final de la vida. «Soy profesora en la facultad y allí los alumnos lo ven claro, aunque, en la práctica, a veces vayamos corriendo y se necesiten muchos recursos. Pero pensamos que hay que incentivar este tipo de actitud por parte de los técnicos, porque hacen falta habilidades y actitudes que se pueden aprender, a pesar de que no todas las carreras sanitarias lo entiendan como un elemento clave. Se trata en el temario, pero no como algo fundamental. Y es importante», nos comenta Ortega.

La importancia de este estudio no ha pasado desapercibida, tanto que este trabajo sobre las desigualdades percibidas en torno al proceso de la muerte hospitalaria ha recibido el premio a la mejor comunicación en formato póster en el III Congreso Regional de la Asociación de Enfermeras Hospitalarias de Andalucía y el III Encuentro Internacional de Enfermeras de Hospital.

El trabajo galardonado forma parte de un estudio de investigación más amplio, coordinado por la propia Ángela Ortega, que lleva a cabo el grupo de bioética de la Asociación Andaluza de Enfermería Comunitaria (Asanec).  El proyecto está subvencionado por la Consejería de Salud y por Asanec. Un equipo que ha contado con Olivia Ibáñez, María Inés Carmona, María Dolores Ruiz, José Cabrera, Rogelio García y Fernando Relinque como los investigadores colaboradores.

El reconocimiento otorgado, como no podía ser de otra forma, ha llenado de satisfacción a sus responsables: «Estamos muy contentos, no sólo por el Congreso, sino porque también fue mucha la gente que se interesó por el tema. Es una cuestión que ha generado mucho debate. Y es de agradecer después de haber dedicado tanto tiempo a este estudio. Han sido muchas horas que ahora se ven reconocidas. También hace unos meses conseguimos otro premio, esta vez en el Congreso de la Sociedad de España de Gerantología, donde nos reconocieron como la mejor comunicación».

No en vano, además de enfermera, esta onubense cuenta con una amplia trayectoria en diferentes ámbitos relacionados con los últimos momentos de la vida de una persona. Entre otros cargos, Ángela Ortega es vocal del Comité Provincial de Ética Asistencial, vocal del Comité de Ética Asistencial Andaluz, trabajadora social, profesora en la Universidad de Huelva y presidenta del Centro de Escucha San Camilo de Huelva, una organización para ayudar a personas que han tenido una pérdida o duelo significativo, cuya sede se encuentra situada a en la Asociación de Vecinos ‘La Hispanidad’.

Realmente, la labor que lleva a cabo este centro de escucha es más que llamativa, teniendo en cuenta que «nos dedicamos a atender a la gente que está en proceso de duelo por fallecimiento u otro tipo de pérdidas, como puede ser una separación. Es cierto que en estos dos últimos años nos hemos centrado en los duelos por fallecimiento debido a que nos han llegado muchos casos, pero también hemos atendido otro tipo de problemas relacionados con la soledad. Tenemos interés en desarrollar varios proyectos, como una red de escucha, que tiene implantación en toda España e, incluso, en Iberoamérica». Se trata, por tanto, de una organización que está ofreciendo un servicio social, ya que atienden a la gente de forma individualizada. En la actualidad, cuentan con tres grupos, donde los casos más difíciles están destinados a la pérdida de hijos. Los voluntarios del centro han recibido formación en este tipo de cuestiones, como expertos en duelos, siendo muchos de ellos profesionales de la salud.

Pero volviendo a la trayectoria profesional de Ángela Ortega, ella reconoce que empezó a investigar este tipo de temas un poco por casualidad. Fue en el trabajo de fin de master en el curso 2004/2005, cuando realizaba un Master en Bioética. Entonces «empecé a cambiar mi visión sobre la asistencia sanitaria, a ver los cuidados que deben realizarse y las necesidades espirituales de las personas al final de la vida«, una cuestión en la que «se ha producido un desarrollo importante en los últimos años, si bien, donde es más difícil encontrar una solución es en los conflictos que se puedan producir en ese momento, como sucede por ejemplo con la eutanasia. Así que me acerqué a esta cuestión de forma espiritual y me enamoré del tema, hasta el punto de que lo llevé a mi tesis doctoral, que trata sobre la percepción de los enfermeros y auxiliares en el proceso el final de la vida en Huelva».

Un trabajo de investigación que ha sido premiado desde un punto de vista cualitativo. Hay que tener en cuenta que cuando se publicó la Ley Andaluza de Derechos y Garantías de la Dignidad de las Personas ante el Proceso de la Muerte, conocida como Ley de Muerte Digna, en el año 2010, la Consejería de Salud se comprometió a realizar un estudio sobre aplicación de esta normativa desde un prisma cuantitativo, denominado ‘Cómo mueren los andaluces’. Un trabajo que incluía a personas de Huelva, Málaga, Granada, Almería y Sevilla, de ahí su carácter regional.

«Entonces solicitamos la convocatoria para darle una vuelta a este estudio, para hacerlo, esta vez, desde un prisma cualitativo, no sólo cuantitativo. Porque está bien saber si mueren más personas en su domicilio o en los hospitales, pero también había que preguntarse por qué sucedía esto. Y nos hemos aproximado a este tema profundizando en otros aspectos. En concreto, a través de la figura de los cuidadores, -porque nos parecía poco ético hacerlo directamente con la gente que se encontraba en los momentos finales de la vida-, así que le hemos puesto voz a los que ya no pueden hablar, a los verdaderos protagonistas, al encontrarse en los últimos días de su vida», nos dice Ángela. La comunicación premiada apunta cuáles son los elementos facilitadores, así como las dificultades encontradas dentro del sistema sanitario para percibir una muerte en paz. Los cuidadores resaltan el buen trato recibido como elemento clave del buen morir, por lo que en este proyecto se recomienda diseñar circuitos que favorezcan la muerte digna en las urgencias hospitalarias y en cuidados paliativos.

Unas entrevistas a cuidadores que han generado mucha información, y donde realmente se plasma cómo percibe la muerte la gente en Andalucía, destacándose que el trato recibido en las unidades de cuidados paliativos es fundamental. Esta conclusión, que fue recogida en el póster premiado, pone de manifiesto que habría que potenciar la labor desarrollada por los profesionales de cuidados paliativos y trasladarlos a otras áreas más frágiles, al estar más instrumentalizadas, como pueden ser la UCI o Urgencias. Para ello, según esta enfermera, «podrían ponerse en marcha ciertos circuitos de apoyo para estos momentos finales de la vida, actuaciones que permitieran que la gente estuviera acompañada, con lo que se produciría una muerte más sosegada, con más zonas de intimidad».

Una iniciativa que podría reforzarse con la formación de los profesionales sanitarios en este ámbito, como se ha apuntado anteriormente, puesto que «aunque los cuidados paliativos nacieron con el buen morir, estos cuidados no deben ser practicados sólo en estas unidades especiales, sino que debería haber una cultura que impregnara todos los rincones de los hospitales, porque en todas las áreas mueren personas todos los días. Así que es una filosofía que deberíamos hacer extensiva», concluye Ángela Ortega, que aclara que «ahora mismo, en Andalucía, la atención de cuidados paliativos está destinada a procesos oncológicos, pero esto hay que estandarizarlo para otros procesos degenerativos de enfermedades largas, como la esclerosis lateral amiotrófica (ELA)».

Todas estas conclusiones aparecerán en la memoria final de la investigación que será presentada el próximo mes de junio, donde se reforzarán las ideas plasmadas en el estudio que de forma preliminar se dio a conocer el pasado año. Un trabajo más que relevante, en el que una vez más podemos afirmar que ser sensibles ante los demás y ofrecerles una sonrisa es la mejor de las medicinas en cualquier momento, también al final de la vida.