Ramón Llanes. En La Merced empieza la Vega Larga que dirige la vida hacia un afuera lógico, extendiendo sus brazos de ciudad por la obligatoria necesidad del crecimiento, mientras se hace cada vez más exótica la plaza y se le da privilegio de Universidad al antiguo Hospital que tanto cuidara la salud de Huelva en tiempos pasados. La plaza ha sido objeto de reformas y siempre pareció coqueta y útil como para ser ágora que prestara su entarimado tiempo a momentos de ocio y recreo, y así lo hace, y se alegra de ser lugar de convivencias.
La Catedral, con sus colores de salmón, sus líneas rectas, su reloj que anuncia las horas con tonos de fandangos y su singular pórtico, embellece sobradamente el entorno y ayuda a convertirlo aún más en prenda preciosista a tener en cuenta cuando de pasear, contemplar o mirar se trate. Dentro de la Catedral suena el órgano en su habitual gregoriano y fuera suena a ajetreo, a placer, a música entretenida y a paisaje urbano; y huele a marisma por su cercanía al páramo de los esteros y se ambienta cuando llegan sus días de fiesta o devoción. El compendio de varias calidades -iglesia Catedral, Universidad, Plaza y ámbito de renombre- conceden un plus de admiración y deleite a La Merced en su amplio contexto, que todo el barrio así se llama y allí se acude para la necesidad del onubense.
Establecer la luz del conocimiento en este lugar debe considerarse acierto de valor y entenderlo como de gran eficiencia en el desarrollo cultural de nuestra ciudad; también le cunde a la economía su parte de apoyo, son muchos los estudiantes que merodean y hacen su vida en estos plácidos alrededores. Está bien vestida la plaza con sus altas palmeras y sus mosaicos perennes de palomas y aromas de la mar y sustentos olorosos de la fritura, la castaña, la enternecedora sensación de ocupar allí toda la luz posible capaz de alumbrar medio universo o de distraer a la propia armonía que rige la disciplina de La Merced. Todos los sitios son para el disfrute, todos los bancos para ser ocupados, todo se extralimita de la normalidad para alcanzar un grado mayor de confort. Y acaso el templete desubicado y el escenario para las noches mágicas de música y alegría aumenten en la demasía necesaria su pequeña fantasía. Hablando con emoción de nuestra querida Plaza de La Merced.
1 comentario en «La Merced»
Estoy totalmente con Ramon llanes y
llegar al fondo de la cuestion recuperar el estado que tenia la plaza de la merced para el disfrute de sus vecinos