A.R.E. Dicen que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer. En el caso del emperador romano Trajano, ésta sería su esposa, Pompeya Plotina, una ‘onubense’ nacida en Ituci –o eso apuntan las teorías-, una ciudad identificada en la actualidad como Tejada la Nueva y situada en la campiña oriental de Huelva, en el término municipal de Escacena del Campo.
Según indican los textos, Pompeya se caracterizó por ser inteligente, amable y benevolente, cualidades que, a buen seguro, sirvieron a su marido para gobernar Roma durante sus casi 20 años de reinado. De hecho, fue al parecer esta mujer la que decidió el destino del Imperio, siendo su influjo el que llevó a Trajano a elegir a Adriano como sucesor.
Pero el origen de toda esta historia se encuentra en Ituci o Tejada la Nueva, de la que a día de hoy se conservan aún vestigios de épocas romana y árabe, como unos baños o los cimientos de los torreones de la muralla que la rodeaba. Esta ciudad cogió impulso en el siglo VI a.C., cuando otra población cercana (a pocos kilómetros), Tejada la Vieja, sufrió una grave crisis económica y fue abandonada por muchos de sus habitantes.
Ituci, que se ubicaría en el límite entre Paterna y Escacena, a unos 4,5 kilómetros de esta última localidad, fue adquiriendo relevancia hasta convertirse, en el siglo II a.C., en una de las ciudades más importantes del bajo Guadalquivir, llegando a tener el estatus de municipio en época Flavia. Esta afirmación se fundamenta en la aparición de Ituci en multitud de textos, por la edificación de su muralla y también por haber acuñado sus propias monedas, en las que puede leerse el nombre de la ciudad.
Otro de los detalles destacados de esta población es que está recogida en el conocido como Itinerario Antonino (Caracalla), esto es, un mapa de rutas del Imperio Romano redactado en el siglo III. En el mismo, Ituci aparece como la sexta mansio, denominación que recibían las paradas oficiales en una calzada romana. Éstas, cuyo mantenimiento dependía del Gobierno, eran utilizadas inicialmente por oficiales y hombres de negocios a lo largo de sus viajes por el imperio, aunque con el tiempo fueron adaptadas para acomodar a viajeros de toda condición, incluso al propio emperador. La mansio de Ituci se encontraba entre las de Ilipla (Niebla) e Itálica (Santiponce, Sevilla), controlando el camino de Hispalis (Sevilla) hacia Onuba (Huelva).
Precisamente de Itálica era Marco Ulpio Trajano (fue el primer emperador de origen no itálico), ciudad que mantenía muy buenas relaciones comerciales con Ituci, y que seguramente el militar habría visitado en diversas ocasiones. Probablemente, en una de ellas conocería a Pompeya Plotina, con quien se casó mucho antes de que su predecesor, Nerva, lo nombrara su sucesor y se erigiera en emperador de Roma el 28 de enero del 98.
Sobre el origen de su esposa, que adquirió el título de emperatriz después del ascenso al poder de su marido, la teoría más extendida, aunque no se ha podido contrastar, es que nació en Tejada la Nueva. En esta línea, se han hallado pruebas documentales, siendo el primer texto en que se hace alusión al lugar natal de Pompeya el Recebimiento que hizo la muy noble y muy leal Ciudad de Seuilla, a la C.R.M. del Rey D. Phelipe, del humanista y escritor Juan de Mal Lara, obra en la que narra el recibimiento que los sevillanos ofrecieron a Felipe II en 1570.
En este documento, el autor cita textualmente “Estos cuatro lugares – Escacena, Paterna, Manzanilla, Castilleja del Campo – comprendieron en sí toda la tierra que se llama el Campo de Tejada, o porque se llama ella Tejada o porque sea el vocablo corrupto de Trajana, que dicen el César Trajano haberle puesto nombre; porque los historiadores declaran que Ulpio Trajano nació en Itálica, que estaba cerca de Sevilla, lo que decían los Campos de Talca, aunque no sabemos lo cierto. Fue el primero de los Emperadores extranjeros, y así del Andalucía; dicen que desta ciudad era su mujer, Plotina, cuya prudencia y castidad ocupa alguna parte de la Historia Romana”.
Así pues, este autor y humanista confirma que en el siglo XVI los ciudadanos daban por cierto que Pompeya nació en tierras que hoy forman parte de la provincia de Huelva, un territorio de gran relevancia en época romana, donde un destacado militar con altas aspiraciones podría haber conocido a una educada joven con la que contraer matrimonio.
La historia recoge que Plotina siempre permaneció al lado de su marido, desde mucho antes de que éste fuera nombrado emperador. Cuando esto ocurrió, fue ella quien lo acompañó en su entrada triunfal en Roma, uno de los momentos más emocionantes, sin duda, de su vida.
Como emperatriz, el Senado concedió a Pompeya, hacia el año 105, el título de ‘Augusta’, un título honorifico imperial que se atribuía de forma general a las esposas o parientes de los emperadores romanos y bizantinos. Por ello, también la hermana de Trajano, Marciana, obtuvo esta misma distinción. Cabe destacar que la cuñada de Plotina vivió con el matrimonio, existiendo una relación de cercanía y amistad entre ambas mujeres.
Por otro lado, prueba de la lealtad de la de Ituci hacia su esposo, es que lo acompañó hasta su última contienda, la que libró contra los partos –Partia era un imperio en la zona que hoy ocupa Irán-, y al final de la cual el césar cayó enfermo hasta morir por un edema en agosto del año 117. Pompeya tuvo la triste tarea de portar las cenizas de Trajano en una urna hasta Roma, restos que enterraron a los pies de la conocida Columna Trajana, que recordaba el éxito del emperador.
Pero antes de su fallecimiento, Trajano tuvo que elegir a su sucesor, una decisión de la que dependería el futuro del Imperio que el primer gobernante no itálico había hecho aún más grande, anexionando un millón de kilómetros cuadrados a los cinco que tenía cuando llegó al poder. Al no tener descendencia, el césar se dejó guiar por el buen criterio de su mujer y antes de morir adoptó a Adriano, su sobrino segundo por parte de madre, nombrándolo su sucesor. Pompeya sentía gran cariño por este joven de familia acomodada, también de Itálica, como su marido, y estaba convencida de que sería un gran líder para el Imperio.
Y Plotina no se equivocó en absoluto. Su influencia para que Trajano se decantara por Adriano fue vital para el devenir de los acontecimientos. Durante el reinado de su sobrino, el Imperio alcanzó la mayor extensión territorial de su historia, hecho que confirma el buen ojo clínico de la ‘onubense’.
Cuando Pompeya falleció, en torno al año 121-122, Adriano, por quien tanto había hecho, la encumbró a la categoría de Diva, haciendo que se le rindieran honores divinos y contando con sus propias sacerdotisas. También levantó en su honor una basílica en Nemausus, la actual Nimes, hecho en que se basa la otra teoría sobre el origen de Plotina, la que sostiene que era de la Galia, y que el emperador habría construido este edificio para que su recuerdo estuviera más cerca de su tierra natal. Sin embargo, tampoco existen pruebas que ratifiquen esta tesis, siendo, en general, más aceptada la que la vincula a Tejada la Nueva.
En suma, Pompeya Plotina marcó, escondida tras su papel de esposa, una etapa de la Historia de la Humanidad gracias a la influencia que poseía sobre las decisiones de su marido, el segundo de los llamados ‘cinco emperadores buenos’ (Adriano fue el tercero), nombre que dio Maquiavelo a los cinco primeros gobernantes de la dinastía Antonina y que encumbraron a su mayor gloria el Imperio Romano.