Ramón LLanes. Todo el cauce del río Odiel se convierte en una inmensa llanura de esteros que configura uno de los más bellos paisajes de nuestra Onuba y la parte más alta de ese cuenco natural es un mirador desde donde se observan los atardeceres, las mareas, la marisma inquieta y la propia vida de la ciudad. Es claramente observatorio de palpitaciones y eventos del universo onubense, singular plasma donde las miradas se pierden y se encuentran como si todo lo de abajo fuera el cuadro más lindo pintado por el mejor pintor. Y tiene su estética perfecta, el agua es la soberana de la belleza, el azul del cielo le hace el juego al tránsito de los sentidos y las emociones se erigen también en formas que se mueven alrededor de la excelencia del paisaje.
El Conquero es la nube más señera o la pestaña menos honda o la atalaya para que los seres humanos disfruten de la naturaleza y aprendan a imbricarse en ella con los ojos, las sensaciones y la espiritualidad. Nunca seremos suficientemente explícitos narrando tal exuberancia de colores y figuras porque nuestra condición de onubenses nos embarga el halago desmedido y cortamos aquello que nos puede parecer exageración; han de ser los visitantes quienes nos saquen de la realidad a través de sus asombros. Aquella tierra unida a los dorsales del mar, la conjunción de fauna y flora en la pendiente del tiempo, todo queda visto con garantía unívoca desde ese lugar primigenio y casi eterno que definimos como Conquero.
La delicia de un paseo por su margen alta, recorriendo detalles, con las manos puestas en la frente para disimular el agobio del sol de la tarde, comparecer a las distintas puestas de sol que la atmósfera nos brinda, contemplar aquella bonanza que el estío refleja en los jalones de esteros, vivir aquello desde la grandeza de El Conquero es un regalo que la virtuosidad concede a Huelva para la crecida constante de sus sentimientos. Estar en el Conquero es pertenecer a un grupo de privilegiados que casi se entienden parte de la umbría celeste y tienen en el honor personal la gala de pertenecer a este mundo cálido que a la vieja Onuba tanto embellece. Estar en el Conquero es una forma de estar un rato en el paraíso.