Ramón Llanes. Parece Isla Chica la parte más nostálgica de la Huelva plácida, aquella que poblaran los viejos onubenses y mantuvieran la idiosincrasia de cercanía que luego se fuera disipando en la parte centro de la ciudad o aquella otra de los camarones, las bocas, las bacalaíllas, las tabernas de ancestro con altramuces y vino de Bonares, serrín en el suelo y carteles de toros en las paredes. Aquella aprendiz de ciudad, tan soñadora, desde donde las glorias deportivas se transmitieran a los otros barrios porque desde allí naciera el orgullo que la distinguiera. Esa noble Isla Chica, populosa y alegre, abierta y extrovertida, con su honor puesto siempre al socaire de la vecindad como pretendiendo colectivizar las intimidades, germen de tanto buen ambiente y afecto, pasamanos y efemérides, gol y ambrosía, lugar de endulzamiento de vidas.
Isla Chica es Huelva en plenitud pero tiene un carácter menos fruncido, más suelto; fundó una forma de vida a modo de placeres, desde la propia identidad de la calle, con sus banderas de fantasías y sus emblemas de aventurera. La Isla, la querida Isla, la graciosa y sincera Isla; esa gremial manera de entenderse con su arquitectura peculiar, sus casas bajas, su barrio soleado, sus entresijos y sus pocas complicaciones. La Isla inmersa en su comercialidad sin pérdida de sus ápices de niñez, en sus cordiales ritmos y en sus salpicadas oquedades. Aunque falten o sobren cualidades para convertirse en el algo más que nunca pretendiera, Isla Chica sueña, gime y ama con sus pórticos y credos como cualquiera ciudad que de altura se precie.
Ya no suena el griterío del fútbol en sus lares porque llevaron hasta la Ría tales causas pero permanece con la vivacidad de un pueblo emergente que atisba su versatilidad desde su bien parecido apego a la forma de ser que le sirve de identificación en rango de agrado. Se mueve por allí el mejor aire de complacencia, es lugar de fácil convivir y sus vecinos forman ámbito que enaltece su costumbre de conocerse, saludarse y sonreírse en el transcurso de cada palmo de cotidianeidad. Isla Chica es un compendio de muchas teorías huelvanas, un lujo humano.
1 comentario en «Isla Chica»
CON SUS VIRTUDES Y SUS DEFECTOS, DESDE LUEGO UN BARRIO SINGULAR, ENTRAÑABLE Y MUY PARTICULAR. TODO A MANO, MULTICULTURAL Y A UN PASO DEL CENTRO. QUÉ AMBIENTE COFRADE Y DE CERVECITAS… ESE BARRIO REINA VICTORIA…