Señor Presidente

Miguel Mojarro

Tengo un amigo en un casino que atravesaba días sumamente críticos y, durante la asamblea en la que se decidía su futuro de manera radical, se subió al carro, al pescante, y se ofreció a llevar unas riendas que nadie quería para sí.

En el último cuarto de hora, cuando parecía decidido que el casino iba a desaparecer y se redactaría acta de cesión de bienes al Ayuntamiento, un socio se ofreció a sacar adelante la institución.

Se inicia un debate y, cuál no sería mi asombro, al observar que se cuestionaba por parte de algunos socios la propuesta del único que se ofrecía a trabajar por el casino. Hasta que llegó un momento en el que este señor dijo: «No hay problema, si no os parece bien lo que ofrezco, me retiro y tan amigos».

Es increíble la apatía de un grupo social que permanece sentado y sin hacer nada por salvar su patrimonio, en contraste con la postura crítica que es capaz de desarrollar hacia quien se ofrecía a salvar lo de todos.

Hay una palabra que define bien claramente lo que conviene hacer en estos casos de paradojas sociales: Reflexión. Me la enseñó mi amigo Benito de la Morena. Y yo, que aprendo todo lo bueno que se acerca a mi entorno, me apropié la propuesta para usarla siempre que la gente (Sí, la gente) renuncia a practicarla.

Reflexión, que es la forma más adecuada e inteligente de reaccionar ante quien se ofrece para salvar lo que entre todos hemos dejado languidecer. Reflexión, para ser conscientes de que quien da un paso adelante en beneficio de todos, merece al menos el respeto de todos.

Viene esto a cuento de que, últimamente, está sobre la mesa un debate interesante y sumamente importante: El futuro de los casinos.

Y un presidente se ha atrevido a montar una Mesa Redonda, para que desde otros casinos y otras instituciones, se levante la voz con opiniones solventes. Que no es fácil.

En nuestro libro «Casinos de Huelva» hay un capítulo dedicado a valorar la necesidad de reflexionar (Otra vez reflexionar) sobre los pilares fundamentales en los que se apoya la vida actual y futura de los casinos.

Pero hoy queremos dejar clara la realidad de quienes ponen su nombre, su tiempo y su intimidad, al servicio de un casino. No podemos hacer referencia a todos los que están en este caso, pero vamos a referirnos solamente a los cuatro con los que en las últimas semanas hemos conversado y tenido contactos sobre el tema. Pero de los 45 casinos restantes, habría cosas buenas que comentar.

Señor Presidente: Lea y reflexione, pero no se llame a engaño. Ser Presidente obliga a no mirar para otro lado, a mojarse con la gotera y a subir a las tejas a repararla.

Señor Presidente: Haga suya la frase que un día escuché a un funcionario importante, en un pueblo del Sur, que puso sobre la mesa su intención de «venir a servir y no a ser servido». Hágala suya y sienta que responsabilidad y placer pueden viajar juntos.

Señor Presidente: Observe que la sociedad ha cambiado y reclama una adaptación de los Casinos a su nueva realidad.

Señor Presidente: En unos años, muchos casinos serán historia y lamento, pasado y nostalgia. Otros casinos, los que se atrevan, sepan y puedan, sobrevivirán reforzados y harán su presente vigoroso y gratificante. En su línea histórica.

Pero, Señor Presidente, hay que subirse al pescante y avanzar en esta nueva sociedad con los ojos puestos en la realidad y en los objetivos. Como están haciendo presidentes de casinos que llevan en una mano el mando y en la otra la reflexión. Pero con socios que no se opongan a lo que no se atreven a hacer, ni directivos que estén solamente para asistir a las reuniones.

Hoy quiero traer cuatro ejemplos, con el deseo de que sirvan de acicate ante lo difícil, pero posible. No son los únicos, pero sí son los que se están dejando la piel al servicio de «sus casinos». Me gustaría decir lo mismo de otros cuatro cuando pasen unos meses. Pero éstos, son ejemplo y hay que airearlo. Sobre todo para que no se ponga arena en las ruedas ni traviesas en los radios. El que quiera mirar, que mire, pero que no obstaculice a quien se sacrifica.

Señor Presidente del Casino Minero de Corrales: Bravo por haber puesto sobre la mesa la difícil tarea de salvar esa entidad y recuperar para ella el sabor que nunca debió perder.

Casino minero con historia, que Javier, con la inestimable ayuda de colaboradores como Isa, Jesús, Manuel, Antonio, … está sacando a la superficie, desde un olvido que lo había convertido en un lugar más para que se reunieran unos cuantos.

El Casino de Corrales, fue la voz de las minas frente al mar. Era la unión de mineral y barco, los dos grandes apoyos de la Historia de Huelva.

Es duro, pero el camino que han iniciado es el único que llevará a Corrales a ser el atractivo de un entorno que necesita recuperar el sabor minero.

Y para eso nada mejor que traer al salón la mejor mesa de billar y la mejor memoria de un campeón. Y llenar sus paredes de objetos que son alma de un estilo que nunca debió perder.

Bravo, Señor Presidente.

Señor Presidente del Casino de Rociana: Bravo, por haber convertido a Rociana en lugar de encuentro de la Cultura con el Ocio, los dos grandes amantes de todos los tiempos.

Cada semana, una cita. Cada día, una inquietud en busca de futuro. Cada despertar, una ilusión por un mañana que ya ha conseguido.

Y ahí está José Antonio, con la aportación de Álvaro, sujetando el cartel de «referente cultural en la provincia». Que lo es, gracias al esfuerzo y la reflexión.

Pionero y francotirador, en un mundo en el que no es precisamente la generosidad quien manda. Pero junto a otros nombres que pusieron este Casino en marcha, el suyo aparecerá como quien hizo de la Cultura el mejor atractivo del placer.

Alguien tendrá que decir que fueron pocas las ayudas que se aposentaron a su lado. Dicho queda.

Bravo, Señor Presidente.

Señor Presidente del Círculo de Labradores y Artesanos de Gibraleón: Bravo por saber mirar hacia adelante, porque lamentarse después no es bueno ni deseable.

Casino que no habla alto. Callado en su hermosa plaza y sosegado en su salón. Hermoso y acogedor. Pero tiempos llegan que exigen y hay que afrontarlos.

Convendría que Gibraleón se percatara y se pusiera a empujar la carga, porque ese Casino es suyo, de todos, porque es patrimonio en el que se basa gran parte del prestigio de la localidad.

De momento, Manuel Parralo y su experiencia, con la ayuda y el esfuerzo de Juan Antonio Martín, José Antonio Peña, José de la Torre, … y otros colaboradores, están navegando. Tal vez solos, pero con decisión y capacidad.

Han comenzado un camino que será exigente, pero que es el único para recuperar la vitola de un casino con mucha historia. Y con los valores que lo colocan entre el clamor de la gran ciudad cercana y el silencio de los campos cultivados del entorno.

Bravo Señor Presidente.

Señor Presidente del Casino del Centro, de Nerva: Bravo por haberse subido al pescante, en el que no ha tenido mucha ayuda, pero en el que sigue con tesón, buen hacer, inteligencia y solvencia.

Con la ayuda, eso sí, de dos magníficos colaboradores, Vicente ( Padre e hijo), que son el brazo armado en Nerva durante su ausencia. Competente ausencia y magnífica presencia.

No es fácil reseñar la labor que este Presidente está haciendo en un Casino que estuvo en la UVI social. No es fácil ser justo con el trabajo ingente y la capacidad que está poniendo al servicio de esta sociedad. Pero basta con remitir a quien lo dude a las reseñas que medios de comunicación y grupos de trabajo hacen de sus actividades.

Hay personas que ponen su profesionalidad y solvencia al servicio de Nerva y sus valores. Una periodista, Alcázar, trabaja en la distancia con entusiasmo que apoya y anima. Un equipo, Onda Minera, acoge en su magníficas informaciones las actuaciones de este Casino, que tiene que salir de nuevo al escenario cultural que siempre adornó.

Bravo, Señor Presidente.

Cuatro casinos que son ejemplo. Cuatro casinos que caminan hacia el futuro, con una adaptación a la realidad cambiante y cambiada. Cuatro casinos que están poniendo las bases de un futuro, para estar orgullosos de lo que hoy se está haciendo. En el futuro, habrá que decirlo.

Bravo, Señores Presidentes.

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