Redacción. La Guardia Civil, en el marco de la denominada operación ”Whiteshark”, ha desarticulado una organización criminal dedicada a la introducción de hachís en España y Portugal desde Marruecos por vía marítima.
El líder del grupo y otras 14 personas han sido detenidas, se han cursado dos órdenes internacionales de detención y se han realizado 15 entradas y registros en domicilios y naves industriales, en los que se han intervenido 2.400 kilos de hachís, 23 embarcaciones de alta velocidad, 4 motos de agua, 2 embarcaciones recreativas, estando valorados estos bienes en más de 1.800.000 euros, además, 4 vehículos todo terreno, 8 turismos, 1 motocicleta, 4.750 litros de combustible, que se almacenaba sin ningún tipo de medida de seguridad para abastecer las embarcaciones antes de sacarlas al agua, 463.465 euros en efectivo, así como multitud de teléfonos móviles y satelitarios y abundante documentación para su posterior estudio.
La operación se inició a finales del pasado verano, cuando se detectó una organización de narcotraficantes afincada en la comarca del Campo de Gibraltar, dedicada a la introducción de alijos de hachís desde Marruecos. Los puntos de alijo de la organización abarcaban todo el litoral gaditano y utilizaban para ello numerosos métodos de introducción y un gran número de embarcaciones y personal.
Modus operandi. La droga se introducía mediante embarcaciones de alta velocidad, dentro de la bañera o en dobles fondos, utilizando pequeños puertos deportivos como punto de botadura y partida; trasbordos en alta mar a pequeños pesqueros, etc.
La organización giraba en torno a una persona residente en Algeciras y propietario de una empresa de náutica, identificado como A.R.G., quien tendría los contactos en el país alauí para obtener grandes cantidades de hachís.
Para la introducción de los alijos, el cabecilla se apoyaba en numerosos patrones de embarcación de su máxima confianza, los cuales llegaban a realizar incluso dos viajes al mes, cargando cantidades de drogas más bien pequeñas en cada embarcación. De esta manera se minimizaban las pérdidas en el caso de ser detenidos, o si tenían que tirar la droga durante el curso de una persecución. Otra de sus costumbres era utilizar de manera simultánea dos embarcaciones que alijaban en lugares diferentes o con distintos métodos. Para esto se valía de sus contactos en el mundo de la náutica.
Durante las investigaciones, los guardias civiles se encontraron con una organización hermética, que tomaba obsesivas medidas de seguridad y de contravigilancia para evitar ser detectados y seguidos, empleando, para dificultar el trabajo policial de los agentes a los denominados «hombres de paja» en la titularidad de las embarcaciones, personas sin antecedentes y con una aparente vida normal, que ante la primera sospecha de poder perder una embarcación, denunciaban su robo para recuperarla.
Para poder hacerse una idea de la capacidad económica y operativa de esta organización baste decir que por parte de la Guardia Civil se les incautaron en nuestras costas un alijo el día 2 de junio de 664 Kg, otro el día 12 de junio de 900 Kg, y otro, el día 15 de junio en el Algarve portugués de 855 Kg, alijo incautado gracias a la excelente colaboración entre la Guardia Civil y la Policía Judiciaria lusa.
Disponían de varios narco embarcaderos en la zona del Campo de Gibraltar, desde donde se echaban al agua las potentes embarcaciones encargadas de traer la droga hasta nuestras costas, contando con todos los medios necesarios para realizar las reparaciones que se requiriesen tras realizar un alijo, así como varias naves industriales en las localidades gaditanas de Alcalá de los Gazules, La barca de la Florida, Palmones y el bario de La Atunara.
Todas estas actividades se realizaban en estas fortalezas construidas para mantener a salvo de miradas indiscretas sus ilícitas actividades, proporcionando a los narcotraficantes toda la seguridad que les ofrece una zona de difícil vigilancia para los agentes.
Ante la presión a que se estaba sometiendo a la organización por parte de los investigadores, desplazaron sus actividades hacia la costa de Huelva y la zona del Algarve portugués, estableciendo una infraestructura estable en esta zona, por lo que se solicitó la colaboración de las autoridades portuguesas.
Se han realizado registros en las provincias de Cádiz (Algeciras, San Roque, La Línea De La Concepción, Palmones, Los Barrios, La Barca de la Florida, Chiclana de la Fra. y Alcalá de los Gazules); de Málaga (Benahavis y Ronda); de Huelva (Punta Umbría) y de Portugal en Vila Moura