Ana Rodríguez. El 29 de octubre se celebra Día Mundial sin Juegos de Azar, una fecha para recordar que la adicción al juego puede llegar a ser tan perjudicial para los individuos que las padecen como el alcohol o las drogas, pero también un perfecto momento para despertar de su letargo a quienes la sufren y recordarles que hay salida, que una vida sin juego es posible.
A este últimos objetivo sirven testimonios como el del onubense Jorge Barroso Barrera, que lleva más de 20 años sin jugar después de que casi perdiera todo lo que tenía por culpa de su adicción; y es más, es este tiempo ha ayudado a muchas otras personas a sobreponerse y llevar una vida sana en la que las tragaperras, el bingo o las quinielas no tienen cabida.
En el caso de Barroso, todo empezó de la manera más inocente, acudiendo a un bingo “con la mala suerte de que me tocó”, recuerda. Los tres hijos de Jorge tenían por entonces nueve, 15 y 18 años y él su puesto de trabajo fijo en la Guardia Civil. Poco a poco su mundo acomodado fue cayendo como una torre de naipes. Lo que empezó siendo una manera de pasárselo bien, se acabó convirtiendo en una necesidad: “iba día tras día, primero por diversión pero luego era más una obligación porque allí me encontraba bien, me evadía de los problemas”, explica el onubense.
Empezó a aparecer entonces una gran amiga de las personas con adicciones: la mentira. Llegaban “una tras otra” porque con ellas Jorge justificaba el tiempo que pasaba fuera de casa. Pero a la ausencia de verdad, le siguió un problema aún mayor, que dio la última voz de alarma de que algo estaba pasando. Como Barroso reconoce “contraje una deuda muy fuerte. Dejé las cartillas limpias” y, llegado a este punto, no tuvo más remedio que reconocer ante sus familiares que tenía un problema.
Por fortuna, lejos de darle de lado, sus parientes más cercanos, especialmente su hija mayor, le ayudaron a salir del atolladero. Su primogénita había visto en un programa de televisión que en Sevilla existía una entidad que ayudaba a las personas aquejadas de ludopatía a superar su adicción y allí que se marcharon a buscar ayuda. “Estuve seis meses yendo dos veces por semana a Sevilla junto a otra familia que también acudía desde Huelva. Mi mujer quería separarse de mí, pero cuando empezamos las sesiones comprendió que lo tenía era una enfermedad que necesitaba tratamiento”, destaca Barroso.
Sus hijos pequeños también le apoyaron, pues eran bastante conscientes de lo que estaba pasando en casa, “hasta los trabajos que les mandaban en el colegio los hacían sobre los problemas de la ludopatía”, apunta Jorge.
En el trabajo, al onubense lo trataron por depresión y le prestaron gran ayuda y, además, un familiar le prestó el dinero para pagar la deuda contraída, dinero que “le fuimos devolviendo con un préstamo que solicitamos al banco, lo cual hace 25 años no era tan sencillo que te concedieran”. En este sentido, Barroso pone de relieve que “por entonces me vino bien que no me facilitaran más dinero. Ahora muchos familiares le pagan la deuda al adicto y con eso lo que consiguen es que siga igual de metido en el juego”.
Y es que, según el onubense, él era plenamente consciente de lo que le pasaba, pero no quería decirlo porque entonces le obligarían a dejar de jugar. Sin embargo, en su modo de comportarse era fácil detectar que algo no iba bien: “estaba irritado, llega tarde y cuando me lo recriminaban me ponía agresivo y me marchaba. Echaba mucho tiempo fuera de casa y gastaba más dinero de la cuenta. Los ludópatas tienen estos comportamientos, no es algo físico, como la adicción al alcohol, que se nota claramente, a no ser que llegue con las manos negras de las monedas o pintadas de rotulador de los cartones del bingo, por ejemplo”.
Cuando ingresó en la asociación sevillana, además de la terapia que realizaba allí cada semana le dieron unas pautas a seguir en su día a día. Entre ellas se encontraban no llevar nunca dinero encima, lógicamente no frecuentar lugares de juego, tener las cuentas del banco mancomunadas, autoprohibirse la entrada a bingos y salones de juego e ir acompañado a todas partes.
Llevar a la práctica todas estas medidas no es nada sencillo, sobre todo al principio, aunque, según Barroso, “aprendes a vivir con ello. Lo primero es concienciarse de que uno tiene que salir y llevar estas pautas a pies juntillas. Al principio cuesta mucho trabajo porque el juego está bien visto en la sociedad, pero la gente no comprende que puede tener un problema grave. Es horroroso y te cambia la vida a ti y a tu familia, porque se rompe la confianza que habían depositado en ti”.
Así pues, el apoyo de los seres queridos es un valor fundamental que le permitió a Barroso no sólo salir del agujero en el que se encontraba, sino también superarse aún más para tenderle la mano a otros que pasan por lo mismo que él experimentó.
En este sentido, en junio de 1991 Jorge, junto a otros compañeros que también se trataban en la capital hispalense, crearon la Asociación Onubense de Jugadores de Azar en Rehabilitación, Aonujer que actualmente cuenta con 234 miembros en tratamiento en nuestra provincia, personas que han empezado a ser conscientes de que necesitan tratamiento para superar su adicción.
Desde Aonujer se llevan a cabo, como explica Jorge Barroso, su presidente, diferentes terapias. En estos momentos, poseen ocho grupos de terapia inicial que acuden dos días a la semana y que son atendidos por 22 monitores de autoayuda, todos ellos ludópatas rehabilitados voluntarios, que pueden hablar de tú a tú a estas personas que empiezan a recorrer el camino hacia la curación porque ellos ya han pasado por este proceso.
Cuando el socio ha superado estas reuniones iniciales, pasa a una segunda terapia en la que se establecen dos grupos: uno de familiares y otro de adictos. A cada uno se le explican, desde sus diferentes papeles, aspectos relativos a la prevención de las recaídas, la mejora de la calidad de vida, las relaciones de pareja, etc. Además, estas sesiones se complementan con otras de terapia social e incluso con una en la que se coteja si el adicto está siendo o no sincero en cuanto a su rehabilitación.
Finalmente, un último escalón que deben subir aquellos que ya están terminando de superar su ludopatía. Se trata de sesiones conjuntas con profesionales, psicólogos y trabajadores sociales, que refuerzan el trabajo hecho hasta este momento.
Es curioso que en estos tratamientos también se ve, en términos generales, un gran abismo entre sexos. Y es que, Barroso explica que “la mujer es la gran olvidada” en cuanto al apoyo de su pareja masculina en las terapias de ludopatía. “A los grupos de iniciación las mujeres suelen acudir solas, el marido la deja y se va porque piensa que es un problema de ella. No se implica el familiar, cuando la mujer, en el caso contrario, es mucho más solidaria”, reprocha el presidente de Aonujer.
Asimismo, Jorge señala que “hay personas más predispuestas que otras a engancharse. Hay gente que juega y si pierde dice ‘hoy no es mi día’, y se va a casa. Yo no podía, una fuerza mayor me inducía a seguir, a ganar. Tenemos unos neurotransmisores que generan serotonina y, cuando juegas, la segregas y eso te da placer, un placer que engancha, aunque no a todos de la misma manera. Los ludópatas pierden el control de tus impulsos”.
Por otro lado, el presidente de Aonujer pone de relieve que dejar el juego es difícil cuando la publicidad que te incita a ello está por todos lados. En la televisión, sin ir más lejos, hay anuncios que mueven a apostar en partidos de fútbol, jugar al bingo o al póker on line y, además, estos comerciales están protagonizados por estrellas del deporte o famosos en general, a los que muchos jóvenes admiran y desean parecerse. Esto supone un grave problema y es el motivo por el cual “cada día nos llegan a la Asociación chicos más jóvenes”, afirma Barroso, y continua: “universitarios que entran en los casinos virtuales tratando de evadirse, de buscar una realidad alternativa. Algo parecido ocurre con las compradoras compulsivas. Conozco casos de personas que tenían hasta los paquetes sin abrir en una habitación”.
Finalmente, Barroso lanza un mensaje de esperanza basado en su propia experiencia y afirma que “de la ludopatía se sale, pero hay que poner toda la carne en el asador, coger el toro por los cuernos”, una acción de valentía que, por fortuna, muchas personas han emprendido ya en la provincia de Huelva con ayuda de sus familias y asociaciones como Aonujer.
Actividades 29 de octubre. A lo largo de todo el mes de octubre, la Asociación Onubense de Jugadores de Azar en Rehabilitación ha estado llevando a cabo diferentes actividades en la provincia para concienciar sobre los peligros que entraña la ludopatía. En esta línea, han puesto en marcha una campaña de difusión, instalado mesas informativas y hablado con los alcaldes del territorio onubense.
Este 29 de octubre, Día Mundial sin Juegos de Azar el programa continúa con la instalación de dos mesas informativas a lo largo de la mañana en Huelva capital, una en la Palmera y otra en el Mercado del Carmen, además de la proyección del corto Juega ahora en la Gota de Leche a las 19.00 horas, tras la cual se abrirá una charla coloquio a cargo de la psicóloga Dolores Gómez Noguera.
Por último, a 20.45 horas, en los salones de Aonujer se celebrará una jornada de puertas abiertas, en la que se expondrán unos murales de los eventos efectuados entre los años 1991 y 2015 y se evaluarán las actuaciones llevadas a cabo en la capital y la provincia.
Por otro lado, el pasado 23 de octubre, representantes de la Federación Andaluza de Asociaciones de Jugadores de Azar en Rehabilitación (Fajer), de la que Jorge Barroso es secretario, leyeron en el Parlamento de Andalucía y en presencia del presidente del mismo, Juan Pablo Durán Sánchez, un manifiesto que volverán a pronunciar, esta vez a nivel local, este 29 de octubre.
En el documento reivindicaban controlar el acceso sobre la máquinas tragaperras que estén instaladas en los locales de hostelería y salones de juegos; que se regule la publicidad de juego on line para una mayor protección de los menores; que se articulen programas de prevención e información sobre las consecuencias del mal uso y el abuso de los juegos de azar y se mantenga la estructura asociativa; que se elaboren programas preventivos y de sensibilización dirigidos a la mujer jugadora; que de los impuestos que se recaudan de los juegos de azar se destine el 0,7% para tratamiento y prevención del juego patológico y que los intereses económicos del juego no prevalezcan sobre el derecho a la salud de los ciudadanos.
1 comentario en «Salir de la ludopatía tras haber tocado fondo: el caso del presidente de Aonujer, Jorge Barroso»
Despues de casi 50 anios de adiccion a los juegos de azar perdi la esperanza que mi mama pueda rehabilirarse. No se deja ayudar y asi es imposible…ha perdido lo mas importante: el respeto de la familia.