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Carlos Fernández / @karlos686. “Ésta es mi opinión hoy y en este momento de mi vida”. El cine de Scorsese de gánsteres y mafiosos ha privado y condicionado tanto a aquellos cineastas que pretenden embaucarse en una nueva aventura cinematográfica sobre el género, que uno debe resignarse a pensar que lo que va a ver no es más que lo mismo una y otra vez.
Sin embargo, Black mass consigue algo y ese algo es entretener con tensión y clase (cosa que el cine de mafiosos no consigue desde hace mucho tiempo desde Casino, Los soprano o Muerte entre las flores). El cine de mafiosos consiste en ver personajillos elegantes por fuera, pero podridos por dentro, destruyendo el ámbito familiar a base de protegerlo con códigos morales rígidos para las mujeres y los niños, y códigos basados en el exceso para los capos. Eso es lo que, hasta ahora, el cine nos ha contado sobre los mafiosos, siendo muy generales y Black mass no deja de ser una digna repetición de lo anterior. Es más, Black mass sobrevive, que no vive, debido a la soberbia interpretación de un resucitado Johnny Deep que logra intimidar al espectador más allá de su, tan acertada como exagerada, caracterización.
La película carece de personalidad propia, pero logra entretener toda su duración con ciertos altibajos que resultan muy “perdonables” a mi juicio. La película no sorprende como uno esperaría pero, pese a no jugársela, logra fingirlo bastante bien. Su temática resulta muy vistosa y magnética, sobre todo gracias al gran despliegue de palabrotas y pirotecnias técnicas. Lo que podría haber sido extremadamente tenso se queda en contenido frente a una película que resulta bastante cumplidora sin llegar a ser más. Entretenida y no disgusta verla.