Miguel Mojarro
Con el desarrollo de la tecnología, la cultura se alejó de los casinos y dejó todo el salón para los 3 pecados: Estar, beber y jugar. Pero solos. Sin la coraza complementaria de los placeres de más calado.
Y nos plantamos en el siglo XXI con un horizonte francamente inseguro. A medio plazo (Entre diez y veinte años), solamente resistirán los casinos que tengan solvencia económica porque sus socios sean solventes personalmente. Quedarán convertidos en clubes sociales identificados por la franja social o la ideología de sus integrantes.
Dicho esto, queda un argumento que explique los caminos posibles para estas entidades. Un camino que se base en el ocio, que es el único argumento que sirve para justificar la existencia de los casinos. El ocio, no se olvide este concepto.
Pero el ocio necesita del apoyo cultural para garantizar calidad y atractivo para las clases medias, que son el sustento social y económico. Los otros estamentos sociales, se adaptan con suma facilidad.
Decíamos en otro lugar, que cultura es todo aquello que existe en los grupos sociales, con independencia de naturaleza y genes. Es decir, costumbres, arte, literatura, juegos, ritos, formas de vida, hábitos, espectáculos, modas, … . Cultura es todo aquello que nace del hombre y de su actividad social o individual. Con un valor de uso, de estética o de supervivencia.
En otro lugar decíamos: «La literatura, la siesta y las formas de hacer vino, son cultura. Y también lo son la pintura, el lenguaje y las competiciones deportivas. Sin olvidar el pensamiento, los oficios y el amor. Y una película del oeste, un anís bien hecho en Zalamea o un aceite recién salido de nuestras almazaras. Y el jamón, las calles y la almadraba. Y todo lo que a lo largo de los siglos, muchos siglos, ha acompañado a los hombres en su «andadura» histórica o ha surgido de sus propias necesidades».
Hay formas de cultura que dan más prestigio social y más cualificación que otras. Y más posibilidades de ocio, de un ocio con solera y sabor. A esa «cultura» nos vamos a referir en lo sucesivo, no a la efímera que no deja huella en la Historia y en las memorias.
Definido esto, hay que dejar claro que los casinos, en su origen, tenían un fuerte carácter cultural, como complemento de otros ocios «más vulgares». Por eso crecieron y se desarrollaron. Porque se convirtieron en el único lugar de los pueblos en los que la cultura tenía sede. Otras entidades culturales, como los ateneos y asociaciones de diverso tipo, estaban en las capitales, pero en los pueblos solamente el casino tenía solera y espacio para acoger esa actividad. Por eso crecieron e impregnaron todas las clases sociales.
Hoy, cuando los cambios sociales profundos (Comunicación e inmediatez, utilidad y recursos), han hecho que la cultura sea cercana y asequible, barata y variada, los casinos se quedan sin ella … a menos que se suban al pescante de una vida absolutamente nueva y diferente.
El futuro pasa por adecuarse a la realidad en evolución, sin abandonar la oferta que hace de los casinos el gran logro de la sociedad. Y convertir la Cultura en el aliado eficaz de esa adaptación.
Sólo hay un camino: Adentrarse en aspectos culturales que satisfagan las apetencias de los hombres. Ser coherentes con las nuevas posibilidades de la sociedad. Ampliar el abanico de la oferta casinera, porque la sociedad ha ampliado enormemente sus posibilidades y sus exigencias.
Cultura. Esa es la clave para los casinos. Y solamente los casinos pueden unir Cultura y sus tres valores tradicionales, estar, jugar y beber, en un extraño maridaje que no se repite en ninguna otra situación humana. Sólo en los casinos.
El ocio cultural es el gran atractivo. Es el único recurso que tienen los casinos para interesar a una sociedad distinta a la que había en su época dorada.
Pero con una condición importante: Sin detrimento de los 3 pecados casineros, para que el casino mantenga su esencia de placer heterogéneo y sin sectarismo y no se convierta en un club.
Los directivos son la clave. Porque todas las entidades son lo que sus directivos aportan. Los directivos son quienes marcan la pauta para saber lo que el casino necesita, tener en cuenta lo que se puede y adecuar lo que se quiere al casino. Ojo, que estamos en algo que hemos dicho repetidas veces, desde las páginas de nuestro libro «Casinos de Huelva»: Saber, poder y querer.
La Directiva de un casino no es un puesto de trabajo, ni una poltrona de club de fútbol. Es un cargo que se acepta (No es obligatorio) para satisfacer las necesidades de una sociedad que tiene muchos años de historia. No es un juego de niños ni un pasatiempo de aburridos. Ni tampoco un trampolín para negocios o intereses no confesados.
Pero sí es (Debe ser) un lugar desde el que podamos colaborar en el prestigio, la salvación o el uso confortable de un lugar al que vamos para ser felices un rato. Y eso lo llevan haciendo nuestros padres y abuelos desde hace …
A los directivos actuales les cabe el honor de vivir una época diferente y situaciones realmente seductoras. Es hoy cuando los directivos tienen la oportunidad de sacar a los casinos del marasmo en el que están, recuperar la Cultura como compañera de viaje y convencer al «personal» de que adecuar el camino no es renunciar a nuestros valores. Todo lo contrario. Es ganar en posibilidades, en atractivo y en prestigio.
Pero hay que asumir que la tarea es dura y de responsabilidad. Se trata de mantener y desarrollar un casino, nada menos. Por eso los directivos deben ser habilidosa y responsablemente elegidos. No son nuestros amigos los que deben ser «candidatos», sino los que puedan, sepan y quieran servir a las necesidades de este momento social. Y de riesgo real para los casinos.
Un casino deja de tener atractivo y por lo tanto disminución de socios:
- Si tiene una oferta sin interés.
- La apatía se contagia, sin que se afronten de manera motivadora los problemas inevitables.
El trabajo de los directivos está claramente definido. Las propuestas culturales son la salida a situaciones precarias:
- Con ofertas atractivas.
- Para hacer de los casinos lo que fueron: Focos de cultura.
Hay casinos que se han lanzado a una andadura, en la que han hecho un trato (Como antes se hacía en los Casinos) con un compañero de viaje deseable y necesario: La Cultura.
A modo de ejemplo (Pero hay más), valgan el caminar de casinos como Corrales, Rociana, Gibraleón, Central de Nerva,…
Ojo: Sin que esto signifique perder sus esencias, porque el fundamento de los casinos es permanente, inherente al hombre, con independencia de cambios sociales, momentos históricos o tendencias más o menos consolidadas. Y la esencia de los casinos se concreta en su oferta «humana»: Estar, beber y jugar. Añadamos lo que sea necesario, pero no convirtamos el casino en «otra cosa».
Ponemos sobre la mesa una consideración en la que militamos en Azoteas: Los casinos son patrimonio social insustituible e irremplazable. Patrimonio, que es algo que conviene valorar y considerar.
Porque la Cultura es el pan con que se acompañan todos los manjares sabrosos. La Cultura no es una moda efímera, sino que es el soporte de todas las modas y todas las tentaciones. La Cultura es eso que, si falta, nada queda, porque todo lo demás se diluye. Se pierde sin dejar memoria.
El Patrimonio social es aquel que se disfruta cuando está y se recuerda cuando es historia. Y los casinos son Patrimonio social.
Grupo Azoteas
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2 comentarios en «Los casinos: Pasado, presente y futuro (III)»
D. Miguel lo podrá decir más alto, pero no más claro. Lo que sucede, a mi parecer, es que asociamos “casino” a persona mayor y ello conlleva un elemento separador, que no separatista, pero si fuéramos capaces de generar encuentros en el casino entre generaciones diversas, quizás ahí pudiéramos replantear ese necesario impulso que se necesita.
En cierta ocasión comenté lo de abrir salas de infancia y juventud en los casinos, pues ello conllevaría a que los mayores pudieran cuidar de sus nietos más pequeños, por ejemplo, sin sacrificar su ocio; o bien que existieran salones para uso de nuevas tecnologías que, además de saciar la curiosidad de los mayores, sirvieran de distracción a los jóvenes y, ¡por que no!, un desfile de modas para jovenes y menos jóvenes. No sé, son solo ideas.
«…si fuéramos capaces de generar encuentros en el casino entre generaciones diversas, quizás ahí pudiéramos replantear ese necesario impulso que se necesita». Esto dice el Sr. de la Morena. Y no debe echarse en saco roto.
Y añade aportaciones que son ideas a tener en cuenta. Y yo me pregunto ¿Por qué los directivos no se sientan una tarde a tomar café con este Señor y comentan ideas de todos?
Yo me apunto a ese café, porque sería sumamente interesante.
Interesante ver si las ideas que allí se debatieran se trasladarían a la práctica.
E interesante ver cuantos estariamos en esa reunión.
Gracias amigo Benito.