Mari Paz Díaz. Antares Bermejo Domínguez, en un principio, comenzó a estudiar con un módulo superior de Gestión y Organización de Recursos Naturales y Paisajísticos. Sin embargo, quería mejorar su formación, de ahí que decidiera dar el salto a la Universidad de Huelva para estudiar Ingeniería Técnica Forestal. Corría el año 2008, cuando Antares llegaba a la Onubense. Desde entonces hasta ahora no ha parado de viajar y conocer diferentes países. Para empezar, en 2010, estuvo un año viviendo en Nápoles a través de una beca Erasmus. En este tiempo afianzó su pasión por conocer otros lugares y a personas de diferentes culturas.
Y así ha sido. En 2011 colaboró con un proyecto de turismo sostenible en Namibia. Un año después, en 2012, se fue a Buenos Aires a terminar Forestal, ampliando su estancia para viajar por toda Sudamérica. Luego, en 2014, participó durante cuatro meses en un proyecto en Guatemala, donde estudió un nuevo tipo de cooperativas cuya actividad principal era la explotación forestal sostenible de tierras gestionadas por las etnias locales.
Con este bagaje, en julio de 2014 se involucró en otra nueva aventura: formar parte del personal del Instituto Jane Goodall situado en Senegal para trabajar en la conservación del chimpancé y su hábitat. Su aterrizaje en el país africano se produjo el 17 de julio del año pasado y, aunque en un principio estaba previsto que regresara a España en julio de 2015, todavía se encuentra allí, puesto que ha decidido ampliar su estancia.
Según nos cuenta Antares, «después de terminar mis estudios a finales de 2012 y regresar a España, estuve buscando trabajo durante ocho meses, pero como no encontré nada decidí aprovechar esta oportunidad de venir a África. Yo creo que toda situación, por muy negativa que sea, siempre tiene algo positivo, aunque tienes que buscarlo. Así que me puse a mirar proyectos de conservación en África en los que compaginar mi pasión por la naturaleza con la posibilidad de mejorar mi formación, al tiempo que contribuía a la mejora de una iniciativa en la que creo».
En concreto, el joven está trabajando en el Instituto Jane Goodall España, donde está dedicado a la recuperación del hábitat del chimpancé, de los valles de la reserva de Dindefelo. En concreto, está actuando en el valle de Nandoumary, el espacio más degradado por la antropización del hombre.
«La experiencia está siendo difícil, gratificante y muy enriquecedora. Difícil porque trabajas y haces tu vida en un ambiente diferente, lejos de todo lo que conoces en España y con unos medios muy sencillos. Gratificante porque trabajas duro y cuando consigues buenos resultados -que no es siempre- los valoras más y te motivan para seguir adelante. También porque creo que es muy importante trabajar a favor de la preservación de la naturaleza y la mejora de las condiciones de vida de las comunidades más desfavorecidas y olvidadas. Y, por último, enriquecedor porque trabajo y convivo con personas que tienen una cultura (musulmana) diferente y todos los días aprendes algo nuevo. Además, formo parte de un equipo de profesionales y amigos que creen en lo mismo que tú y han sacrificado mucho, así que tengo mucho que aprender de ellos», nos confiesa.
Este alumno de la Onubense explica que «Senegal es un país donde conviven personas de etnias, culturas y religión diferentes, pero todas tienen una cosa en común: su hospitalidad. Tiene una diversidad de hábitats, seco al norte (sabana sudanesa occidental) y húmedo al sur (mosaico forestal Guineano), por lo que existe una gran variedad de fauna y flora».
Un lugar idóneo para una persona que estudió Forestal por su deseo de «contribuir a la supervivencia de este planeta y poder combinar trabajo y pasión». Es más, en la actualidad, «estoy trabajando en el departamento de sostenibilidad agroforestal en varias tareas: terminar la guía botánica, reconocimiento de especies, zonificación del valle de Nandoumary, estudio y monitoreo de campos de cultivo abandonados, estudio de las problemáticas del valle y alternativas para las mismas, además de estar pendiente de que se aprueben algunos proyectos que de ser así comenzaríamos de inmediato».
Con todo, está aprendiendo mucho de esta estancia en Senegal. Incluso francés, idioma oficial del país, si bien en su zona de trabajo se habla pular, lengua local de la etnia Peuls, que también está conociendo.
Esto no quiere decir que no se acuerde de España. En el caso de Huelva, recuerda la oportunidad que le dio la Onubense de formarse y de viajar, por lo que se siente muy agradecido. De esta tierra, «lo que más echo de menos es el pescado y la gamba blanca».
Para terminar, se despide de los onubenses animándoles para que «no desesperen con esto llamado crisis que nos ha tocado sufrir, que inviertan en sí mismos, en formarse, que sean proactivos y generen sus propias oportunidades y que luchen por lo que quieren».
Sus últimas palabras son un proverbio chino que dice “La tierra no es una herencia de nuestros padres sino un préstamo de nuestros hijos”. Una prueba de que Antares Bermejo es un amante de los que hace, de la naturaleza, en la que le gustaría seguir trabajando en un futuro.