José Luis Rúa. Hace unos días se cerraba con enorme brillantez la tercera edición del Paseo por el Arte. Doscientos artistas mostraban sus trabajos en la sala de exposiciones al aire libre más grande del sur de cualquier parte. Más de mil obras se mostraban desnudas a la mirada del público y de nuevo otra exposición abre sus puertas en la sala de las tinajas de la Casa Grande de Ayamonte. Quizás muy próximo en el tiempo una muestra y la otra. Quizás sea mucho azúcar para un solo café, pero como dicen, para gusto, los colores.
Ana Feu y Natalia Santos hacían de comisarias de una exposición al que han puesto por título ‘Ayamonte en su luz’. Un denominador común en todos los trabajos expuestos, la luz de Ayamonte reflejada en sus más diversas acepciones. 16 obras de 10 autores. Variedad temática, técnicas diversas, estilos complementados y quizás alguna obra que debiera haberse quedado en el estudio fermentando sin más prisa que la de la luz que asoma por el quicio de la ventana.
El portugués Fonseca Martin siendo un acuarelista fantástico, nos ha sorprendido con dos oleos donde el juego de luces y sombras ponen de manifiesto su gran maestría. Un trabajo demasiado plano, colorista y con los efectos de entrada de la luz en el cuadro que nos deja gratamente sorprendidos. Pedro Rodríguez se deja caer con dos vistas de Ayamonte que invita a meternos por los espacios de la ciudad. Deja los grises de siempre y los sustituye por colores vivos pero tratados con la delicadeza a la que nos tiene acostumbrados. Una maravilla de trabajos. Fran Mora por su parte nos sorprende con la paz y serenidad de líneas horizontales de color que se nos antoja como una playa que escalona meticulosamente la arena, el mar y el cielo en un camino hacia la mayor de las tranquilidades. En esta ocasión aparcó los paisajes y bodegones y dejó en casa la maleta cargada de premios, lo que le definen como un autor de enorme proyección.
Bella Segovia juega con el abstracto para dar al visitante la opción de la libre interpretación. Colorista vertical en una obra, sol dorado en la otra. Personalidad infinita para trabajos con resolución abierta. Raúl Montes por su parte, muestra un collage con motivos ayamontinos y adornos que complementan. María Bejarano muestra la transformación del metacrilato a través de la mancha colorista. Refleja a su manera la luz de nuestra costa, y la personaliza con su propia seña de identidad.
Finalmente los autores locales que se funden armoniosamente con los demás pintores. Ana Feu por su parte, se ha ido a la Barriada de Canela para interpretar la luz de la ciudad cuando el atardecer se hace dueño del rio. Más seguridad en la pincelada y más definición en cada trazo la hacen sumamente sugerente. Juan Galán y su juego de luces con un patio muy conocido para nosotros, pero quizás algo sombreado para el esplendor que domina cada rincón y cada columna del mismo. Javi Cástulo, por su parte, se ha dejado llevar por las prisas y se le quedó mucha de la luz y del hiperrealismo tan suyo y tan personal, en algún otro lienzo. Andrés Moreno se recrea con la figura y el paisaje y difumina el color para no castigar la retina del visitante.
Y una vez recorrida la sala, disfrutado con cada una de las obras, escuchado al público asistente y reflexionado sobre la interpretación tan personal de algo que caracteriza a nuestra ciudad, la luz, podemos decir que al final de la faena, sonaron pitos y palmas. Una mezcla de sensaciones que equilibra la selección que hicieron tanto Natalia como Ana. La pintura sigue marcando el ritmo de la ciudad y la luz personal de Ayamonte, inspirando las paletas variadas que nos sorprenden en cada nueva exposición.