Una insuperable Carolina Marín derrota a Saina Nehwal en dos sets y conquista el doblete mundialista

S. D. Carolina Marín se ha proclamado, por segunda vez consecutiva, campeona del mundo del bádminton, tras derrotar a la india Saina Nehwal (21-16 y 21-19) en la final del torneo que se ha celebrado en Yakarta (Indonesia) y que duró una hora.

El bádminton es un deporte que juegan muuuuuchos asiáticos, pero en el que siempre gana Carolina. Lo ha vuelto a demostrar revalidando su título de campeona del mundo de bádminton, gesta sólo al alcance hasta el momento de tres jugadoras chinas.

Carolina, que es de Huelva, hace tiempo que escribe páginas en la historia del bádminton español, europeo y mundial, porque su logro no está al alcance de todas. Máxime en un deporte tan exigente como éste, en el que cualquier pequeño detalle te condiciona un campeonato. Por si fuera poco, la onubense acudió a este evento que ha tenido lugar en una de las catedrales del bádminton como es el Istora-Gelora Bung Karno Senayan de Yakarta, condicionada en su preparación por una lesión en el metatarsiano que necesitó de paciencia y entrenamientos adaptados, mucho más mentales que físicos, encaminados a compensar ese 20% que reconocieron todos los implicados -jugadora y entrenadores, con Fernando Rivas a la cabeza- le faltaba a Carolina. El oro mundialista es el más claro ejemplo del trabajo bien hecho.

No lo ha tenido fácil la jugadora de Huelva en todo el torneo, en el que sus cinco partidos han durado, como mínimo, una hora, sin dejar curioso que precisamente la final ha sido el de menor duración. Jing Yi Tee, Pai Yu Po, Shixian Wang y Sung Ji Hyun han sido rivales que han estudiado a la perfección a Carolina, que saben cómo jugarle y que han exprimido al máximo el talento y la fortaleza mental de la onubense, que alcanzó su máxima expresión en la semifinal ante Sung, cuando perdía 8-13 en el tercer set, y que pudo tener un ‘revival’ en la final con Nehwal, cuando a india encauzó la segunda manga con un 6-12. En ambos casos encontraron la respuesta implacable de la mejor jugadora del mundo.

Carolina y Saina disputaron en el Istora el mejor partido de bádminton posible ahora mismo. La 1 y la 2 del mundo en busca del cetro mundialista. 8.999 indonesios y Javier Jaramillo en las gradas del Istora dispuestos a vivir, sufrir y disfrutar un partidazo, que no defraudó porque las dos se aplicaron al máximo, pero hoy en día sólo gana una: Carolina.

Salvo en el arranque del primer set, que fue de Saina Nehwal (1-3) hasta el empate a 7, Carolina Marín dejó claro que es la reina del bádminton. Un parcial de 4-0, a base de buenos golpes, mostrándose muy firme en todas sus acciones y siendo muy resolutiva en la red, el parcial llegó a ser de 9-3, para colocar el marcador en un 16-10 que abría de par en par las puertas de la victoria en esta manga. A Carolina le bastó con optimizar recursos para solventar la primera papeleta por 21-16.

Diferente fue el segundo. Saina Nehwal tuvo que cambiar un poco, se mostró más agresiva y durante buena parte del set se vio porqué era la número 2 del mundo. Desde el inicio de la manga suyas fueron las ventajas, primeros mínimas, luego más importantes hasta un inquietante 6-12 que, como pasó ante Sung en el día anterior, significó el punto de inflexión. En los momentos delicados Carolina tiene un plus mental que le hace insuperable, ya quedó de manifiesto -¡¡¡ quien lo iba a decir !!!- en la final del año anterior ante Li Xuerui, entonces número 1 del mundo, y lo ha tomado como algo natural Carolina que da un cambio de marcha, se aferra a la pista y hace suyo el “puedo porque pienso que puedo” y ya no hay forma de pararla.

Parcial de 7-0 a favor de la onubense para colocarse con ventaja 13-12 y meterle mucha presión a la india, que ya no podía cometer errores. Claro que Saina es también una excelente jugadora y tras parar el chaparrón, entró en esa espiral de punto tuyo, punto mío, para llegar al tramo definitivo con un empate a 18. En esas circunstancias Carolina no tiene rival.

Un empujoncito a su juego para hacer un 2-0 que le dejó a un punto de la gloria. Lo tuvo en sus manos pero quizás le faltó un poco de decisión para finiquitar el juego en su primer volante de partido, aunque también hay que echarle la culpa a Saina que jugó muy bien ese punto. Con 20-19 Carolina ya dijo basta. Hasta ahí llegamos, hizo el tanto que le faltaba, ganó el set, el partido, el Mundial, y escribió otra paginita en la historia de este deporte.

Pero quedaba la guinda, anecdótica guinda, en la ceremonia de entrega de medallas. Con todas las jugadoras en el podio, Carolina con el oro reluciente colgado, la bandera de España en lo más alto… y el himno español con letra. Lo que no sea capaz de hacer Carolina…

 Una Carolina Marín muy feliz reconoció que la clave fue “no meterme presión e ir partido a partido”