Carlos Arroyo. Plaza de Toros de Valverde del Camino, con media entrada en los tendidos, primera de feria, se lidiaron seis novillos de Prieto de la Cal, correctos de presentación, variados en juego, encastados, recibiendo palmas en el arrastre los seis novillos, para los diestros;
Borja Álvarez, de verde botella y oro, pinchazo, estocada y dos descabellos tras aviso, silencio; dos estocadas defectuosas, dos descabellos tras aviso, silencio.
Miguel Ángel León, de blanco y oro, estocada y tres descabellos, ovación; media, estocada y tres descabellos tras aviso, ovación.
Lagartijo, de blanco y oro, estocada, silencio; estocada caída, oreja.
Muy por encima de la bisoñez de los novilleros estuvo la encastada y complicada novillada de Prieto de la Cal en la primera de la feria de Valverde. Los novilleros pugnarán en las dos tardes por hacerse con el premio del Boto de Oro, formato novedoso en este año, y seguramente será en el segundo festejo donde resulte el ganador de dicho premio. No se le puede achacar a los actuantes falta de actitud, pero sí falta de conocimientos técnicos indispensable para poder salvar las dificultades de la casta y la dureza. La corrida no fue fácil, pero tuvo más posibilidades de las aprovecharon los novilleros.
No tomó vuelo la faena de Borja Álvarez en el primero de la tarde. El novillo se quedaba algo corto y no humilla en exceso, y el novillero nunca está confiado con él. Tampoco está acertado con el espada y se silencia su actuación. Al cuarto se le pega en exceso en el caballo, y se golpea en las tablas en repetidas ocasiones, hasta que se parte un pitón justo antes de comenzar la faena de muleta. La lidia que se le hace al novillo es a la contra del espectáculo y del bien de la fiesta. Con todo, la faena carece de interés, silenciándose la labor del novillero.
Miguel Ángel León está más en novillero que sus compañeros. Sale bullicioso en su primer oponente, el mejor toro de la tarde en cuanto a calidad en la muleta. Al menos la lidia se intenta realizar mejor, aunque sólo se queda en la intención. La lidia es tan importante o más que el toreo de muleta, pero en este toreo moderno no se le presta la atención debida. Por el izquierdo el toro tiene profundidad, y el novillero lo aprovecha en dos series templadas. La espada le priva de un premio mayor. En el quinto se repitió el guion. Bullicioso el novillero en el recibo capotero, el toro es más noble. Se va acoplando Miguel Ángel con él, fundamentando la faena en el pitón derecho. Llegan los pasajes más aplaudidos del festejo. De nuevo, la espada le priva de un premio mayor.
“Lagartijo” se muestra como el más inexperto de la terna. El primero de su lote es el toro más complicado del festejo. En la faena de muleta, el toro es complicado y está muy por encima de las condiciones del novillero. La muleta retrasada, sin enganchar al novillo, le gana siempre la acción y pasa el diestro un mal rato. El sexto es más templado y atiende mejor a los toques. Sólo algunos muletazos sueltos son excesivo ajuste, se puede rescatar de la faena. Se le premia con una oreja incomprensible, con petición minoritaria y con el público abandonando los tendidos.
En definitiva, muy grande le vino la novillada a los actuantes.