Mari Paz Díaz. Profesor MBA y empresario onubense, Pablo González lleva veinte años viajando por los cinco continentes por placer y por trabajo. Su trayectoria vital se inicia en la clínica del Carmen de Huelva, donde nació. A partir de ahí, estudió en el Funcadia y tuvo el honor de ser la primera promoción de chicos del Instituto Femenino de Huelva, el IES Diego de Guzmán y Quesada.
Con 17 años se marchó a Sevilla a estudiar en su universidad. Como último reemplazo del servicio militar obligatorio, participó, de manera voluntaria, a bordo de la fragata Numancia F83 en la guerra de la antigua Yugoslavia. Fue condecorado con la Cruz al Mérito Naval. Fue su primera experiencia visitando otros países, como Italia y Grecia.
Después volvió a Sevilla, donde comenzó su carrera profesional. Acabó, tras distintas promociones internas, trabajando en Barcelona, al mismo tiempo que llevaba a cabo su MBA en EOI Sevilla, en viernes y sábado, y viajando por todo el territorio nacional. Todo ello en casi cuatro años, lo que suponía una media de un avión cada 2,5 días.
Posteriormente, tras un regreso fugaz por Sevilla, se fue a Madrid para trabajar como directivo en una multinacional española. Sus responsabilidades se concentraban en su mayor parte en España, Portugal, Marruecos y Latinoamérica, de ahí que tuviera que realizar viajes constantes a Lisboa, Oporto, Rabat, Casablanca, Miami, Guatemala, Honduras, Panamá, El Salvador, etcétera.
Su salida profesional de España se produjo al fichar por una compañía inglesa del mismo sector y volver a poner el foco en Europa. Con sede en Londres y atribuciones en Western Europe, Pablo vivió entonces a caballo entre Madrid y Londres, viajando esta vez, por toda Europa. A pesar de ello, en todos estos años, siempre encontraba hueco para bajar a su tierra, a Huelva, donde tiene a su familia, aunque simultaneando siempre viajes de negocios con viajes de placer a lugares como Shanghái, Pekín, La Habana, Antalya -Turquía-, San José de Costa Rica, San Francisco, Viti Levu-Islas Fidji-, Bangkok, New York o Sídney, entre otros muchos.
A nivel personal se casó en Irlanda con una irlandesa con la que tiene tres hijas menores de 5 años. Las dos mayores hablan francés y son bilingües español choquero-inglés, con acento irlandés. Pasan algunas temporadas al año allí, por motivos familiares y de negocio. «Con anterioridad, tuve la oportunidad de conocer Irlanda y sus gentes, en una temporada en la que me dediqué a estudiar Business English en Dublín y desde aquel momento me enamoré de la Isla Esmeralda. Luego, la casualidad fue que acabé casándome allí y formando parte de una familia irlandesa. Mis suegros me dicen que ya soy un 25% irlandés…, de Huelva, digo yo», nos explica Pablo.
En total, más de cinco años fuera de España, un tiempo a lo largo del cual ha acumulado múltiples experiencias, como nos cuenta en esta entrevista.
-¿Por qué decidiste irte fuera?
-Fue de manera natural o espontánea, no fue una decisión trascendental. Evitando de esta forma, la parálisis del análisis. Tenía que desarrollarme como profesional y como persona. La cuestión no era dónde, sino lo que quería hacer.
-¿Cuál era tu nivel de idiomas al llegar a Irlanda? ¿Tuviste algún problema?
-Fue curioso. Años estudiando inglés, trabajando en inglés, con profesor in company asignado, academia por las noches… Y cuando llegué a conocer a mis suegros no entendía una palabra.
-¿Cuál es tu balance?
-No sería la persona que soy sin esas experiencias. Me siento dueño de mi pasado, presente y futuro. La vida es muy corta, hay que aprovecharla tanto en el ocio como en el negocio. Si amas lo que haces, disfrutas de cada minuto.
-¿Cómo es vivir en Reino Unido? ¿Es muy diferente a España?
-En Londres el ritmo de vida y trabajo es muy distinto, que es lo que más me gustó, por temas de productividad y eficiencia. Lo que más me costó fue habituarme al clima, los horarios y la comida. Al final te acabas acostumbrando y tomando lo mejor de cada cultura. De eso se trata.
-¿Y en Londres?
-Vivía en un precioso mews de la zona de Oxford Street. Iba caminando a la oficina todos los días, pasando por Baker Street (donde Mr. Sherlock Holmes). La ciudad es un melting pot of cultures (crisol de culturas). Muy respetuosa con las diferencias y muy acogedora, según mi opinión.
He tenido la oportunidad de formar parte y/o gestionar equipos multiculturales. Israelitas, indios, azerbaiyanos, estadounidenses, pakistaníes, sudafricanos, escoceses, franceses, ingleses, irlandeses… Y eso te da además de un entendimiento más amplio de la diversidad, también te hace apreciar lo que eres y de dónde vienes… Todos conocen Huelva, doy fe. Y he de confesar que les he cocinado habas con choco, huevos de choco a la plancha y raya al pimentón. No comento resultados.
-Sus habitantes, ¿cómo son?
-Educados, ocupados, interesantes (cada persona tiene una historia que contar), exigentes y también reservados, muy reservados.
-¿Cuál es la imagen que tienen de España?
-Desgraciadamente o no, según se mire, todavía se nos ve como pandereta, sol, toros… Las dos palabras españolas más famosas son fiesta y siesta. Aunque muchos también en el fondo saben que esto ya no es del todo así. También depende de la muestra. La promoción de la marca España está mejorando nuestra imagen exterior desde hace tiempo.
-¿Qué estás haciendo en estos momentos?
-Sigo impartiendo mis clases y dirigiendo programas formativos a directivos y emprendedores en la Escuela de Organización Industrial (EOI), la escuela de negocios pionera en España. También sigo dando conferencias en instituciones, cámaras de comercio, foros, eventos, etcétera.
Como empresario, soy el fundador y CEO de ‘The Salmon Factor’, donde nos encargamos de asesorar y acompañar a empresas en el ámbito del marketing, de la comunicación y de las ventas, y a los empresarios, en sus decisiones estratégicas relacionadas con la internacionalización, innovación, sostenibilidad, imagen… También políticos… Para no aburrirme, acabamos de fundar una nueva compañía, ‘The Bull Factor’, que se va a centrar en desarrollos de nuevos modelos de negocio en internet. Una especie de think tank con desarrollo informático incluido (procesos end to end).
-¿Te has marcado algún nuevo objetivo o reto?
-Siempre. Hay que trabajar por metas, a nivel personal, bienestar para mi familia y dar acceso a oportunidades a mis hijas y a nivel empresarial. Crecer y no dejar de crecer.
-¿Qué piensa tu familia?
-Mi percepción, que puede no ser cierta, es que era y/o soy la oveja negra de la familia, por hacer cosas diferentes o de manera distinta. Somos muchos de familia y todos viven y trabajan en Huelva, con alguna excepción. Tampoco creo que conozcan hasta el último detalle de mis andanzas. Mis padres, por supuesto, me han apoyado siempre, concediéndome todo el crédito y la confianza.
-¿Y tus amigos?
-Mis amigos de Huelva de toda la vida no me perdonan estar fuera tanto tiempo, pero con cariño. Lo cierto es que tanto con los de Huelva como con los de otros lugares del mundo hay muchos paralelismos y denominadores comunes. Suele ocurrir. Por tanto, formas de pensar muy parecidas.
-¿Cuáles son tus planes futuros?
-A corto plazo, permanecer en España. A medio / largo plazo, nunca se sabe. Las nuevas variables importantes que están en juego e influyen en las decisiones ahora son mis hijas.
-¿Piensas volver a Huelva en breve?
-No creas que no nos lo planteamos muchas veces, quizá más adelante. El pasar temporadas cada vez más largas o definitivas. Mi mujer piensa que Huelva es el sitio mejor del mundo para vivir, donde mejor se come. Y sus gentes, los choqueros, encantadores. Le doy bastante valor a su opinión, por ser alguien de fuera, que ha vivido en varios países de distintas latitudes y conoce por tanto otras culturas.
-¿Qué es lo que más echas de menos de Huelva?
-La familia, la enorme e inigualable calidad de sus productos, la comida. La lengua de toro en el Agmanir, los veranos en Punta Umbría, las cervecitas y las tortillas de los Tres Hermanos, las noches del Crápula, El Rocío, la romería de Montemayor con mis amigos de Moguer, etcétera.
-¿Recomiendas a todo el mundo que viva un tiempo fuera de España?
-Por supuesto. Aumenta la perspectiva, da mayor visibilidad de tu entorno, te ayuda a apreciar lo que tienes, te hace plantarte metas que desconocías y te hace ser mucho más crítico aunque sólo sea por comparación, con lo que no está o no se hace bien. Vives la realidad de lo absurdo de tantos y tantos tópicos.
Es más, si no sales, partes en desventaja, y no sólo por el asunto idiomas. La globalidad es real. Todo está más cerca, el flujo de trabajadores de distintas nacionalidades es una constante, las empresas cada vez son más multiculturales y cada vez más lo argumentan como valor para acceder a mercados más amplios por necesidad o estrategia.
-Para terminar: un mensaje a los onubenses.
-Hay un par de aspectos que he notado persisten a mi vuelta. Uno es la falta de ambición y/o el conformismo -algo de lo que se nos ha tachado siempre. Independientemente que quieras desarrollar tu vida en Huelva, hay que perder ese miedo a salir del círculo de confort que proporciona tu familia, amigos. Se trata de una cuestión de conocimiento, pero sobre todo de visión. En otras culturas es un paso fundamental de hecho en su formación, en sus vidas. Tras los estudios, continúan fuera ampliando o trabajando de lo que sea. El objetivo no es hacer carrera, sino vivir esa experiencia, la inmersión en la cultura del país receptor y con su idioma. Siempre se vuelve.
El otro, es que desde la consciencia de que los onubenses somos unos privilegiados, por nuestra historia y por lo que somos, por lo que poseemos y producimos… Que este orgullo que tenemos que enarbolar no nos estanque o nos sirva como argumento de complacencia. El mundo está vivo y se mueve rápido, la gente está muy preparada y ya hacen jamón hasta en China. Hay que espabilar, señores/as. Siempre nos quedará Huelva.