Mari Paz Díaz. La historia y el patrimonio de Huelva nunca deja de sorprendernos. Y la información de la que nos hacemos eco hoy es una prueba más de esta afirmación, ya que ha sido calificada como uno de los descubrimientos arquitectónicos e históricos más relevantes de los últimos tiempos. Una noticia que todavía sigue sorprendiendo a los olontenses, que no se explican cómo este espacio había permanecido oculto durante siglos sin que se hubiera conocido su existencia hasta ahora, cuando ha sido descubierto de forma fortuita. Nos referimos al hallazgo de una capilla mausoleo aparecida en la Iglesia de San Juan de Gibraleón, que perteneció a Francisco III Diego López de Zúñiga, marqués de Gibraleón. La estructura, aparecida en un hueco situado entre el presbiterio y la torre mudéjar de la parroquia, data del siglo XVI.
Un hecho sorprendente, que llamaba mucho la atención de los amantes del patrimonio, debido a que la existencia de este mausoleo no aparece en las crónicas existentes sobre este templo, de ahí que no se explicaran cuándo y porqué fue tapada esta sala. Todo ello ha provocado que el espacio haya sido objeto de una ardua investigación para cotejar todos los datos posibles sobre este lugar, del que, como decimos, hasta el momento no se tenía constancia histórica.
Una tarea que ha llevado a cabo el investigador Antonio Mira Toscano, del Grupo de Investigación HUM-838 de la Universidad de Huelva, a través del artículo difundido bajo el título ‘Un descubrimiento para la historia de Gibraleón. Descubrimiento de una cámara oculta en la parroquia de San Juan Bautista de Gibraleón: su datación y destino’, aparecido en la revista Gibraleón Cultural, editada por la Asociación Patrimonio y Cultura ‘Gibraleón Cultural’ el pasado mes de junio.
A través de esta publicación podemos extraer las principales conclusiones a las que ha llegado este investigador onubense, que pone de manifiesto que el espacio descubierto fue un arcosolio de la época renacentista construido el último tercio del siglo XVI cuya finalidad era ser el panteón de la Casa de los Marqueses de Gibraleón. Un espacio que se encuentra muy bien conservado, en parte debido a que la capilla no estuvo abierta al público más de un siglo -sólo entre 1570 y 1621, aproximadamente-, un dato que genera aún más misterio entorno a la aparición de este lugar de enterramiento.
Según puede leerse en el artículo, el descubrimiento se produjo hace unas semanas, siendo testigo de este hecho el presidente de la Asociación ‘Gibraleón Cultural’, Juan Mandesi. El hallazgo fue totalmente fortuito, puesto que se produjo al caerse una vieja pared de ladrillos situada en la base de la torre campanario de la parroquia. El derrumbe dejó al descubierto un hueco que, en un principio, parecía de poca profundidad. Sin embargo, fue el propio Mandesi el que se percató de que en el techo del habitáculo había unas inscripciones policromadas.
Aunque no se veían muy bien, estas pinturas fueron la pista para pensar que el hueco era de mayor tamaño. Y así fue. En una segunda visita –en la que participó el propio Antonio Mira- pudo comprobarse la existencia de un espacio abierto que conducía al ábside de la iglesia, donde aparecían unas pinturas murales bastante bien conservadas que datan de la segunda mitad del siglo XVI-principios del XVII, propias del Renacimiento andaluz. Los dibujos, de temática vegetal, aparecen sobre un arco de medio punto, donde destacan los tonos verdes y rojizos.
Sobre las características de la capilla en sí, todo parece indicar que sus dimensiones serían de más de dos metros de diámetro, de carácter lateral y que estuvo abierta al público, aunque fuera tapiada posteriormente. Lo que no parece haberse conservado es su altar, sobre el que se desconoce a qué advocación religiosa pudo estar dedicado.
La ubicación del mausoleo se encuentra en el ábside de la parroquia, en el muro situado junto al Evangelio y a la derecha de la actual puerta de acceso al campanario. Una situación que no es casual, puesto que «era el lugar más idóneo para realizar un amplio hueco al muro, porque la propia estructura adosada del campanario le servía, a modo de contrafuerte, de seguro reforzamiento», explica Mira. Esta ubicación en un lateral del ábside le confiere una gran singularidad dentro de la arquitectura religiosa onubense, ya que lo normal era colocar un único retablo al fondo de la capilla mayor presidido por el titular de la parroquia.
Pero, ¿qué finalidad tuvo el espacio descubierto? El investigador considera que no parece tratarse de una alacena eucarística de época medieval, como era habitual. Por el contrario, diversas fuentes documentales, explicarían que era un arcosolio, es decir, un hueco en forma de arco que se utiliza como lugar de enterramiento, normalmente dedicado a personas notables. En este caso concreto, la cripta era para «el Marqués de Gibraleón, Francisco III Diego López de Zúñiga, cuyos restos hoy día están depositados en la vecina parroquia de Santiago. Casado con veintiún años, en 1568, con la joven María Andrea Coronel de Guzmán, tomaría la decisión de instalar su residencia permanente en la villa de Gibraleón, algo que no habían hecho sus antecesores en el título».
No es extraño, teniendo en cuenta que los marqueses de Gibraleón llevaron a cabo una serie de actuaciones que supuso la transformación urbanística de la localidad, como fueron los dos conventos dominicos y una nueva casa palacio de estilo renacentista, así como otras medidas, como la reforma de la misma parroquia de San Juan. Actuaciones que iban dirigidas principalmente a la salvación del alma, por lo que con más razón puede pensarse que se realizara un lugar de enterramiento para su familia, dado el origen nobiliario de la misma.
No hay que olvidar, además, que el mismo Duque de Béjar y Marqués de Gibraleón, Don Francisco III Diego López de Zúñiga Sotomayor y Mendoza, fue al que el escritor Miguel de Cervantes dedicó su inmortal obra ‘El Quijote’. Un detalle que pone un punto de interés más al hallazgo.
Sobre el uso que tuvo este arcosolio existen diversas conjeturas, aunque, pasara lo que pasara, lo más destacado es que «todos los restos depositados en la cripta de San Juan, así como los de los duques de Béjar, Francisco III y su hijo Alonso I Diego, eran trasladados entre 1621 y 1622 al magnífico mausoleo de mármol construido en la capilla mayor del citado convento dominico [convento de Madre de Dios del Vado]», nos explica el autor del estudio.
Este hecho explicaría el tapiado del mausoleo hasta nuestros días. Para Antonio Mira, fue el nieto de Francisco III, Francisco IV Diego López de Zúñiga, duque de Béjar, el que después de que trasladaran los restos de sus familiares ordenó cerrar o destruir el enterramiento vacío. Luego, el lugar sería tapiado para evitar que fuera utilizado para otros fines en la iglesia. Y, a partir de ahí, se daría prioridad al enterramiento del Convento del Vado, que había sido mandado construir por Francisco III para él y su familia. Si bien, después de que fuera destruido en la Guerra Civil, sus restos pasaron a la Iglesia de Santiago Apóstol, tal y como organizó la propia Asociación ‘Gibraleón Cultural’. Y es que el mismo noble dejó por escrito en su testamento que deseaba que sus restos descansaran en Gibraleón.
Todo ello ha provocado que, ante la aparición del mausoleo, la sociedad olontense, a través de ‘Gibraleón Cultural’, haga un llamamiento para conseguir «su inmediata apertura, estudio y restauración a fin de acrecentar el rico patrimonio religioso de la Diócesis de Huelva y en particular, para disfrute de los olontenses y amantes del arte en general». Una oportunidad para poner en valor una nueva pieza del patrimonio arquitectónico onubense, que cuenta con múltiples alicientes por su importancia histórica y, sobre todo, por ser toda una sorpresa en el marco artístico de la localidad de Gibraleón. Estamos seguros que, a partir de ahora, serán muchos los onubenses que querrán conocerlo. Esperemos que sea posible muy pronto.
2 comentarios en «Descubren un mausoleo del siglo XVI en la Parroquia de San Juan Bautista de Gibraleón que permanecía oculto hasta ahora»
Enhorabuena Señores: Por tan importante hallazgo, y por toda la descripción del mismo. Me preocupa mucho Don Miguel de Cerbantes Saavedra (con b firmaba); por su memoria les escribo.
Naturalmente me preocupa mucho la dedicatoria de El Ingenioso Hidalgo don Quixote de la Mancha, al Dvqve de Bejar, Marques de Gibraleon, Conde de Benalcaçar y Bañares, etc.; ahora bien, parece ser, que Don Francisco-Diego López de Zúñiga Manrique Sotomayor y Mendoza Aragón, murió en Madrid a 8 de mayo de 1601; con lo cual, mal encaja la dedicatoria en las impresiones de 1605, tanto en la de Madrid como en la de Valencia. Más bien sería para su hijo Alonso-Diego López de Zúñiga Manrique Sotomayor Mendoza Aragón y Coronel de Guzmán Zúñiga; de confirmarse que fue para Don Francisco, difunto en 1601, cabe pensar que hubo una edición príncipe anterior al 8 de mayo de 1601.
Me gustaría tener noticias suyas.
Johàn-Anthòni
09 – 08 – 2015
Puede comunicarse conmigo al siguiente correo: [email protected]
Atentamente,
Ignacio Roca de Togores