Rosa Mora. Toronto, Glasgow, Stirling, Angers o Dubái, son solo algunos de los destinos en los que Alejandro Rubín –conocido cariñosamente por todos como ‘Ajo’- ha vivido antes de llegar a su actual lugar de residencia, la ciudad suiza de Ginebra. Licenciado en Traducción e Interpretación por la Universidad de Granada, el onubense de 27 años de edad descubrió siendo muy joven que, de hacer una lista con las cosas que mayor felicidad le provocaban, viajar y sumergirse en otras culturas se situaban en los primeros puestos. Su experiencia Erasmus en la ciudad francesa de Angers, nos cuenta Ajo, le cambió su forma de entender y mirar la vida. “Fue un año dedicado íntegramente a disfrutar y a viajar en el que tuve la suerte de hacer amigos increíbles. También perdí el miedo a salir y decidí que me iría al extranjero cuando terminase mis estudios”, explica el onubense.
Así, tal y como estaba en sus planes, tras licenciarse, y con un excelente dominio del inglés y el francés, Alejandro no se lo pensó dos veces, hizo las maletas y compró un billete de avión. Aunque traductor de formación, reconoce que las condiciones laborales que el sector le ofrece no son las que él desea en este momento de su vida. Tras pasar varios meses en países como Canadá o Irlanda, el joven hizo escala en Dubái, ciudad de Emiratos Árabes en la que ejerció durante dos años como auxiliar de vuelo. Desde hace tres meses, nuestro aventurero onubense reside en Ginebra, más cerca de Huelva -destaca él-, y muy feliz por el momento.
– Desde hace tres meses resides en Ginebra, ¿por qué esa elección?
– Buscaba trabajo por Europa para estar más cerca de casa. Me invitaron a una entrevista a aquí en Ginebra, aproveché para visitar la ciudad y decidí que me parecía muy buen sitio para vivir
– ¿En qué trabajas actualmente?
– Desde que llegué trabajo como auxiliar de vuelo en la compañía EasyJet.
– ¿Cómo llega un licenciado en Traducción e Interpretación a trabajar como auxiliar de vuelo?
– La traducción me gusta mucho pero las condiciones de trabajo del traductor no se adaptan a lo que busco. En la mayoría de los casos hay que trabajar de autónomo y la idea de no tener compañeros de trabajo ni horarios y trabajar desde casa no me atrae. Además, hay muchísima competencia y entrar en el mercado es muy difícil.Lo bueno es que la carrera te da la opción de trabajar en muchos campos diferentes. Decidí probar como auxiliar de vuelo cuando buscaba trabajo en Dubái. Varios conocidos me lo recomendaron ya que las aerolíneas suelen buscar siempre a gente. Descubrí entonces que el trabajo me gustaba y decidí continuar haciendo lo mismo al volver a Europa.
– Esta no ha sido tu primera estancia en el extranjero, ¿en qué otras ciudades has vivido?
– La verdad es que no he parado. Hice la Erasmus en Francia, concretamente en Angers. Posteriormente trabajé como monitor de viajes, trasladándome un verano hasta Toronto, Canadá, y otro hasta una ciudad del sureste irlandés, Gorey. Mi experiencia en el extranjero continuó en Escocia, país donde ejercí como recepcionista dos meses en la ciudad de Stirling y otros dos en Glasgow. Asimismo, antes de llegar a mi actual residencia, Ginebra, estuve dos años en Dubái, fue entonces cuando comencé a ejercer como auxiliar de vuelo.
– ¿Cómo describes tu experiencia en Dubái?
– Dubái es una ciudad muy internacional donde se mezclan todas las culturas del mundo. Llaman la atención los contrastes. De estar en un barrio de calles de tierra rodeado de sastres y albañiles de origen surasiático escuchando el clocar de las gallinas, a cruzar la esquina y encontrarte entre los rascacielos más altos y lujosos del mundo y de árabes multimillonarios y hombres de negocios occidentales. Es un contraste que impacta. Recuerdo también ver bañándose en la playa a una mujer completamente cubierta de negro y, a dos metros de ella, otra en tanga. La experiencia, la verdad es que me ha resultado muy enriquecedora ya que he tenido la oportunidad de viajar a varios países asiáticos y descubrir culturas y personas muy interesantes. Por otro lado, me ha servido también para darme cuenta de lo privilegiados que somos la mayoría de los españoles, en cuanto a condiciones de vida, a pesar de no estar viviendo la mejor etapa de nuestra historia.
–Volvamos a tu vida actual, ¿cómo es tu día a día en Ginebra?
– Los días libres me gusta ir al lago Lemán o al río Ródano a bañarme y tomar el sol. Aquí, por suerte, hace casi el mismo calor que en Huelva. También estoy aprovechando para viajar cuando tengo varios días libres seguidos. Ya he visitado a mis amigos de Escocia, he estado en Berlín, Oporto, he hecho el tour del lago Lemán en bici y me he podido pasar por mi destino preferido: Huelva.
– ¿Qué es lo que más te gusta de Suiza? ¿Algo que desconocieras y te sorprendiera gratamente al llegar?
– Me gusta la tranquilidad y lo bien que funcionan cosas como el transporte público, la limpieza o las buenas las condiciones laborales. Ahora en verano hay muchísimas actividades al aire libre tales como conciertos, cine de verano, mercados o festivales, y lo mejor, son totalmente gratuitas. A los suizos les encantan las barbacoas y se pueden hacer en casi todos los sitios.
– ¿Qué balance haces, por el momento, de tu experiencia en Ginebra?
– Estoy muy contento con el cambio, es fácil conocer gente y aprovecho para perfeccionar el francés. Por otro lado, es una ciudad que está muy bien comunicada con toda Europa. Las oportunidades laborales son, además, muy buenas. Por ahora tengo la intención de quedarme.
–Y de todas tus experiencias en el extranjero, ¿con qué te quedas?
– Todas me han parecido geniales y me han enseñado infinidad de cosas. Me quedo con la Erasmus porque es un estilo de vida superior a cualquier otro. Fue un año dedicado íntegramente a disfrutar y a viajar, y tuve la suerte de hacer amigos increíbles. También perdí el miedo a salir y decidí que iría al extranjero cuando terminase mis estudios.
– ¿Qué echas de menos de Huelva?
– A mi familia, a mis amigos, los huevos de choco, la presa paleta, los Cuartelillos, el Prokope, su ambiente.
– ¿Qué piensa tu familia de tus diferentes estancias en el extranjero?
– Siempre me apoyan en todas mis decisiones. Saben que me gusta descubrir y viajar y lo aceptan. También lo disfrutan ellos: ¡vinieron dos veces a verme a Dubái!
– ¿Qué planes de futuro tienes? ¿Te planteas volver?
– Ahora mismo no tengo nada programado. Todo depende de mi contrato de trabajo y de si sigo tan bien como hasta ahora. Me encantaría volver a España y espero que no pase mucho tiempo antes de hacerlo, aunque, por ahora, estoy muy contento en Ginebra.
– ¿Algún mensaje a los onubenses? ¿Les recomendarías vivir por un periodo de tiempo fuera?
– Por supuesto que sí. Abre la mente, te ayuda a afrontar la vida sin miedos, aprendes a tomar decisiones por ti mismo, ganas algo de experiencia laboral y aprendes o perfeccionas uno o varios idiomas. Además, tenemos la libertad de poder emigrar prácticamente a donde queramos y siempre tenemos la posibilidad de volver.
– Muchas gracias y buena suerte.
– Gracias a vosotros.