Manzanares prolonga su idilio con Huelva

Enrique Ponce recibió una sonora ovación en homenaje a su vigésimo quinta temporada como matador de toros.
Enrique Ponce recibió una sonora ovación en homenaje a su vigésimo quinta temporada como matador de toros.
Enrique Ponce recibió una sonora ovación en el  homenaje a su vigésimo quinta temporada como matador de toros.
Enrique Ponce recibió una sonora ovación en el homenaje a su vigésimo quinta temporada como matador de toros.

Carlos Arroyo. Plaza de toros de la Merced, en la segunda de abono con tres cuartos de entrada en los tendidos, se lidiaron toros de Juan Pedro Domecq, correctamente presentados con más romana que juego, manejables, descastados, excepto el tercero, el único que propició el triunfo, para los diestros,

Pobre juego de la corrida de Juan Pedro Domecq en la segunda de las Fiestas de las Colombinas. Sólo un toro reivindicó con su juego el prestigio de tan afamada ganadería en el tercer capítulo de la tarde en el coso mercedario. El resto de la corrida basculó entre la mediocridad, la falta de casta y la mansedumbre, que los toreros se afanan en menoscabar gracias a sus conocimientos y a su predisposición. El gran triunfador de la tarde fue José María Manzanares, que le correspondió el toro con más posibilidades de la tarde, lidiado en tercer lugar, en el que realizó una faena de estética insuperable con más plasticidad que hondura.


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La tarde se abre con sonora ovación en el homenaje a Enrique Ponce en su vigésimo quinto como matador de toros. Se le entrega carabela conmemorativa de tan importante efeméride en una plaza en la que cuenta con el cariño y la admiración a partes iguales. Su primer oponente sale suelto en el recibo capotero, convirtiéndose la lidia en un mero trámite hasta la muleta. Tras el brindis al respetable, el toro dura lo que le aprieta el torero, más poderoso por el pitón derecho. Pocos toreros son capaces de armar una faena con tan poco mimbre. Sólo una serie por el pitón derecho alcanza cotas reseñables el ligazón y limpieza, ya que el toro se raja cuando le pueden y suelta la cara. Echa el resto en su segundo, con recibo capotero a la verónica, rematadas con chicuelinas y revolera. Muy venido a menos llega a la muleta, sin transmisión, sin humillación, claro exponente de la falta de casta. El torero valenciano se inventa una faena a base de exposición y el arrimón en las postrimerías de la faena hacen las delicias del respetable. Gran volapié, que se postula con fuerza como la mejor de la feria, son merecedoras de la oreja que pasea en emotiva vuelta al ruedo.

Morante se fue de vacío ante toros imposibles.
Morante se fue de vacío ante toros imposibles.

La predisposición con la que se presentó Morante en el coso mercedario no estuvo acorde con los oponentes que tuvo que lidiar. El primero, se queda corto en el capote en el recibo capotero. Sólo una media en el quite está a la altura de la enjundia del sevillano. En la muleta el astado llega sin clase, ni recorrido, ni fuerza, sin argumentos para armar una faena. Sólo en algún pasaje al natural se atisba la torería de Morante. Su segundo, un sobrero tras la devolución del titular falto de fuerzas, sólo le permitió el toreo con la franela. Y fue por la predisposición del torero de la Puebla, porque el toro sólo acometió en una serie por el pitón derecho. La tardanza en los cites y su falta de emoción, hacen que abrevie Morante. Se le premia con ovación, más por lo que apuntó que por lo que pudo demostrar en sus dos oponentes.
El mejor toro de la tarde fue lidiado en tercer lugar y le correspondió en suerte a José María Manzanares. Gran brega por parte de Curro Javier en el tercio de banderillas. La faena fue más estética que honda, con toro noble que embestía con hondura, al que el alicantino toreó sin ajuste pero con plasticidad y belleza. Fundamenta la faena en el pitón derecho, y una buena estocada es premiada con las orejas. El sexto de la tarde evidenció su mansedumbre de salida. Difícil la lidia, destacaron en banderillas Curro Javier y Luis Blázquez, obligados a desmonterarse tras ovación del respetable. Toro complejo en la muleta, donde Manzanares se afana en sacarle partido a base de terrenos y distancias. Acaba por mantenerlo en la muleta, ya que el toro sale suelto, junto a chiqueros, en faena solvente y comprometida. La estocada al volapié refrenda su triunfo su triunfo, premiado con la oreja.


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