Álvaro Talavera, un futuro diplomático onubense que se siente, ante todo, embajador de Huelva

Ana Rodríguez. El sueño de muchos jóvenes de hoy en día es ser grandes futbolistas, médicos o ingenieros. Sin embargo, no solemos escuchar a menudo que la ilusión de un veinteañero sea convertirse en diplomático. Álvaro Talavera es una de esas excepciones, un onubense que descubrió en un viaje a la Universidad de Versalles que su verdadero deseo era dedicarse a las relaciones internacionales.

Talavera es natural de Huelva capital, donde estudió en el colegio Teresianas, y más tarde hizo la carrera de Derecho en la UHU. Fue precisamente cuando estaba cursando cuarto de su licenciatura cuando disfrutó de una estancia en la citada universidad francesa, en la que asistió a clases de dos asignaturas que se volverían claves para él: Derecho de la Unión Europea y Derecho Internacional Público. “Entonces descubrí mi vocación por el trabajo de las Relaciones Internacionales”, afirma el onubense.

Gracias a esta Erasmus, Talavera perfeccionó durante un año su nivel de francés, además de viajar muchísimo por toda Europa, lo que le permitió conocer gentes y culturas tan variadas y ricas que le hicieron, según afirma, “abrir los ojos. Me di cuenta de que me quedaba muchísimo por conocer. Convivir en una residencia con personas de distintos países te hace percatarte de que tenemos muchos prejuicios, cuando en el fondo todos son iguales y buscamos lo mismo”.

Cuando retornó del país galo hizo el Practicum –asignatura consistente en la realización de prácticas externas en los distintos ámbitos del Derecho- en la Diputación Provincial de Huelva, pudiendo participar en un viaje a Bruselas de una semana. Como el joven recuerda, “allí estuve con la periodista onubense María Luisa Sánchez, quien trabaja en la Dirección General de Ampliación de la Comisión Europea. Pude ver cómo actúan y aquello me encantó”.

Tras terminar la carrera, Álvaro obtuvo una beca por parte del Instituto de Derechos Humanos para especializarse en este área. Así que el joven volvió a hacer la maleta para instalarse en Estrasburgo y hacer un curso, durante el cual tuvo la oportunidad de visitar la sede del Consejo de Europa.

Más tarde realizó un Máster en Derecho Internacional Público en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Madrid y, gracias a una beca de la Fundación de Huérfanos del Cuerpo Nacional de Policía, se fue dos meses a Toronto a hacer un curso intensivo de inglés.

Pero Álvaro también había aplicado para otra beca, en este caso para trabajar en Naciones Unidas en Ginebra, concretamente en la Oficina de Derechos Humanos. Y se la concedieron, convirtiéndose el onubense en septiembre de 2014 en becario de la Secretaría del Comité de los Derechos del Niño que se encuadra en la Oficina del Alto Comisionado de los Derechos Humanos.

Talavera recuerda que durante su estancia estuvo acompañado en el departamento por otros dos becarios, una traductora y un politólogo, siendo las funciones de los tres dar apoyo a la citada Secretaría de cara a las futuras sesiones del Comité que, compuesto por 18 expertos de diferentes países, se encarga de examinar el cumplimiento de los Derechos del Niño por parte de los estados que han ratificado este tratado.

El trabajo de Álvaro consistió en leer informes relativos al cumplimiento de los derechos del niño remitidos por ONGs de determinados países–concretamente le tocaron Ghana (África) y Cuba– y compararlos con los que emitían los propios estados, elaborando él un documento final que ha sido el utilizado en la reciente sesión de junio del Consejo.

Pero las funciones de Talavera no acabaron aquí: “también hice de intérprete en conferencias a nivel menos profesional, presté apoyo en todo lo que necesitaron, asistí a reuniones de todo tipo sobre temas como los conflictos en Gaza y Siria, incluso acudía a sesiones de otros comités para aprender, como las del Comité sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad o el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial”.

En suma, el onubense resume su estancia en Ginebra como «el culmen de lo que he hecho en mi vida, me sentí plenamente realizado, pude poner en práctica y desarrollar todo lo que había aprendido antes, trabajar en dos idiomas a la vez en un sitio multicultural”.

Ya de vuelta en España, el joven pasó las pruebas de acceso para el Máster Interuniversitario en Diplomacia y Relaciones Internacionales, que acaba de finalizar a falta de las prácticas, la cuales ya ha solicitado en el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación.

En el Máster, Talavera se ha encontrado con licenciados en especialidades muy diversas procedentes de toda la geografía española e incluso de otros países –algunos ya eran diplomáticos en sus lugares de origen-. La formación que ha recibido en el mismo es muy amplia y abarca desde los idiomas, a la economía, historia, pasando por el derecho internacional. En este sentido, el onubense ve una suerte haber estudiado una carrera de leyes porque eso le ha proporcionado, según sus propias palabras, “un bagaje, te estructura las ideas, y todo lo demás que me han enseñado ahora me permite tener una visión más amplia y mucha cultura general”.

El objetivo de Álvaro es, como no, prepararse y sacarse las oposiciones a la carrera diplomática para poder dedicarse a lo que más le gusta, las Relaciones Internacionales. Los Derechos Humanos, en cualquiera de sus vertientes (niño, mujer, discriminación racial, discapacidad…), son su gran pasión, habiendo abordado en su reciente tesis del Máster los derechos de asilo y refugio.

Talavera sabe que cuando apruebe el examen tendrá que pasar primero por el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación y luego lo destinarán a alguna embajada o consulado de España en el exterior. A este respecto, a Álvaro le gustaría que le destinaran a Canadá, aunque reconoce que también le gusta mucho Europa. Además, “al ser una carrera muy vocacional, no puedes tener una predilección clara”, destaca.

En esta carrera de fondo hacia su objetivo, cabe destacar que Talavera se siente respaldado por su familia, sobre todo por su madre, quien “aunque le cuesta, también acaba viendo los frutos de tanto esfuerzo”.

Lo que también tiene claro el joven es que él se siente, ante todo, “embajador de Huelva, pues allá por donde ha pisado ha llevado su tierra muy a bandera, e incluso algunos de sus amigos extranjeros han pasado por la provincia invitados por Talavera y se han vuelto encantados a sus países.

Así que, puede que en un futuro no muy lejano, Huelva tenga un nuevo cónsul o embajador en algún país que siga descubriendo al mundo sus virtudes. Álvaro, desde luego, se esforzará en ello.