Sergio Borrero. El estallido de los cohetes en la noche alosnera anuncia la inminencia de los ensayos. La calle de la Iglesia, a la espalda de la parroquia de Nuestra Señora de Gracia, comienza a llenarse de vecinos esperando el inicio de los ensayos. Jóvenes y adultos, señoras que sentadas en sus sillas van dando forma al enorme coro donde danzarán los hombres del pueblo. Un ritual se repite cada noche desde el pasado jueves y que verá su último ensayo en la noche de hoy lunes.
Pasan ya 30 minutos de las 11 de la noche según el reloj del campanario cuando el maestro de ceremonias sale de la casa hermandad y se dirige al centro de la calle acompañado por los tamborileros. Suenan los cascabeles de su vara y con el toque de tambor y la flauta da comienzo el ensayo. Decenas de alosneros empiezan a formar el coro, niños y adultos, pequeños que sueñan con ser cascabelero en unos años y mayores que recuerdan sus años acompañando al santo patrón la mañana del 24 de junio. Entre ellos los 19 elegidos para que dancen ante San Juan Bautista portando en sus manos las castañuelas decoradas con cintas rojas, blancas y amarillas y cascabeles que los distinguen de los demás. El primer día de ensayo tuvo lugar el sorteo de seis nuevos cascabeleros que danzarán los próximos 4 años.
Por delante esperan más de 45 minutos de baile en los que sin abandonar el coro, los alosneros realizarán las 10 mudanzas culminando con la folia. La danza de los cascabeleros es una de las más destacadas entre las que se realizan en los diferentes pueblos del andévalo onubense. Su origen, si bien no se puede determinar con exactitud, se remonta según la tradición oral hasta la cultura tartésica. Su ropa, muy diferenciada de las otras danzas que se bailan en la provincia, consta de camisa blanca, pantalón granate hasta media pierna sujeto con machos dorados, chalequillo de terciopelo simulando la piel de un animal, faja y banda de color rojo con la leyenda “Viva San Juan Bautista” bordada al frente, pañuelo y medias de color blanco y zapatos de cordón negro. Además, ajustadas al tobillo portan las cascabeleras, piezas de cuero cargadas de cascabeles y por la que toma su nombre a la danza.
En los ensayos, ante la ausencia de la ropa de cascabelero, toma más importancia en la danza el sonido de los zapatos contra el suelo que con fuerza hacen sonar los alosneros. Termina la danza con la folía, brazos en alto en honor al patrón mientras en el cielo una nueva traca de cohetes hace rememorar en pequeña escala las folías que durante la procesión realizarán los cascabeleros.
Una vez descansado y repuesto fuerzas con el trago de un vaso de aguaillo (bebida a base de aguardiente, agua y azúcar), los 19 cascabeleros que danzaran este año ensayaran, ahora ya en solitario, tanto la salida como la entrada de San Juan en su templo. La noche va llegando a su fin y lo hace con el baile del “fandango parao”, la última de las danzas de los cascabeleros. Esta danza, de origen pagano, simula una batalla entre dos personas que se retan a realizar las diferentes mudanzas, finalizando el mismo con un fraternal abrazo entre los dos. De nuevo con todos los alosneros que quieran bailarlo, frente a la casa hermandad y entre vivas al patrón de Alosno se termina con el fandango parao la noche de ensayos, con la mente puesta ya en la mágica noche del 24 de junio en la que el toque de la alborá marque el inicio de una jornada festiva que culminará a eso de las 15:00h de la tarde, cuando San Juan Bautista acceda al interior del templo parroquial y de por concluida su procesión.