Paula Crespo. Saltés es sin lugar a dudas uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de la provincia de Huelva y al mismo tiempo uno de los grandes desconocidos. Un enclave con un potencial cultural incalculable y con unas posibilidades culturales, turísticas y económicas, que aumentan en cada actuación que se lleva a cabo sobre el terreno. Esta es precisamente una de las motivaciones que tiene la próxima exposición temporal del Museo de Huelva, que pretende reivindicar, después de más de 20 años sin exhibirse en este espacio «que Saltés existe», como recuerda el director del mismo, Pablo Guisande, quien califica esta muestra de vital precisamente por esa circunstancia y porque «es la primera exposición temporal arqueológica de gestión propia».
Restauradores, arqueólogos y el propio director del Museo trabajan a destajo y contrarreloj en la selección, limpieza y preparación de las piezas del período islámico que van a integrar esta ambiciosa muestra -en su mayoría material perteneciente al ajuar de la vida doméstica de la ciudad procedente de la última intervención arqueológica realizada en Saltés– que pretende ser un recorrido histórico-natural por este enclave, que ayude a conocer y entender mejor «qué es Saltés y cómo se relaciona con su entorno: La Joya, Aljaraque, la Ría de Punta Umbría», explica Guisande.
De esta forma, la Sala Negra del Museo provincial onubense, de unos 50 metros cuadrados de superficie, dedicará uno de los testeros al medio natural, ya que Isla Saltés forma parte del Paraje Natural Marismas del Odiel, que es Reserva de la Biosfera y un elemento «fundamental para entender este asentamiento desde el punto de vista medioambiental y antropológico», comenta el director del Museo.
El recorrido continuará con las primeras piezas, que son las armas de la Ría que se encuentran en la exposición arqueológica permanente del Museo, el ajuar mencionado anteriormente y una cabeza de Heracles, que podría ser un indicio del templo a Hércules que Estrabón situaba en una isla frente a Onuba, entre otras. Un tercer testero lo ocuparán las novedades de la actuación llevada a cabo en la alcazaba entre noviembre de 2014 y febrero de este año, coordinada por el arqueólogo Jesús de Haro, con una reconstrucción virtual del castillo de este reino taifa, y, finalmente, una parte dedicada al ámbito poético y literario.
Selección y preparación de las piezas
Los manos de los restauradores Noelia Melara y Enrique Balbontín son las encargadas de devolver las piezas a un estado lo más parecido posible al original. Su trabajo está consistiendo en, según han explicado, «identificar las patologías que tiene cada pieza y realizar la limpieza de suciedad terrosa y concreciones que presentan. Se trata sobre todo de limpiarlas y consolidarlas, es decir devolverles su estructura a aquellas que no están estables».
Ajuar de cocina, candiles y un silbato son algunas de las piezas que ya han sido restauradas y se encuentran listas para exhibirse, después del proceso llevado a cabo por Melara y Balbontín, quienes reconocen que «las complicaciones van surgiendo sobre la marcha y tienen que ver con que el material no procede del mismo enterramiento. Cada pieza es única y la dificultad que presenta en la restauración es diferente y la responsabilidad extrema. Hay que tener el máximo respeto por la obra y preservarla con una intervención mínima y aséptica que no la deteriore y que sirva únicamente para que las disfruten las personas que vengan a verlas».
Intervención arqueológica de la alcazaba de Isla Saltés
Uno de los pilares que la integran y a la vez uno de los objetivos de esta exposición sobre el yacimiento de Saltés es mostrar al público las novedades de la intervención de diagnóstico desarrollada en la alcazaba: «se trataba de realizar un primer análisis de la fisonomía y de la estructura del castillo de la ciudad de Saltés, ya que se desconocía la morfología y el tamaño de la muralla, el número de torres y dónde se encontraban los accesos a la misma. Se trata de una primera ventana abierta al conocimiento de la fortaleza, que nos permite marcar los objetivos de futuras campañas», explica el arqueólogo y coordinador de la intervención, Jesús de Haro.
En esta actuación se ha descubierto el acceso principal de la alcazaba hacia la ciudad islámica, que se encuentra en el lado este y las huellas de un acceso secundario pegado a la ría, en el frente occidental, que era el embarcadero, la salida al mar. El primero es una puerta con arco de herradura de unos cinco metros de altura que se conserva prácticamente en su totalidad, lo que «es de gran relevancia para futuras restauraciones», asegura De Haro.
Otro descubrimiento ha sido «una muralla nueva delante de la muralla principal, una barbacana con sus torreones que hasta ahora eran desconocidos. Así como unas escalinatas en el acceso principal que evidencian que hubo reformas anteriores al siglo XII, que es la fecha hasta la que hemos llegado en este primer análisis en el que tan solo nos habíamos planteado ver qué hay, en qué condiciones está, para sentar las bases y las pautas de futuras actuaciones de excavación y consolidación de los restos por áreas concretas que permitan hacerla visitable».
Esta muestra inédita sobre Saltés, que aún se encuentra en fase de preparación y montaje, podrá visitarse desde finales de julio hasta probablemente principios de noviembre y trata de «devolver Saltés al sitio que le corresponde en el patrimonio arqueológico de Huelva», afirma De Haro. Además, es tan solo una mínima representación de todo el material perteneciente a patrimonio arqueológico de Huelva, ya que bajo custodia del Museo, tanto en sus fondos como en otras dos naves descansan alrededor de 2,5 millones de piezas, que hacen de nuestra provincia, «el más importante referente en lo que respecta a patrimonio arqueológico», sentencia el director del Museo.
Una vez terminada, parte de la muestra de Saltés pasará a formar parte de la exposición permanente de arqueología del Museo de Huelva, cuyo recorrido termina actualmente en época paleocristiana, por lo que este yacimiento y sus hallazgos tendrán un lugar estable en el espacio museístico de la capital onubense.