Jesús Copeiro y Enrique Nielsen. Eran las 11,30 h del día 17 de diciembre de 1942 cuando una pareja de carabineros, en su ronda habitual, divisó en la playa un bulto extraño. El mar había arrojado el cadáver de un hombre en estado de descomposición, en el lugar conocido como Barranco Colorado, en el distrito de Matalascañas. Al cadáver le faltaban las dos manos y de la cabeza sólo se apreciaban los huesos. Vestía mono caqui y corbata de igual color, botas de becerro engrasadas, trayendo correaje con varios cargadores, creyendo que por su uniforme era extranjero, sin poder calcular el tiempo aproximado de su fallecimiento (Informe del teniente del puesto de Malandar al juez municipal de Almonte, 18 diciembre 1942).
Constitución del Juzgado en el lugar de los hechos. A las 11 h del día 28 de diciembre, en los medios de locomoción puestos a su disposición por el alcalde, salió el Juzgado para el lugar de los hechos, distante 62 kilómetros de Almonte. La comitiva la formaban el juez municipal Nicolás Cernuda Illán, el alguacil habilitado Manuel Pérez Delgado, los facultativos Ángel Cascajo Domínguez y Juan Martín Rodríguez, y el secretario José Díaz. A las 12 h se constituyó el Juzgado en el sitio indicado para proceder a las diligencias, haciéndose constar lo siguiente: Sobre la arena de la playa a una distancia de 200 metros de la orilla del mar Atlántico fue encontrado el cadáver de un hombre en posición decúbito supino con los pies hacia el norte y la cabeza con dirección sur, vistiendo mono de color caqui, de los que corrientemente se usan en los ejércitos, correaje de lona con cartucheras también de lona para cargadores individuales de fusil, botas de becerro igualmente de tipo militar, como toda su indumentaria.
El juez ordenó a los facultativos el reconocimiento del cadáver. Se trataba de un hombre de veinte a veinticinco años, de elevada estatura y muy robusto, con la cabeza y el cráneo completamente descarnado o sea en esqueleto, como asimismo las dos manos, no teniendo señal alguna de violencia. De acuerdo con el estado de putrefacción en que se hallaba el cadáver, el fallecimiento debió producirse a consecuencia de asfixia por sumersión hacía unos dos meses, al naufragar la embarcación en la cual iría. Que era imposible el traslado del cadáver al cementerio de Almonte para la práctica de la autopsia, que ésta debía llevarse a cabo sin pérdida de tiempo y proceder rápidamente a su enterramiento. Registradas las vestiduras del cadáver encontraron una tarjeta escrita en inglés, que revelaba su identidad: Leo Paul La Bonte, de nacionalidad norteamericana. Fue inscrito al día siguiente en los libros de defunción del Registro Civil de Almonte.
El juez ordenó a que se procediera inmediatamente a la práctica de la autopsia sobre el mismo terreno y a su enterramiento en el mismo lugar en que fuera hallado. Fue enterrado en el “Barranco Colorado” ocupando la siguiente posición: los pies con dirección al norte y la cabeza hacia el sur, en una zanja o fosa abierta al efecto, a 200 metros de la orilla del mar.
Un mes más tarde, el 19 de enero de 1943, Francisco Navarro, sargento de la guardia civil del puesto de Almonte, preguntado sobre las causas de la muerte, informaba al juez diciendo que se supone formaría parte de algún buque de guerra o de aprovisionamiento, que naufragase, y que su cuerpo fuera arrojado por el oleaje a la orilla de la playa.
Hasta aquí los datos obtenidos en el Archivo Histórico Provincial de Huelva.
The National Archives. Enrique Nielsen realizó la segunda parte del trabajo, profundizando en los archivos norteamericanos. Su investigación dio como resultado que Leo Paul Le Bonte, ciudadano norteamericano de raza blanca, nació en el año 1916 en el condado de York, estado de Maine. Tenía una altura de 72 pulgadas (1,82 m) y pesaba 198 libras (89 kilos). Poseía un nivel de educación de cuatro años en la escuela secundaria y había trabajado en un taller de maquinaria y ocupaciones afines. Se alistó en el ejército el 19 de marzo de 1941 a la edad aproximada de veinticinco años, número de serie 31027627, era soltero y sin cargas familiares. Su última dirección fue el Campamento Beauregard, en Louisiana. En caso de accidente o enfermedad había que avisar a su padre Albert La Bonte en el 677 de South Steet, en Biddeford, Maine.
Nielsen descubrió que nuestro hombre Leo P. La Bonte está enterrado en el cementerio militar de Neuville (Bélgica), bloque A, fila 21, tumba 14. Esto indicaría que su cadáver fue desenterrado de la playa onubense y llevado a dicho país, en fecha que aún desconocemos. En la cruz figura que su muerte acaeció el 9 de noviembre de 1942 y que pertenecía a la 204 Compañía de la Policía Militar.
Operación Torch. La fecha de su muerte, 9 de noviembre, coincide con las operaciones del desembarco aliado en el Norte de África, la llamada Operación Torch. El día anterior, el domingo 8, seiscientos buques desembarcaron. 70.000 soldados anglo-americanos en Safi, Casablanca, Orán y Argel. Pero no fue un desembarco sencillo. En Casablanca y Port-Lyautey (actual Kenitra), hubo tres días de combates, el 8, 9 y 10. Las operaciones de desembarco en Argelia y Marruecos causaron la muerte de 700 angloamericanos y 1.300 franceses. Con este panorama bélico, Leo Paul La Bonte viajó con su unidad en alguno de los numerosos barcos implicados en el transporte de tropas al Norte de África y con destino a la playa de Fedala.
Muerte del soldado. A la 204 Compañía de la Policía Militar se la asignó el control de la playa de Fedala (Marruecos francés), pero por error, navegó hacia el puerto de Casablanca y se involucró en uno de los episodios más trágicos acaecidos a la fuerza invasora. Durante las primeras horas de la mañana del 9 de noviembre 1942, los 113 miembros de esta compañía fueron llevados en cuatro lanchas de desembarco con instrucciones de arribar a la playa de Fedala. Sin embargo, las lanchas entraron en el puerto de Casablanca (un error de cálculo de 15 millas) y se convirtieron en objetivo inmediato del ataque de un buque de guerra francés de Vichy. Dieciséis hombres murieron bien por fuego o bien por ahogamiento y decenas fueron heridos. Y así fue el trágico final del soldado Leo Paul La Bonte. Murió ahogado y su cadáver fue llevado por las corrientes marinas desde la costa marroquí hasta la costa de Doñana. Queda así resuelta esta enigmática historia.
Agradecemos al personal del Archivo Histórico Provincial de Huelva y en especial a su director Luis Carlos Gómez Romero, su amabilidad y ayuda para acceder a los documentos consultados. Asimismo a nuestro amigo Mariano Pascual del Pobil, sin cuya información no hubiera sido posible conocer este suceso.
22 comentarios en «Un soldado de la II Guerra Mundial en la playa de Matalascañas»
Magnífico trabajo, como siempre. Así se reconstruye la historia, con el trabajo esforzado de investigadores como vosotros.
En nombre de Jesús y del mío propio, muchas gracias por tus palabaras. Un saludo.
Magnífico trabajo, como todos los que hace Jesús Copeiro.
Gran articulo, como no podía ser de otra manera, viniendo de dos buenos investigadores. Con la rigurosidad y profesionalidad que les caracteriza, y a las que se han habituado ya sus muchos seguidores, de los que me confieso formar parte. Ánimo y que sigáis con ese buen hacer.
73 años después un trabajo serio y riguroso de éstos dos grandes investigadores permite desenterrar de la memoria y honrar una de tantas acciones de sacrificio personal por la libertad que hoy disfrutamos. Enhorabuena y felicidades. Gran trabajo.
Genial y magnífico trabajo de investigación, así da gusto leer artículos como este,enhorabuena X el trabajo bien hecho.Un abrazo
Muchas gracias a tod@s. Nos alegramos mucho de que os haya gustado el artículo. Seguimos investigando y continuareis teniedo noticias nuestras. Nos reitereamos : Muchas gracias por vuestro interés.
Hola Enrique,
Conoces el libro de otro investigador que habla de la aparición de un cadaver en la misma zona en extrañas circunstancias y explica que realmente se trataba de un señuelo para hacer creer a un espia nazi ,que se encontraba en la provincia de Huelva, que undesembarco alido iba a producirse en otra zona direfenta a la que realmente se iba aproducir. Se trata del mismo echo? Es casualidad ? O el caso del cadaver señuelo es falso ??
Muchas gracia.
Una magnífica investigación y un extraordinario artículo. Enhorabuena a ambos.
Muchas Gracias Tomás. Un saludo de ambos.
Fantástico trabajo de investigación sacando a la luz este pasaje de la historia onubense que pone de relieve como la costa de Huelva era una zona caliente en la II guerra mundial. Una observación tan solo que espero me podáis aclarar: el artículo fija la constitución del juzgado el 28 de diciembre (10 días después)…¿es un error tipográfico?. Tendría más sentido que fuese constituido el 18 de diciembre, día siguiente a la aparición del cadáver. Felicidades de nuevo.
Hola Rafael:
También a nosotros nos sorprendió la tardanza, pero esas fechas son las que se reflejan en los documentos del juzgado. No sabemos si en aquellos años 40 la falta de medios y la propia localización del cadáver, en un lugar de dífícil acceso, fueron las causas de esta demora. Un abrazo
Hola Jacinto:
Creo que te refieres al conocido caso de William Martin, del cual, hay muchos libros publicados, siendo el último, el que nosotros presentamos el año pasado en la Feria del Libro, «El Misterio de William Martin – Desentrañando la trama». William Martin fue el señuelo de la Operación Carne Picada, operación que permitió engañar a los alemanes y favoreció el desembarco de los aliados en Sicilia.
Bajo nuestro punto de vista, y a tenor de los resultados hallados en nuestra investigación, no entendemos que este cadáver localizado en Matalascañas guarde alguna relación con la Operación Carne Picada. Un saludo y gracias a ti.
Cómo ya es habitual, Copeiro y Nilsen continuan su trabajo de contarnos muchas cosas que pasaron en la segunda guerra mundial. Mis más sinceras felicitaciones por vuestro trabajo y gracias por contaranos una parte de la historia de Europa, que sin vuestro esfuerzo y vuestro trabajo quedarian inéditas. Muchas gracias
Muchas gracias Manuel Eugenio. Un cordial saludo.
Os felicito a los dos por un artículo tan interesante. Espero nuevas entregas. Un abrazo.
Muchas gracias Consuelo, intentaremos continuar con este hábito. Un saludo de ambos.
Magnífico artículo. Está muy bien recordar la microhistoria de Huelva y su influencia en la II Guerra Mudial.
Por cierto, este no fue el único caso. Mi abuelo, el citado facultativo, Juan Martín Rodriguez, me contaba que eran muchos los cadáveres que llegaban a la costa y que tenian que ir a levantar
Encantado de estar en contacto contigo, nieto de Juan Martín Rodríguez. Me gustaría que pudiéramos charlar sobre tu abuelo y sobre aquellos casos que te contaba. Te dejo mi correo electrónico: [email protected]
Un saludo.
Magnifico trabajo de investigación… muchas gracias, ha sido muy enriquecedor.
Muy buen trabajo de investigación y muy interesante, y cuanta gente de Huelva piensa que aquí no pasaba nada durante la II Guerra Mundial si esto era un hervidero de espías. Gracias a los dos investigadores.
Muy buen trabajo de investigación y muy interesante, y cuanta gente de Huelva piensa que aquí no pasaba nada durante la II Guerra Mundial si esto era un hervidero de espías. Gracias a los dos investigadores.