Ramón Llanes. Hay un celeste hundiendo su calma en los páramos, alejando de sus pies los espacios. Pensar que empieza el mundo es razón de muchos, pensar que arde la tierra no se insinúa ni se admite, estas cosas del calendario sobrepasan los ritos, no queda golpe que asestar al crepúsculo, solo ponerle un poco de enigma al hombre que cree inventarlo.
Hay un trozo de acuífero, un trozo de pared caída, una tristeza varada, un pez buscando agua; se han vuelto a romper las redes, el marinero piensa más en su pena que en el jornal y se crispa de sequedad un arlequín cotidiano que se perdió en la última tormenta. Impresiona el paisaje, con su tribu de habitantes y sus oráculos sabios en los balnearios de la ciénaga cercana; es donde los flamencos se pintan de rosa al amanecer.
Hay crecidas de duendes, locuras de libélulas afeminadas, lastres de ramas; hay un columpio roto que se mueve con la brisa y espera los tránsitos del agua, las caras del estero son de aspecto alegre y la luz se ha entretenido en el barro. A qué huele sino a mermelada de sal y a brea lejana; a qué vendrán a la marisma las garcillas si esto no es un paraíso en regla; de quién son las tentaciones de la navegación que se agolpan en la proa de un sueño por hacer, de quién, ahora el alga húmeda, la focha, el cangrejo; no existen los propietarios, solo el mar es responsable.
Hay un nuevo colofón en la lágrima azul de la mar que atesora los tiempos lánguidos de la tierra donde la vida se desentumece de inviernos, se esconden los caracoles en la trama oculta de lo árboles, se acallan las olas, silabean los primeros sones las arenas blancas del litoral, empieza a enfundarse en horizontes largos el mirar continuo de las gaviotas, florece la cornucopia de pan de oro en la muestra extraña de la espuma; esto no parece el mundo de ayer, esto sofoca mucho el espíritu y lo renace.
Hay un eufórico ambiente en las sombras de las palmeras y el murmullo comienza a ocupar los bancos negros de la plaza, hay una rabia de prisas en las ramas altas porque la llamada al amor de los pájaros inquieta la línea solaz de la mañana. Hay vida.