Paula Crespo. Lo más valioso para un ser humano es el tiempo. Desde que nacemos todo está sujeto a esta magnitud física que divide y organiza nuestras vidas en secuencias que nos permiten realizar distintas actividades a las que dedicamos ese bien tan preciado. Por eso saber gestionarlo es sin duda una virtud, una competencia muy valorada actualmente que permite aprovechar al máximo cada día, cada instante.
Pero, ¿y si fuera posible recuperar de alguna forma ese tiempo que invertimos con nuestro trabajo en la sociedad, en los demás? ¿Y si pudiéramos, con nuestro tiempo y nuestros conocimientos devolverle a otros los ratos que nos han prestado?¿Y si el tiempo fuera un activo económico? ¿Un moneda de cambio?
En Huelva el tiempo se puede gestionar desde hace dos años en una entidad muy especial, que no entiende de monedas, sino de créditos de tiempo, el que invierten las 60 personas inscritas en él.
El Banco de tiempo de Huelva capital se encuentra físicamente ubicado en la Facultad de Humanidades del Campus del Carmen y funciona gracias en buena medida a la ilusión, al esfuerzo económico y humano y al tiempo de Gregorio de Frutos, su creador, su presidente y su principal valedor.
– Gregorio, ¿cómo se creó el Banco de Tiempo de Huelva? ¿Cuáles son sus orígenes?
– El Banco de Tiempo de Huelva surge como una iniciativa de un trabajo final de máster. Me encontraba en un momento en el que tenía muchas motivaciones y estaba muy enfadado con lo que estaba pasando en el mundo. Me matriculé en el Máster Mendis porque había terminado mi carrera de Educación Social y había intentado encontrar trabajo sin suerte. Así que decidí retomar los estudios y fue mi director de tesis, Juan Márquez, el que me habló de la posibilidad de estudiar el tema de los bancos de tiempo. A día de hoy me he vuelto un fanático. Hice la primera tesina de máster sobre un Banco de tiempo en la ciudad de Huelva y ya la segunda Bases sociales y territoriales para un banco de tiempo en la ciudad de Huelva, desde una perspectiva más científica y más analítica, intentando que el Banco de Tiempo se preserve en el entorno de Huelva. Así es como se creó.
– ¿Por qué un banco de tiempo? ¿Cómo se intercambia el tiempo?
– Todo lo que tienen en común los seres humanos desde que nacen hasta que mueren es el tiempo. Es verdad que el tiempo es aleatorio y caprichoso y unos seres humanos duran más que otros, pero en partida es lo único que tenemos por igual. En este sentido consideramos que el esfuerzo que tú hagas por una sociedad es un esfuerzo que te debe retribuir y, al contrario, si la sociedad hace algo por ti, entonces eres tú el que tiene la deuda con la sociedad. Por eso cambiamos la moneda normal por la moneda de tiempo. Una moneda que consideramos más justa, más ecuánime. Es un sistema de intercambio, un nuevo sistema de economía y al mismo tiempo, o dicho de otra manera, un sistema de restauración de redes sociales.
– En resumidas cuentas es un intercambio de servicios y de tiempo…
– Exacto. Igual que el capitalismo. Es un intercambio de bienes y servicios, pero en lugar de hacerse con monedas y desde el punto de vista de la acumulación, se hace desde el punto de vista de la necesidad. Intercambias el tiempo porque lo necesitas. ¿Cuesta pensar en un sistema así? Sí, es algo abstracto pero muy sencillo de entender al mismo tiempo. Con un ejemplo se ve más claro: Imagina que llegas a un territorio. Necesitas horas de tiempo de los demás para construir una casa donde poder vivir, después ese tiempo se lo debes al territorio y que puedes retribuir como periodista en tu caso, construyendo un hospital, ayudando a niños…Le devuelves a la comunidad una cosa que te ha dado a ti. Es una cuestión de equilibrio y compromiso social. Un banco social se basa en la interacción y el contacto entre las personas.
– ¿En qué ámbitos opera el Banco de Tiempo?
– Está ligado a todo tipo de temáticas sociales: inmigración, problemas de exclusión social, drogadicción, cuidados a la tercera edad…cualquier actividad que cumpla con una función social puede integrarse como parte de una economía en un banco de tiempo. El periodismo también es una función social muy importante por lo que tendría cabida en Banco de Tiempo.
– ¿Qué otros beneficios reporta este proyecto?
– De cara al futuro yo lo entiendo también como una forma de cuidar la eficiencia energética y salvaguardar el planeta, que los recursos que tenemos no son ilimitados como se creía hace 50 años. El planeta es finito y no siempre va a soportar las medidas del capitalismo productivo. Sin embargo si tú usas las cosas por la necesidad y por la inversión de tiempo vas a tener mucho cuidado en que sea solo la necesidad lo que se cubra y no los caprichos y la acumulación. También en el terreno laboral, hay muchos empleos que el sistema desprecia. Imagina que sabes arreglar enchufes, el sistema no lo entiende como un trabajo, pero lo es, para el Banco de tiempo es un activo más.
– ¿De qué forma puede una persona ofrecer o invertir su tiempo en este banco?
– Es sencillo. Solo hay que entrar en el Banco de Tiempo a través de la web o personándote en la oficina. Tenemos varias opciones para enviar el formulario para que la persona se sienta cómoda: online, enviarlo al correo electrónico o rellenarlo personalmente. Cualquier cosa es una función social. En este sentido hay un concepto equivocado que creo que es peligroso que es el de economía social. La economía ya es social por definición. Se le puede llamar economía alternativa, economía decreciente…pero no economía social. Nosotros tratamos de reglar los intercambios de tiempo que se producen cuando por ejemplo alguien le va a por el pan a otra persona, o cuando le ayuda a limpiar porque no está bien de la cadera…la gente no es consciente de que ahí está dando su tiempo. Otro ejemplo sería que tú ofrecieras tus servicios y le dieras una hora de tu tiempo como periodista a alguien, acumularías una hora de tiempo que podrías usar cuando la necesitaras, por ejemplo que se te rompiera una tubería o el lavabo.
– ¿Cómo se mantiene en estos momentos el Banco de Tiempo de Huelva?
– Ahora mismo no recibimos ni subvención ni ayudas de nadie. Se mantiene por el Instituto de Desarrollo Local de la Universidad de Huelva, un grupo de investigación de la Onubense que nos está ayudando con el soporte telefónico y con la oficina. En cuanto a medios y dinero, los tengo que poner yo de mi bolsillo. Nos está costando bastante despegar. Esto por supuesto influye, pero también pienso que es porque la gente no se lo termina de creer. Y no será por esfuerzo, estamos moviéndonos mucho y somos pioneros en muchas cosas. Ahora formamos parte de un proyecto internacional que se llama Time Republic para crear bancos de tiempo en la red y que estén conectados a nivel mundial. Este proyecto trabaja con un programa piloto que se está utilizando en Italia, en Estados Unidos, en Sudamérica, en Inglaterra y en el Banco de Tiempo de Huelva.
– Debes creer en esta idea a pies juntillas con todo el tiempo y el esfuerzo que estás invirtiendo…
– Por supuesto. Hay que ser realistas y decir que no está funcionando, pero lo veo como un Big Bang, creo que aún está por estallar. Están las partículas dando vueltas y en algún momento tienen que chocar y reventar. No tiene más remedio. Solo hay que mirar a Málaga. allí los bancos de tiempo son una realidad. Solo en la capital hay 14 bancos de tiempo. Ayuntamiento, Diputación y Junta van todos a una. Les dan una subvención anual y no les piden explicaciones, los único que se les pide es que funcione. Un intercambio de tiempo que supera las mil horas al mes.
– Se te ve con optimismo, pese a todo…
– Creo fervientemente en esta idea. Cuando empecé no creía tanto en esto, pero veo potencial y creo que es una manera distinta de ver el mundo y de cambiar ciertas cosas.
– Muchas gracias «por tu tiempo», Gregorio.
– Gracias a vosotros.
1 comentario en «El Banco de tiempo de Huelva, una nueva forma de invertir en clave social»
Buenas
Me llamo Carmen Prieto Morgado y vivo en la localidad de Cartaya. Hoy he tenido noticias de esté servicio a la comunidad y me gustaría pertenecer a una causa tan importante para la sociedad.