Juan Carlos Jara. El Recreativo acumula demasiado tiempo malviviendo, ofreciendo más tristezas que alegrías a su fiel y entregada afición e inmerso en la que probablemente sea la crisis más profunda y peligrosa de sus 125 años de historia. La gestión poco cuidadosa, que no otorgó a las cuentas el papel protagonista que debe tener como garantía de un buen futuro deportivo, ha llevado al club más antiguo del país a una situación que nunca debió llegar tras el esfuerzo protagonizado por el Ayuntamiento a finales del pasado siglo.
Por si no fuese suficiente, el graderío del Nuevo Colombino rezuma más resignación que nunca. Almas otrora albiazules que ahora, quién lo iba a decir, ya no creen en los años venideros e incluso se atreven a restar valor –eso solo podría ocurrir aquí- al decanato que nos ilumina y distingue con un rasgo envidiable para el resto. El club más antiguo del país se sitúa, en la escala de valores del onubense, a la altura (sic) de los jardines y las fuentes más abandonadas de la ciudad.
Pero entre tanta oscuridad e incertidumbre emerge de nuevo el recreativismo más sincero y pasional, el sentimiento profundamente arraigado en un puñado de onubenses que sienten como propia la camiseta azul y blanca del Decano y que creen con firmeza en un objetivo casi quimérico que poner al alcance de la mano. El Recreativo Supporters Trust surge como respuesta, incondicional y sin excusas por parte de sus miembros, para salvar un patrimonio de Huelva abandonado por quienes nos prometieron su eterna gloria y por quien creímos garante de nuestra riqueza.
En plena resignación todavía hay niños que cantan con pelos erizados un himno recién estrenado y los recreativistas de corazón, aún compartiendo aquello de que el fútbol solo es lo más importante entre las cosas menos importantes, continúan declarándose en rebeldía ante las promesas incumplidas, ante aquella famosa deuda cero y ante las fastuosas y ya por entonces increíbles ampliaciones y remodelaciones proyectadas para el Nuevo Colombino. El recreativista más fiel resiste sobre la grada aunque tres años después el ascenso esté muy cerca de convertirse en trágico descenso y en una muy probable disolución de la entidad, creyendo firmemente en que el lastre acumulado tampoco podrá esta vez con nuestro viejo Decano.