Jesús Copeiro y Enrique Nielsen. El Gaeta era un mercante de 4.457 toneladas, matrícula de Nápoles y relativamente moderno, había sido construido en 1927. Procedente de Nueva York regresaba a Italia con chatarra para la fundición de Nápoles y no pudiendo atravesar el Estrecho, con la Royal Navy vigilante y al acecho, optó por internarse en Huelva y permanecer refugiado en su puerto.
El Fulgor era un petrolero de 6.504 toneladas, matrícula de Génova, que transportaba en sus tanques petróleo antillano desde los yacimientos de Aruba al puerto de Nápoles. Temiendo que los británicos lo apresaran con su preciada carga optó también por refugiarse en la ría de Huelva, a la espera de una mejor ocasión para volver a casa.
Ambos buques permanecieron fondeados durante mes y medio en La Cascajera, isla de Saltés, frente a la estatua de Colón. Al cabo de dos meses el Fulgor decidió abandonar la ría de Huelva e internarse en el puerto de Cádiz. Más tarde, el Gaeta pasó al muelle de Levante para descargar la carga que transportaba (coches viejos desusados), luego estuvo en la isla de Bacuta y finalmente acabó en el muelle Norte.
El Gaeta y el espionaje italiano en Huelva. Huelva fue también centro de actividad del espionaje italiano que mantuvo un servicio de información eficaz y permanente. Su máximo representante fue Alberto Tonelli, con residencia en la calle Rascón nº 56, que operaba bajo la cobertura de un transportista de pescado. Como centro de operaciones se utilizó el mercante italiano Gaeta.
En un comienzo, el equipo de radio del Gaeta se utilizó para anunciar a submarinos y aviones del Eje, la salida de buques aliados, jugando un papel importante en el bombardeo por parte de la Luftwaffe alemana, de los mercantes británicos Sarastone y Baron Newlands a la salida del puerto onubense. El suceso tuvo lugar la noche del 29 de octubre de 1941, siendo hundido el Sarastone frente a la playa de Mazagón.
El Gaeta fue también utilizado como base de sabotaje del Grupo Gamma, un grupo selecto de nadadores de asalto de la Décima Flotilla de la Marina italiana. De esta forma, los buceadores Salvatore Nizzi y Carlo Vianello, bajo la cobertura de marinos mercantes, subieron a bordo del Gaeta el 5 de marzo de 1943 con la misión de sabotear buques británicos.
Tres fueron los navíos británicos saboteados con los bauletti, pequeñas bombas de forma cilíndrica, adosadas a la quilla de balance de los buques enemigos. Entre ellos, el Saltwick y el Hartbridge, que habían cargado mineral en el muelle de Riotinto. Pero los esperados hundimientos no se llegaron a producir. Las bombas fueron descubiertas en Gibraltar por los hombres de Lionel Crabb, jefe de seguridad de la Roca y retiradas antes de hacer explosión.
Sabotaje al Gaeta en el muelle Norte. Tras la rendición de Italia, el 8 de septiembre de 1943, el nuevo gobierno monárquico del mariscal Badoglio puso todos los buques de este país, tanto mercantes como de guerra, a disposición de los aliados. Pues bien, para evitar que el vapor italiano Gaeta, atracado en el muelle Norte, fuera utilizado por los británicos en operaciones militares, el servicio secreto alemán que operaba en Huelva y en el que colaboraban miembros muy activos de la Falange onubense, planeó una acción de sabotaje con intención, más que de hundir al buque -se hallaba en puerto neutral- sí al menos de averiarlo, de inutilizarlo, para que no pudiera navegar. La explosión de una bomba de tiempo colocada en la cola del buque, en la madrugada del 4 de diciembre de 1943, causó la rotura de la hélice y daños en la parte posterior del casco, quedando el barco impedido para salir por sus propios medios. No haría mucho tiempo que Adolfo Clauss había regresado a casa cuando en el silencio de la noche y allá en la lejanía, se escuchó la explosión de la bomba. Su esposa sobresaltada preguntó qué había ocurrido, pero el alemán no dijo nada, sólo esbozó una sonrisa. El diario onubense Odiel también silenció el suceso.
No fue necesaria la participación de expertos buceadores para colocar el explosivo. Al encontrarse el Gaeta sin carga en sus bodegas, el buque se mantenía levantado con parte del timón y un par de palas de la hélice visibles por encima del agua. La bomba fue fácil de colocar desde un bote o barca de remos y aprovechando marea baja. A pesar de que la comisaría de policía practicara activas gestiones para detener a los autores del sabotaje, el hecho es que nada trascendió.
El 8 de enero de 1944 el Gaeta salió definitivamente del puerto onubense arrastrado por el Nimble, un remolcador inglés llegado expresamente de Gibraltar. Tras varios meses de reparación en los astilleros del Peñón, el Gaeta abandonó La Roca el 11 de octubre de 1944 para prestar servicio en el Mediterráneo a favor de los aliados. El atentado sufrido por el Gaeta sirvió para retrasar diez meses su entrada en el escenario bélico.
Raffaele D’Altilia marinero del Gaeta. En el archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores y en el Archivo General de la Administración, hallamos documentación sobre el Gaeta. Durante más de veinte años hemos estado buscando familiares de cada uno de los miembros de su tripulación, aunque sin éxito. Pero por fin, gracias a las nuevas tecnologías y a la pericia de Enrique Nielsen, dimos con la hija de Raffaele D’Altilia, uno de los marineros del buque italiano.
Se trata de la onubense Pepita D’Altilia, residente actualmente en el distrito madrileño de Vicálvaro, una persona agradable y simpática, con la que hemos podido conversar. Esta es la historia que nos narra, pues aun siendo muy niña, recuerda a su padre como si fuera ayer mismo. Una bonita historia de amor, aunque bien triste:
Mi padre era marinero del buque italiano Gaeta y se llamaba Raffaele D’Altilia. El buque estuvo refugiado en el puerto onubense varios años. Mi madre, Luisa Carretero Romero, conoció a mi padre gracias a mi abuelo que era buzo del puerto y al que mi madre le iba a llevar la comida todos los días. Así que de esa forma se conocieron. Cuando el barco se fue de Huelva, mi padre se quedó con nosotros en la ciudad, quería estar con la familia que había formado: su esposa Luisa y sus hijos Pepita y Francisco. Una familia feliz. Vivíamos en la calle Padre Marchena, en el Brasil Grande, junto a la Casa Colón. Durante el tiempo que estuvo en Huelva, mi padre trabajó en el muelle, con mi abuelo.
Pero al no regresar a Italia, a mi padre lo dieron por desertor. Dos policías italianos aparecieron un buen día por Huelva y se lo llevaron. Mi padre con la maleta en el suelo, abrazado a mi hermano y a mí, diciendo “mis bambinos”. Lloraba y nos besaba y mi madre en la alcoba, lloraba amargamente. Cierro los ojos y lo vuelvo a revivir. Nunca lo olvidaré. El no era desertor. Quería llevarnos con él. Entiendo que en la guerra no dejasen entrar a ningún extranjero y no nos permitieran ir con él. A mi madre la dijeron que Rafaelle iría destinado a la primera línea de fuego.
Recibimos al principio algunas postales desde la localidad de Rodi Garganico, un pueblecito italiano situado en el Mar Adriático, pero la comunicación se perdió. En el año 1949 mi madre nos cogió a mi hermano y a mí, y nos trasladamos a Madrid, al amparo de un familiar. Quería estar cerca de la embajada de Italia para tener noticias de Raffaele. En la embajada la dijeron que si al cabo de diez años no había noticias, le darían por muerto. Y así fue. Nunca más lo volvimos a ver. Mi madre no lo pudo soportar y falleció joven, a los cuarenta y cinco años, de dolor y de pena.
La historia del Gaeta en Huelva, que iniciamos en la década de 1990, queda así completada. Hemos facilitado fotografías y documentos a Pepita D’Altilia, que la hacen poner sus recuerdos a flor de piel. Ella también nos ha proporcionado fotografías de sus padres y al final se despidió diciendo, estas cosas me emocionan, gracias por hacerme recordar momentos de mi vida. Gracias de nuevo, es cómo hacer un homenaje a mis padres, algo que les debía, gracias a ti.
Pepita D’Altilia tiene cinco hijos, es miembro de un coro rociero y no olvida a su querida Huelva. La agradecemos enormemente su colaboración y ayuda. Un abrazo enorme.
Fuentes: Pepita D’Altilia; Archivo Ministerio Asuntos Exteriores (Madrid); Archivo General de la Administración (Alcalá de Henares); “Espías y neutrales. Huelva en la II Guerra Mundial” de Jesús Copeiro (1996); “El misterio de William Martin” de Jesús Copeiro y Enrique Nielsen (2014).
4 comentarios en «El buque italiano ‘Gaeta’ refugiado en Huelva durante la II Guerra Mundial»
Extraordinario trabajo que pone de manifiesto la importancia del Puerto de Huelva en esos convulsos años. ¿Cuantas historias derivadas del trasiego de barcos de todos los bandos habrá aún ocultas? Felicidades a ambos.
Extraordinario trabajo que pone de manifiesto la importancia del Puerto de Huelva en esos convulsos años. ¿Cuántas historias derivadas del trasiego de buques de todos los bandos habrá aún ocultas?. Felicidades a Jesús y Enrique por su bien cuidada investigación.
Historia triste y muy emotiva, un placer leer estas líneas de humanidad y sentimiento. Un abrazo para esta señora de mi tierra.
Yo soy hijo de Rafael D’Altilia Dimonti marinero del GAETA