Mari Paz Díaz. Hablar de Sida o Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) ha sido hasta hace muy pocos años un tema tabú. Y no sólo para la población en general, sino también por los propios enfermos o, incluso, para los facultativos que se veían muchas veces impotentes a la hora de tratar una enfermedad de la existía poca información.
Afortunadamente, en la actualidad, estas barreras se han ido derribando poco a poco y, aunque todavía queda mucho por hacer, se trata de una cuestión normalizada. Un logro que ha sido posible gracias a una mayor concienciación de la sociedad y a la efectividad de los nuevos tratamientos que han ido apareciendo. Pero a este hecho también ha contribuido, sin duda, la actitud tomada desde el principio por los profesionales de la salud, que han trabajado por tratar con dignidad a las personas que padecen esta dolencia.
Un buen ejemplo de este hecho lo encontramos en Huelva, en el médico Ignacio Suárez Lozano, que desde el Hospital Infanta Elena ha contribuido a mejorar de forma significativa la situación de estos pacientes. Es más, su ejemplo ha merecido el reconocimiento a nivel nacional del Ministerio de Interior, a través de la Secretaría de Instituciones Penitenciarias.
En concreto, la Unidad de Enfermedades Infecciosas de los Hospitales Juan Ramón Jiménez e Infanta Elena en el Centro Penitenciario de Huelva, dirigida por Suárez Lozano, ha recibido la Medalla de Plata al Mérito Social Penitenciario por el trabajo desarrollado en los últimos 17 años.
Una historia que comienza en la segunda mitad de la década de los noventa (1995-1997), cuando Ignacio recuerda que aparecieron algunos medicamentos para el tratamiento VIH, lo que permitió cambiar la perspectiva de que era una enfermedad rápidamente mortal y con muchas complicaciones. La perspectiva mejoró para los pacientes, con un descenso de la mortalidad.
Este hecho coincidió con la inauguración de la nueva Prisión Provincial de Huelva, después de que la antigua se hubiera quedado pequeña, ya que sólo podía acoger a unos 300 internos frente a los 1.500 que tiene la actual. «Con los nuevos tratamientos y fármacos nos dimos cuenta de que bajaba la mortalidad de los enfermos, pero no ocurría así en la Prisión onubense debido a que los pacientes no podían ir al hospital con la periodicidad necesaria. Esta situación de desigualdad nos pareció inaceptable, así que nos planteamos que si los presos no podían ir al hospital, por qué no íbamos nosotros a la Prisión. Y fue así como comenzamos a trabajar con ellos, al principio casi como ONG, ya que nos pusimos de acuerdo los médicos que estábamos aquí para ir por las tardes, fuera de nuestro horario de trabajo. En todo momento, el hospital y la Prisión nos facilitó la tarea y así se montó este proyecto», nos explica Ignacio Suárez.
Aquella situación tan peculiar cambió pronto, puesto que se autorizó a que el personal médico acudiera al Centro Penitenciario de Huelva durante el horario de mañana. Y fue así como se inició una consulta en la Prisión de Huelva para enfermedades infecciosas (VIH, hepatitis C, etcétera), con la consiguiente democratización del acceso a los tratamientos por parte de toda la población onubense, estuviera donde estuviera el enfermo. De esta forma, esta unidad se convertía en pionera en España, siendo un ejemplo para otros centros penitenciarios del país. Desde entonces hasta ahora, este servicio ha realizado más de 16.000 consultas de atención especializada sin necesidad de trasladar a los internos.
Por este motivo, no es extraño el reconocimiento que Suárez Lozano recogía el pasado mes de septiembre de 2014 de manos del ministro del Interior como un homenaje expreso a la labor desarrollada por la Unidad de Enfermedades Infecciosas con los pacientes y al esfuerzo y la colaboración prestada por sus profesionales en el proceso de reinserción social de las personas privadas de libertad.
A este respecto, el responsable de la Unidad nos comenta que «los premios siempre te dan satisfacción, evidentemente. Está muy bien que te reconozcan los valores, porque en España somos poco dados a reconocer a las personas hasta que se mueren. Entonces, este premio de Prisión es algo positivo. Y, sobre todo, una satisfacción por el trabajo desarrollado por todo un equipo, porque yo soy uno más, aunque sea el director.
Para el doctor, a la hora de hacer balance de estos cerca de veinte años de trabajo, «se pueden hacer dos tipos de análisis. Uno es el resultado medible desde el punto de vista de salud, ya que nuestra actividad consiguió bajar la mortalidad en la Prisión y el número de hospitalizaciones de internos en más de un 60%. Porque nuestro lema es que, aunque una persona está privada de libertad, no tiene por qué tener una atención sanitaria diferente al resto de la población. Así que ha funcionado bien, sin olvidar que la comunicación con el personal de Prisiones, sobre todo el sanitario, siempre ha sido fluida y muy satisfactoria, a pesar de que sea un mundo poco conocido en el exterior».
Y, por encima de cualquier otro dato, Ignacio se queda con el balance de uno mismo, puesto que «creo que el mejor resultado es el personal, por todo lo que hemos compartido los profesionales que hemos ido allí. Es algo que personalmente te enriquece y el trato con las personas en la Prisión es excelente. Tanto que yo diría que hay situaciones más conflictivas en una planta de hospital que en la Prisión. Allí nunca me he sentido amenazado. Me he sentido más seguro que en el exterior». Por ello, anima a la sociedad a trabajar más con Prisiones, donde trabajan muchas ONG’s.
Una línea que se mantiene en la actualidad, ya que los resultados siguen siendo positivos, tanto que este responsable médico considera que, más pronto que tarde, esta enfermedad desaparecerá. «Puede que parezca una utopía, pero estoy seguro que se conseguirá», apostilla. Con esta finalidad, en Huelva se está trabajando en el programa denominado ‘Stop VIH’, que apuesta por utilizar el tratamiento con antirretrovirales como vía de prevención, reduciendo la carga viral en sangre y, por tanto, la capacidad de contagio de las personas que ya están infectadas.
Es más, Ignacio Suárez también dirige desde el Hospital Infanta Elena el grupo de investigación ‘Cohorte Vach’ en el que participan hasta 23 centros hospitalarios de toda España. Según nos cuenta, «se trata de un proyecto que estamos desarrollando desde hace diez años para ver cómo evoluciona la enfermedad con datos reales tomados a unas 30.000 personas, por lo que es muy interesante. Un programa que se une a proyectos de envergadura de carácter europeo».
Además, la Unidad ha resultado recientemente finalista en la novena edición de los prestigiosos premios Best in Class (BIC) en la categoría de Mejor Unidad en Atención al Paciente VIH por la excelencia en la calidad de la asistencia que se presta. Un premio de carácter nacional al que se han presentado servicios de toda España, tanto públicos como privados, y en el que Huelva ha sido seleccionada en el segundo puesto. Los premios ‘Best in Class’ son una iniciativa promovida por Gaceta Médica y la Cátedra de Innovación y Gestión Sanitaria de la Universidad Rey Juan Carlos.
Con todo ello, Ignacio Suárez lanza un mensaje de optimismo a la población, al tiempo que agradece enormemente «la labor desarrollada por toda la gente que forma parte de la Unidad de Enfermedades Infecciosas, a las ONG’s que trabajan con nosotros y a las personas que están en Prisión, porque de todas ellas he aprendido mucho para ser mejor persona y profesional».
A ti, Ignacio, muchas gracias por tu labor.