Feliz Navidad

Benito de la Morena. Llega la Navidad y de nuevo los recuerdos acuden a  nuestra mente ennegrecida por la contaminación de ideas y susurros negativos que, día a día, nos llegan desde la otra orilla, la orilla del desencuentro, de la maledicencia, del desenfreno, del libertinaje, del “mal” entrecomillado que debilita nuestras defensas y deja vulnerable el corazón de las gentes honradas.

Recuerdos, bellos recuerdos de amor y bondad que nos transportan a épocas doradas en las que el respeto era un fin y el honor era un derecho. Épocas en las que la vergüenza controlaba los deseos impuros de la perfidia, del escarnio, de la vileza, y de todo aquello que contravenía una ley natural que diferenciaba claramente, sin necesidad de legisladores, lo que estaba bien de lo que estaba mal.


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Porque hay un pueblo que solo aspira a ser feliz, porque hay un pueblo que solo desea trabajar y comer, porque hay un pueblo que prefiere la paz y la tranquilidad, porque hay un pueblo que no desea ver a los delincuentes en las calles, porque hay un pueblo que exige a la justicia que cumpla con la Ley, porque hay un pueblo que desea vivir en valores, porque hay un pueblo que rechaza las mentiras de sus gobernantes, porque hay un pueblo que quiere la libertad y no el libertinaje que nos imponen los nuevos modos de entender vida.

Pero hoy hay otros ídolos, ídolos de trapo que sirven para distraer la atención de los problemas reales de la vida. Ídolos que creamos nosotros mismos.  Hace poco, en un programa de televisión, me entristecía ver a un público mediatizado aplaudir al “pequeño Nicolás”, cuando contaban sus “proezas”. Pero más triste es comprobar que cadenas públicas y periodistas de carné, se presten al juego de las vilezas y programen este tipo de emisiones pensando solo en sus fines partidistas.


Puerto de Huelva

Miles de jóvenes idolatran a cantantes sin voz y sin acierto musical que arañan y golpean instrumentos haciendo ruido en vez de música, un ruido que es acompañado por los gritos de sus fans, jóvenes seguidores del porro y la libertad malentendida, pero que acuden al reclamo en número mucho mayor que el que son posible de congregar cualquier político primera línea. Jóvenes a los que ya es casi imposible de atraer a un camino de comportamiento en donde debas aceptar el cumplimiento de obligaciones que hagan disminuir tus instintos primarios y dotarte de valores morales con los que afrontar la vida del futuro, y no solo la del presente.

Por todo eso quizás haya que recordar que, hace algo más de 2000 años, vino al mundo Jesús de Nazaret, unos le siguen con veneración, otros le miran en el respeto, algunos dudan a medias de él, y  el resto parece rechazarle, pero todos le conocen y saben que su palabra es buena porque quiere el bien de las gentes, solo su bien, seas o no seguidor suyo.

Jesús nació en Belén y los cristianos celebramos ese día la Navidad. Es una de las fiestas más importantes del Cristianismo, junto con la Pascua y Pentecostés. Esta fiesta se celebra el 25 de diciembre por la Iglesia Católica, la Iglesia Anglicana, algunas otras Iglesias protestantes y la Iglesia Ortodoxa Rumana. Para el catolicismo la Navidad no solo es un día de fiesta, sino una temporada de fiestas, y de la misma forma que la Pascua, contiene un tiempo de preparación, llamado Adviento, que se inicia cuatro domingos antes del 25 de diciembre. Por esto la liturgia católica llama a esta fiesta La Natividad de Nuestro Señor Jesucristo.

Miles de personas de todo el mundo veneran ese día y se engalanan las calles, se dan permisos laborales, y se promueven festejos del que todos disfrutamos, creyentes y no creyentes, en la Paz del Señor, por eso, queramos o no queramos, ese día “festivo” hay que decir FELIZ NAVIDAD.

2 comentarios en «Feliz Navidad»

  1. Tras leer este artículo con el debido respeto y atención, sólo me surge un comentario.
    Desde el sentimiento cristiano o fuera de él, desde la religiosidad o el agnosticismo, Navidad es tiempo en el que los valores humanos deben salir a lucirse.
    Feliz Navidad.

  2. Pero no quiero dejar de comentar algo más tras este artículo de nuestro muy admirado Benito de la Morena, no por su carácter de personaje público y valorado institucionalmente, que también, sino porque sus palabras siempre impregnan al lector de veracidad, honestidad e inteligencia.
    Pero en esta ocasión ha ido más allá de la normalidad y por eso propongo que su artículo sea leido con el detenimiento que merece. No es ninguna tontería lo que esboza y puede ser una buena forma de terminar este periodo anual que nuestro calendario establece.
    Nuestra civilización, la europea en la que estamos inmersos y hemos estado durante 21 siglos, es hija de la tradición cristiana y heredera de sus valores.
    Eso no quiere decir que las demás culturas no posean valores extraordinarios, sino que distintos en sus planteamientos formales. Pero no en el fondo, que todas las creencias comparten principios muy semejantes, tal vez porque todas las religiones giran alrededor de los deseos humanos de sus integrantes. Zoroastro, Confucio, … son nombres semejantes a Cristo en su proyección social y en sus planteamientos humanos. Pero uno no puede ser seguidor de todos ellos, porque hay que elegir.
    Europa está pintada del color cultural del cristianismo y eso no es malo, sino peculiar. Propio. Diferenciador.
    Por eso nuestra cultura europea, de una u otra forma, vive la Navidad de manera peculiar, propia y diferenciada.
    Desde la creencia o el escepticismo, como cristiano o como agnóstico, hoy honra decir con Benito: Feliz Navidad.

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