M. P. D. Es probable que a estas alturas Ángel Romero no necesite presentación. Graduado Social por la Universidad de Huelva y experto universitario en Coordinación y Gestión de Programas y Servicios para la Juventud por la Universidad de Valencia, Romero Díaz cuenta con una amplia trayectoria pública, donde destaca su faceta como delegado de Cultura de la Junta de Andalucía, representante en la Comisión de Juventud de la Federación Andaluza de Municipios (FAMP), teniente de alcalde del Ayuntamiento de Cortegana y alcalde pedáneo de su pueblo, de Valdelamusa, entre otros.
Además, este onubense también ha ejercido como asesor cultural en el Instituto Andaluz de la Juventud en Huelva (2004-07), director del Festival de Música Perdidos y coordinador del programa QDAT de participación juvenil y del Festival Forestalia en la Universidad de Huelva.
En la actualidad, Ángel Romero se encuentra inmerso en una nueva responsabilidad dentro del equipo de Susana Díaz, presidenta de la Junta de Andalucía. Una etapa que está viviendo con mucha ilusión, como nos cuenta en esta entrevista concedida a Huelva Buenas Noticias, donde analiza la actividad que lleva a cabo en la administración andaluza. Romero fue nombrado coordinador de la Oficina de Relaciones Institucionales y Atención a la Ciudadanía de la Junta.
-Ángel, a pesar de tu juventud, cuentas con un amplio bagaje en el ámbito de lo público…
-Ahora que lo pienso, todo tiene su porqué. Yo estaba en el Consejo Escolar de mi colegio, en el Claustro de la Universidad, en asociaciones de todo tipo, en el equipo de fútbol de mi pueblo… Y de ahí a la política no hay nada. Es servicio público. Después empecé a militar en el PSOE y en Juventudes Socialistas, donde llegué a ser secretario general provincial y presidente en Andalucía. En 2007 era teniente de alcalde en Cortegana y alcalde pedáneo en Valdelamusa. En 2011 fui delegado provincial de Cultura. Ahora, soy el secretario de Redes Sociales del PSOE de Huelva.
-¿Siempre te ha atraído el mundo de la política? ¿Por qué?
-Lo he vivido en casa desde pequeño, con mi padre. En esa época no me gustaba tanto. Prefería tener más tiempo al padre y menos al alcalde. Eso les seguirá pasando a los hijos de los que se dedican a política ahora.
-Tu padre es un referente en la zona…
-Más que un referente es un currante. Y como siempre ha sido honesto y coherente pues es un ejemplo. Yo estoy orgulloso de ser su hijo.
Lleva 40 años en el PSOE y nunca aspiró a nada que no fuera ser concejal en su pueblo. Mi padre aprendió a leer y a escribir solo mientras cuidaba cabras con 10 años. A los 14 años estuvo en la cárcel. Jamás ha cobrado una peseta de la política y lleva toda la vida en ella. Es, como tantos otros anónimos, alguien con muchas agallas que no sale en los informativos.
Tiene 83 años y ninguna medalla, pero es de esas personas que ha dado su vida por los demás, aunque yo sea subjetivo lo digo con sinceridad. Y muy inteligente. Sin haber pisado una escuela, jamás ha dejado de aprender. Ahora se acaba de abrir una cuenta en Facebook.
-¿Qué te movió a implicarte en el PSOE?
-Es familiar. Mis abuelos estuvieron en la cárcel, en el 38, por ser de la UGT. Nací en un pueblo minero. Una familia de seis hermanos, con rodilleras y libros forrados. Un pueblo muy humilde. No creo que hubiera otra opción. La única forma de poder cambiar las cosas era esta.
-¿Qué momento recuerdas con especial cariño?
-Recuerdo muchos momentos buenos. También otros muy complicados. El mejor, sin duda, es el cariño y el apoyo de mi pueblo en 2007 y en 2011. El valor de un voto anónimo en una urna es sagrado. Yo gané con más del 80% de los votos.
-¿Te mueve más el ámbito municipal o una administración más amplia como la Junta o el Gobierno central?
-El ámbito municipal es mucho más complicado que cualquier otra cosa. Los alcaldes y concejales se dejan su vida, su intimidad y se someten al escrutinio diario de sus vecinos. La cercanía es lo que te hace tener los pies en el suelo. También la crítica política es más dura. Es muy difícil hacer o aceptar una crítica a un vecino de toda tu vida. Todo se lleva al terreno personal en los pueblos pequeños y se magnifica. La base es el respeto. Hay que acabar con los sectarismos.
Un día dije que tenía mejor relación con algunos políticos de otros partidos que con algunos del mío, y hubo quien se llevó las manos a la cabeza. Como si las relaciones personales se construyeran sobre ideas. Menuda tontería. Que cada uno piense como quiera y nos respetemos todos.
En las administraciones más grandes la responsabilidad es mayor y las facilidades también. Además, ahí es donde tienes más herramientas para poder cambiar las cosas. Ya no basta con ser honrado y con no mentir, hay que dar ejemplo: de buena educación, de austeridad, de no privilegios, de acabar con todo lo que ha hecho que la gente vea a los políticos como bichos raros.
-¿Cuál es tu función en la actualidad?
Tengo la suerte de trabajar en el Gabinete de la Presidenta de la Junta de Andalucía. Dirijo el área de Relaciones Institucionales y Ciudadanas. Es un trabajo intenso, pero hermoso y muy recompensante. Me siento orgulloso de estar al lado de Susana Díaz.
-¿Cuál es el balance que haces de esta etapa como persona de confianza de la presidenta de la Junta de Andalucía?
-Me siento afortunado. Trabajar con una persona a la que admiras te da la capacidad de poder sacar 30 horas al día. La presidenta trabaja desde por la mañana hasta la noche, ininterrumpidamente, seis o siete días a la semana. Y si a las doce de la noche se acuerda de una señora de Los Barrios que tenía un problema te llama para ver en qué estado está ese tema. Está pendiente de todo. Jamás he conocido a nadie tan inteligente ni con esa memoria.
Siempre hablan de su cercanía y de lo que transmite, que es cierto. Pero quien la conoce se asombra de su memoria. Es impresionante. Se sabe los nombres de un concejal de San Silvestre, de Riotinto o de Pulpí. Así que tenemos la suerte de aprender a su lado, aunque sea a un ritmo frenético y sin horas de descanso. Me encantaría que la gente supiera lo que no se ve. Cuando coge el teléfono y llama a la alcaldesa de Cañaveral o al alcalde de Aroche, o a personas a las que les ha pasado algo. Cuando pregunta por Manuela, de Valdelamusa, que tuvo una herida por el tornado. Nada de eso se ve, y lo hace a diario. Le da su móvil a todo el mundo. Sale al cine o a comer una tapa, se para con la gente y lo anota todo. Después pregunta cómo va cada tema. Recuerda los nombres de cientos de personas de pueblos de toda Andalucía que le han contado algún problema o alguna idea.
-¿Es muy difícil el día a día de la gestión?
-Lo difícil es encontrarte a tanta gente con problemas, viviendo auténticos dramas. Es una época muy mala para estar en lo público. Lo fácil sería estar en otro lado. Y no sólo por los problemas de la gente sino por el clima político. La gente tiende a generalizar. Hay mucha indignación y nos meten a todos en el mismo saco.
Lo que sí tengo claro es que ahora no puedo dejar la política, que sería lo fácil. Porque entonces los corruptos, los de las tarjetas, los millones en Suiza, la Gürtel, los Bárcenas, los Pujol y los de los ERE falsos habrían ganado. Habrían hecho creer a todo el mundo que todos somos iguales. Y yo les habría fallado a mis padres y a mis abuelos.
-¿Cuál es tu sueño?
-En política no tengo ningún sueño. Mis sueños son más privados. Yo me dedicaré a la política mientras esté convencido de que puedo aportar algo y me es indiferente la responsabilidad que ocupe, casi siempre no he ocupado ninguna. Soy muy indisciplinado. La gente que me conoce sabe que me meto en mil fregados independientemente de dónde esté. Tengo vocación de servicio público, algo muy difícil de explicar, pero muy difícil de abandonar.
-¿Cómo te planteas tu futuro a partir de ahora?
-No me planteo el futuro. Cuando era adolescente siempre tenía una lista de cosas por hacer que era una tortura. Yo me dejo llevar, cuando el camino no me gusta, doy media vuelta y vuelvo a empezar. Yo soy trabajador social. Me gustaría estudiar un máster y hacer un doctorado. Tengo que perfeccionar el inglés y terminar varios libros que estoy escribiendo… Cuando me preguntan por mi currículum sólo hablan de la experiencia política, pero yo he puesto muchas cervezas en Pablo Rada mientras estudiaba. He trabajado en bares de Huelva, de Granada o de Valdelamusa. Y los veranos los echaba de peón de albañil o recogiendo uvas. En mi pueblo me conocen. En la política se está un tiempo prudencial, mientras puedas aportar y tengas ilusión por hacerlo. Si algún día te despiertas sin ganas de cambiar el mundo, tienes que dejarlo.
-Unas palabras para finalizar…
-No soy quién para dar consejos ni para prometer nada. Me gustaría desear felicidad a todo el mundo. Los políticos deben dedicarse a hacer más feliz a la gente y, últimamente, ha sido al revés. Por eso quiero mandar un mensaje de esperanza. Tengo esperanza en mi generación. En todos, de cualquier partido. Confío en ellos. Yo conozco a Susana Díaz y a Pedro Sánchez, y a los chavales de las Juventudes Socialistas que recogen alimentos, material escolar y hacen donaciones de sangre. A Alfonso Guerra hay que darle las gracias, sí. Pero a los jóvenes de mi partido hay que darles un sitio y hacerles un homenaje a diario. Hay que seguir abriendo ventanas en las instituciones y puertas en los partidos. Regenerar, se llama.
Yo soy políticamente muy incorrecto, pero tengo la suerte de hablar con libertad, y por eso os agradezco que publiquéis todas mis irreverencias y opiniones que, con atino y desatino, al menos, son mías. Os agradezco que me llaméis porque que, en algún momento, cualquier aspecto de mi vida o de mi trabajo pueda llegar a ser una buena noticia me hace muy feliz. Y, al final, todo trata de eso. Gracias.