Mari Paz Díaz. Antonio Caballero es un onubense que ha vivido en Huelva toda su vida. La ciudad en la que ha crecido, se formó y donde tiene a su familia y amigos.
Su incorporación al mundo laboral se produjo cuando tenía tan sólo 16 años y, salvo algunas salidas a otras ciudades españolas de forma puntual, siempre ha desarrollado su profesión en Huelva. Así ha sido a lo largo de 39 años.
Sin embargo, la crisis económica también le ha afectado de forma directa. Porque ahora, a sus 56 años, ha tenido que salir por primera vez a trabajar al extranjero. Su destino: Guadalupe, un pequeño archipiélago de las Antillas, situado en el Caribe francés, donde se encuentra trabajando en el montaje de una central térmica.
Antonio lleva en Guadalupe seis meses, un tiempo donde ha tenido la oportunidad de conocer la belleza de su paisaje y de acercarse a las costumbres de sus habitantes. Así nos lo cuenta en esta entrevista en la que descubrimos cómo está siendo su estancia en el extranjero.
-¿Por qué decidiste irte fuera?
-No ha sido decisión mía del todo, sino por las circunstancias. La falta de trabajo en España hizo que la empresa tuviera que reubicar a la plantilla. Me lo propusieron y era aceptar o la cuenta. Y después de diecisiete años fijo en la empresa, y tal y como están las cosas, era la mejor opción.
-¿Cuál es tu lugar de residencia?
-Isla Guadalupe, en la Guayana Francesa (El Caribe). Es un territorio de ultramar que pertenece a Francia. Moneda en euros y el idioma oficial es el francés.
-¿Cuál era tu nivel de francés al llegar?
– Pues prácticamente cero. Bon jour y…, poco más
-¿Cuál es tu balance de la experiencia?
-En una palabra, positiva.
-¿Cómo es vivir ahí? ¿Es muy diferente a España?
-La verdad es que es un poco diferente a España, empezando por el horario, son seis horas de diferencia menos. Aquí anochece muy temprano, hace mucho calor y más humedad. El nivel de vida es muy superior al español. Todo es carísimo, desde los productos básicos de la cesta de la compra hasta lo más insignificante. Es entre un 30 y 40% más caro. Y de la comida, mejor no comentamos. Todo picante.
-¿En qué ciudad vives?
-En Le Gosier, una ciudad turística con playas e isla incluida.
-¿Y sus habitantes, cómo son?
-La mayoría es de raza negra, descendientes de esclavos, primitivos pobladores de la isla. Son bastante correctos y educados, pero reacios a relacionarse con extranjeros. La palabra que los definiría es «indiferencia» con el foráneo.
-¿Cuál es la imagen que tienen de España?
-Cuando le dices que eres español, te responden «Ah! la España, Nadal», o con el futbol, Barcelona o Real Madrid. Alguno te dice que ha estado en Barcelona de fiesta, otro en Málaga, pero poco más.
-¿Te has marcado algún nuevo objetivo o reto?
-Para mí, esta estancia no es una aventura, sino una obligación. Pero yo estoy intentando adaptarme lo mejor posible a la vida aquí hasta terminar la obra.
-¿Qué piensa tu familia de tu aventura?
-Está claro que para la familia no es fácil, porque no siempre entienden que para trabajar tengas que irte de tu país y tan lejos.
-¿Y tus amigos?
-Pues los amigos tal vez piensan lo mismo, pero lo ven con más objetividad que la familia.
-¿Cuáles son tus planes futuros?
-Seguiré así hasta la jubilación. Aquí o en el próximo destino, que me temo que, según están las cosas, no será España. ¡Ojalá!
-¿Qué es lo que más echas de menos de Huelva?
-Aparte de la familia y los amigos, su gastronomía, el tapeo, las gambitas. El jamón no, porque me lo traje envasado al vacío. Y sus fiestas. Este año me he perdido las Colombinas.
-¿Recomiendas a todo el mundo que viva un tiempo fuera de España? ¿Por qué?
– Sí, por supuesto. De todo se aprende y sacas lo positivo. El estar lejos de tu familia, de tu ciudad, de lo que has ido construyendo poco a poco, hace que valores y aprecies mucho más las cosas y lo que realmente tienes.
-Para terminar: un mensaje a los onubenses.
-Que valoren lo que tienen, que vivir en Huelva es igual a calidad de vida, que sean receptivos y acogedores con el que viene de fuera y lo hagan sentir como en su casa.