El Muelle de Riotinto

Juan Carlos Jara. Cuando en pleno siglo XIX la Rio Tinto Company Limited comenzó a explotar los yacimientos mineros de Riotinto se iniciaba al mismo tiempo un sensible cambio de rumbo en la historia de la provincia de Huelva. La influencia inglesa y su importante legado para el futuro fue dejando su sello por muchos rincones de nuestra geografía hasta crear vínculos ineludibles, y sin duda indelebles, con el pueblo británico. La presencia de los ingleses muestra innumerables puntos destacados en la capital y su área más cercana, siendo el muelle cargadero de mineral asentado sobre las aguas del río Odiel una de las huellas más significativas y una de las estampas asociadas a la ciudad en el imaginario colectivo.

Durante un siglo la instalación ofreció un rápido y cómodo punto de salida para el mineral, aprovechando la línea férrea que la compañía británica construyó al hacerse cargo de la explotación de las minas y convirtiéndose con su singular diseño en un compañero inseparable en la vida de los onubenses hasta que a mediados de los años setenta del pasado siglo sufrió un importante corte de su estructura para dejar paso a vehículos de gran tonelaje.

En 2014, cuatro décadas después de aquella destrucción de uno de sus tramos, el Muelle de Riotinto mantiene aquella mutilación tan censurable. Desde entonces se han realizado acertadas restauraciones que devolvieron la instalación a los ciudadanos para su disfrute, pero que nunca propiciaron la reconstrucción del tramo destruido y la consiguiente rectificación a un error tan mayúsculo. El desmantelamiento de esa parte del muelle y el paso de 40 años sin ninguna actuación sobre la misma ya muestran muchas cosas de nuestra tierra y de sus gentes. Esperemos que el futuro si cuente con una acertada reconstrucción que haga justicia a este bien de interés cultural y que no se convierta en una chapuza más que castigue, otra vez, a este maravilloso rincón del planeta.