Sapiensity/ @Sapiensity. No es baladí sorprendernos porque en el año 2020 el Big Data registrará un stock global de datos de 40 zettabytes. Es decir, el universo digital se irá duplicando cada dos años.
A nadie se le escapa el hecho de que este fenómeno imparable resulta muy útil en la medida que podemos contar con una cantidad ingente de datos para encontrar cosas. Tanto es así que la grandes multinacionales de la comunicación, principalmente, dedican cada vez más recursos a la explotación y monetización de bases de datos de clientes en constante aumento.
Las actuales estrategias globales de marketing se supeditan al análisis de este gran compendio de datos digitales que controlan pocas compañías. Esta “fiebre del oro” digital se ha convertido en un mercado potencial a máxima escala en la medida que sólo el 1% del volumen global es analizado, con el alarmante matiz de que el 80% de los mismos no están protegidos. Dado que el interés económico es obvio, se requiere, como así se está demandando desde todos los sectores y segmentos, una regulación en términos de uso y propiedad de este “montante” informativo para salvaguardar derechos que se antojan inalienables. Iremos viendo cómo los índices de transparencia y de responsabilidad en el manejo de esos datos se adaptan a las necesidades porque como comenta Gemma Galdón “En la carrera por analizar datos para construir sociedades mejores, nos hemos olvidado de la ciudadanía”…
Coincido con el apunte leído recientemente de que «Google, por poner el caso, podría hacer mucho daño si quisiera». Sin duda alguna, monopoliza, y sus movimientos estratégicos apuntan a una mayor concentración, la mayor parte de datos personales, gestionando así gran cantidad de patrones de conducta que determinan las decisiones posteriores de muchos.
Ni que decir tiene que el Big Data se generó a partir de las Redes Sociales y que gracias a estas los retos de analizarlo todo de forma estructurada confiere ese valor al conocimiento que demandan las grandes compañías. Este hecho está poniendo en evidencia la falta de personal cualificado al máximo nivel.
Pensemos, por ejemplo, que el Big Data está sirviendo actualmente para predecir booms o crisis internacionales en muchos ámbitos de nuestras vidas. La importancia del acierto en la toma de decisiones es global y muy muy sensible. El Big Data trasciende, de hecho, al Business Intelligence en la medida que analiza la información, en cuanto a datos relevantes, que demanda un cliente.
Es decir, se acumulan millones, miles de millones de datos en el mundo, en el mundo físico y en el mundo digital, desde datos estadísticos, de servicios, mensajes en redes sociales, señales geolocalizadas, archivos de audio, imágenes, emails… cualquier tipo de dato que, bien tratado, genera una información. La gestión y análisis de esos datos que produce nuestro sistema, la manera de capturar, tratar, procesar e interpretar esos datos, es el Big Data. Se trata de una estructura de servicios y tecnología que se ha creado para dar solución, convirtiendo los datos en información que facilite tomar decisiones, incluso en tiempo real: detectar la llegada de un huracán a tiempo para desalojar una zona en peligro, modificar las pautas de un tratamiento médico a partir de los indicadores de salud …..
El alcance científico o cultural que implica la gestión de esta vasta información nos puede permitir grandes logros, los que “les toca” a la sociedad global actual. En ese sentido, la gestión de esa información, que nos “mide”, puede igualmente “influirnos”. En ese sentido, hasta podría pensarse que la seguridad de los datos o el control de los mismos podría pasar a un segundo plano en aras de poder explotarlos para optimizar nuestros propios comportamientos (nudge).
Según lo expuesto, deberíamos pensar, lógicamente, que el Big Data es una moneda con dos caras. El uso y el alcance del análisis determinará su grandeza. De momento, seguiremos observando y analizando iniciativas europeas, norteamericanas, asiáticas …. La confluencia de fuerzas geopolíticas enfrentadas y las “guerras comerciales” me animan a pensar a que todas las caras de esa moneda verán la luz. La humanidad desde siempre crea y destruye. Las herramientas actuales basadas en la tecnología dibujan escenarios aún por definir aunque la intuición y pelis como ‘Blade Runner’, ‘Yo Robot’ o ‘Distrito 9’ crean cierto morbo.
Por un lado, podemos pensar que a este nivel “macro” nuestros datos personales no resultan atractivos o útiles para las empresas desde un sentido individual. Lógicamente, ésto obedece a que nuestros datos se suman a otros muchos para conformar el comportamiento medio de un grupo de la manera más precisa posible.
Entiendo que podemos caer en cierta “manía persecutoria” del Big Data en la medida que su rápido y profundo desarrollo se retroalimenta de datos y más datos. No olvidemos que ¡la información es poder!
Sin embargo, la actualidad más reciente apunta a un interés no menos importante, aunque en otro ámbito, como es el Small Data. La tecnología también permite, afortunadamente en muchos casos, que los datos de clientes, pacientes, proveedores, trabajadores, etc.., y usuarios en general de esa tecnología, se puedan gestionar a un nivel “micro” en beneficio de los propios “oferentes” de esa información. Pero esto dará para otro artículo:-)