Paula Crespo. Nunca en una partida de cartas se jugó tanto como en la que disputaron el rey de Inglaterra Enrique VII (1457-1509) y el marinero onubense Juan de Lepe. La osadía del monarca ante el marino lepero que arribó a tierras inglesas y llegó a ser su confidente, su ayudante y su compañero de juegos -el ajedrez o los mismos naipes-, le hizo perder su corona durante un día en favor de este perspicaz plebeyo.
Fueron 24 horas en las que este personaje ilustre de Lepe hizo historia en la historia, tuvo su momento de gloria y fue conocido en territorio inglés como ‘The little king of England’. Pese a ello no perdió la amistad del monarca y permaneció en territorio inglés hay quienes dicen que hasta la muerte de Enrique VII y antes de que Enrique VIII dictaminara su futuro, mientras que otros aseguran que pidió permiso a su amigo y protector para volver antes a casa.
Al parecer a su regreso a tierras onubenses con las rentas del reino ganadas en la partida doble de cartas al fundador de la dinastía Tudor, Juan de Lepe donó buena parte de las mismas al convento franciscano de la Bella con la condición de que a su muerte fuera enterrado en el mismo, con una lápida que recordara su hazaña.
Y aunque a fecha de hoy no se conservan ni monasterio ni lápida, por la desamortización de Mendizábal, se sabe que se construyó por el padre Francisco de Gonzaga De Origine Seraphicae Religionis que recoge el hallazgo que hizo en su visita a las ruinas en 1583.
Escrita en latín y publicada cuatro años después de que encontrara el sepulcro, recoge literalmente: «En la Iglesia de este convento (Nuestra Señora de la Bella) aún se ve el sepulcro de cierto Juan de Lepe, nacido de baja estirpe del dicho pueblo de Lepe, el cual como fuese favorito de Enrique VII rey de Inglaterra con él comiese muchas veces y aun jugase, sucedió que cierto día ganó al rey las rentas y la jurisdicción de todo el reino por un día natural, de donde fue llamado por los ingleses el pequeño rey. Finalmente, bien provisto de riquezas y con permiso del Rey volvió a su patria nativa y allí después vivió algunos años rodeado de todos los bienes y elegido su sepultura en esta iglesia, murió. Sus amigos y parientes grabaron esta historia en lugar de epitafio, la cual quise yo, aunque no parece a propósito de esta Historia, dejarla como recuerdo de este lugar».
Lo que sí se conserva es la corona de Enrique VII que, según cuenta la historia, Juan de Lepe trajo entre las riquezas y donó a la Virgen de la Bella. Una corona en plata grabada a fuego con esmaltes que se ha convertido en una de las joyas más especiales de cuantas conserva la Hermandad de la Bella y que fue expuesta hace cuatro años en una gran muestra junto con todo el ajuar de la Virgen.
El hermano mayor de la Hermandad de la Bella, José Manuel Lagos, asegura que: «es la corona más antigua que tiene la hermandad y si realmente tiene esa procedencia que se ha contado y transmitido de generación en generación, tiene aún más valor».
En cualquier caso Lagos reconoce que «es una pieza más del ajuar, especial por lo que cuenta la historia y que las camaristas utilizan para vestir a la Virgen y que normalmente lleva durante la romería de la Bella. Pero dentro de los tesoros de la Virgen hay junto a esta corona otras piezas también muy especiales como el conocido como rosario de la panadera, que tiene una historia muy bonita detrás.
Referencias literarias
Además de la ya mencionada obra del padre Gonzaga, a la anécdota de Juan de Lepe también se refiere el padre Antolín Abad Pérez en un artículo sobre este modesto convento franciscano titulado ‘En las tierras del Algarve Andaluz y tras las huellas de Nuestra Señora La Bella de Lepe’ que se incluye en un libro editado, por el Ayuntamiento de Lepe en 1996, bajo la dirección de la archivera municipal, Juana Otero Prieto y titulado Historia de Lepe, una proyección hacia el futuro.
En él se recoge a su vez una pequeña referencia a un artículo del padre Ángel Ortega que narra la historia de esta partida de cartas y de cómo el tacaño y desconfiado rey Enrique VII cumplió con su palabra. De hecho el comienzo de este artículo titulado ‘Juan de Lepe, el pequeño rey de Inglaterra’ es «Lepe me has ganado la partida y te cumplo la palabra: serás por un día, solo por un día». El padre Ortega hace referencia a la perspicacia de Juan de Lepe, cualidad con la que le reconocieron sus compatriotas españoles por esta hazaña. De ahí vendría la expresión «saber más que Lepe».
No se sabe qué llevo a Juan de Lepe a navegar hasta la rubia Albión (Inglaterra) y cómo llego a granjearse la amistad de Enrique VII, aduce el padre Antolín Abad que tal vez fuera «la luz del sur y su gracia andaluza». Se desconoce también cómo Enrique VII, con la fama que le precedía, decidió jugarse las rentas del reino y la corona, apuesta que dejó en solo un día, pero lo cierto es que son estas anécdotas, estos sucesos tan curiosos como este del municipio onubense de Lepe que en ocasiones pasan desapercibidos y permanecen desconocidos porque no se suelen contar en las aulas los que enganchan a niños y mayores a la historia contemporánea.
1 comentario en «Juan de Lepe, el onubense que ganó la corona de Inglaterra en una partida de cartas»
Magnífica capitulo de la historia de Lepe y sus ingenios habiantes que sorrende a todo el que la lee.
Si quereis saber más sobre esta Juan de Lepe y su ciudad natal os invito a visitar el Blog: LEPE. Tal y como es, aquí os dejo un enlace:
http://lepetalycomoes.blogspot.com.es/2011/10/el-dia-que-un-lepero-fue-rey-de.html